[Videos] Los mejores goles de la Selección en las últimas décadas: los siete magníficos de la Roja

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Por Julio Salviat
Actualizado el 24 de noviembre de 2016 - 9:17 pm

Si me preguntaran cuál fue el gol que más me impresionó en mi vida, no dudaría: el de Jaime Ramírez a Perú en el Campeonato Sudamericano de 1955. Primero, porque era primera vez que asistía a un partido de la selección chilena de fútbol. Segundo, porque fue el 5-4 sobre Perú cuando el partido agonizaba y los del Rímac habían reaccionado a un 1-4 que parecía lapidario. Tercero, porque en ese momento creí que nadie en el mundo le podía dar tan fuerte a la pelota.

Hace una semana la pelota fue recuperada en mediocampo propio y le cayó en el pecho a Marcelo Díaz. La dejó dar un bote y la envió por arriba hacia sector uruguayo. Cayó justo en el pie de Alexis Sánchez, que amortiguó con clase y escapó entre dos uruguayos. El tocopillano resistió los empujones y evitó los golpes de los fieros charrúas y anotó el 3-1. Y ahí nació este tema.

El escalafón es propio e intransferible, y puede estar en abierta discordancia con otras opiniones. De cualquier manera, debería servir para el análisis y la discusión porque -se sabe- sobre gustos nadie ha podido escribir.

Tiros libres

Inolvidable es el gol de Leonel Sánchez al soviético Lev Yashin en Arica, que dio paso al imperecedero “¡justicia divina!”, de Julio Martínez, y dejó a Chile en cuartos de final del Mundial del ’62. Pero queda fuera de plazo: fue hace más de medio siglo.

José Luis Sierra tomó la pelota sin que nadie se opusiera y la puso un poquito a la derecha del semicírculo. Metió la zurda con comba y puso la pelota en un ángulo. Fue el gol chileno contra Camerún en Francia ’98, que le daba paso a la ronda siguiente. Para mí, ese es el número dos.

El número uno es el de Jorge Aravena a Uruguay, por las Clasificatorias para México ’86. Fue llamado “el gol imposible” por la posición de la pelota (muy cerca del banderín) y por los obstáculo que había que superar (barrera cercana y un arquero espigado bajo los tres palos). La pelota salió a mucha velocidad, subió justo, bajó imprevistamente y se coló en el ángulo inverso. Imposible repetirlo.

Cabezazos

En este podio ubico uno que quizá no fue muy espectacular, visto sin camiseta, pero que tuvo un valor inmenso por las dificultades que implicaba capturar ese centro tan elevado y por la trascendencia que tuvo. Fue el segundo de Marcelo Salas a Italia en el debut mundialista de Chile en Francia ’98. Clarence Acuña tiró el ollazo y la disputa quedó limitada al “Matador” contra Fabio Cannavaro, el más alto de los defensores “azzurri”. El impulso que se dio el goleador chileno fue magnífico; el frentazo a la pelota, perfecto. Y fue gol pese a la estirada notable del arquero Gianluca Pagliuca.

Un poquito más arriba ubico a varios de Iván Zamorano, pero elijo uno a Ecuador buscando pasajes para Francia ’98. El partido era estrechísimo, llovía a chuzo en el Estadio Nacional y el centro de Marcelo Salas fue violento y a media altura. La palomita de “Bam Bam” fue sorprendente y efectiva. La pelota le dio en la frente y casi simultáneamente llegó a la red. Un balazo.

La obra maestra se produjo en Montevideo por las Clasificatorias para Sudáfrica 2010. El estadio Centenario fue testigo de una obra maestra y suicida de su autor. Chile atacó por el sector izquierdo, y Carlos Villanueva tuvo habilidad para desbordar y tiempo para mirar. Puso la pelota a media altura en el área chica, y Marcelo Salas se lanzó en palomita entre las piernas amenazadoras e inclementes de los defensores uruguayos. El partido terminó 2-2 en una cancha que siempre fue fatal para los chilenos.

Individuales

Entre las maniobras que se concretaron más por inspiración individual que por obra colectiva, tres perlitas: la chilenita de Gary Medel en La Paz por las Clasificatorias de Sudáfrica, el sombrerito de Humberto Suazo al arquero de Brasil en la Copa América de 2007 en Venezuela y el balazo de Eduardo Vargas a Perú en la Copa América 2015.

El primero nació de un tiro libre de Pedro Morales, que hizo estrellar la pelota en el horizontal.

El segundo incluyó un túnel de “Chupete” a un central brasileño antes de sorprender al arquero con su genial globito.

El tercero fue producto de un misilazo cuando el partido se había complicado y fue elegido entre los mejores de ese campeonato. Fue inspiración pura cuando el partido se había complicado.

Contraataques

Al ya descrito de Alexis Sánchez, sumo dos, uno por la importancia y otro por la belleza. El primero se refiere al de Fabián Orellana a Colombia, en Medellín, que selló la clasificación chilena a Sudáfrica 2010. Arrinconado en su sector, la pelota le llegó a Jorge Valdivia, y su pase fue genial: dejó al “Histórico” con campo libre para que rematara con clase frente a la desesperada salida del arquero David Ospina.

El otro fue en Wembley, en un amistoso jugado en febrero de 1998. Aquí fue José Luis Sierra el de la genial habilitación larga, Y el destinatario, Marcelo Salas, que se coló entre los centrales de Inglaterra, amortiguó el balón con el muslo y lo empalmó con la zurda antes de que tocara el suelo. Hasta los británicos aplaudieron.

Colectivos

Desde que Marcelo Bielsa le enseñó a jugar, la Roja hizo muchos goles con jugadas asociadas aprendidas a través de la incansable repetición.

Para esta galería escojo dos.

Arturo Vidal cortó la salida de España y habilitó a Sánchez. Alexis vio bien ubicado a Charles Aránguiz, y para allá fue el pase. El volante tenía el arco en diagonal, pero prefirió un pase rasante al medio del área. Y ahí estaba Eduardo Vargas para controlar, moverle la pelota a Iker Casillas y rematar con éxito. Ahí comenzó a cimentarse la victoria que eliminó al campeón del mundo en Brasil 2014.

El otro, que considero la obra cumbre en materia de goles, fue contra Argentina en las Clasificatorias a Sudáfrica. Un par de decena de toques por todo el campo de juego precedieron al desborde de Gary Medel y su centro retrasado que empalmó Fabián Orellana. Nunca le habíamos ganado un partido oficial a los trasandinos. Y ellos nunca habían visto pasar a tanto contrario sin poder tocar la pelota.

Este análisis también lo puedes leer en el periódico Cambio 21.