Veteranos que brillan en la cancha: profesionales sin edad
No es menos encomiable que ad portas de un nuevo clásico entre albos y azules, la estrella que se lleva los comentarios y las principales notas de prensa de ese juego sea un veterano delantero de 40 años, que sigue haciendo la pega de hacer goles, que es líder, que es ídolo y que se gana su puesto semana a semana.
Por RICHARD OLATE
Cuando en 1995, Mario Alberto Kempes -el “Matador” argentino, leyenda de Rosario Central y del Valencia español, artífice y figura de la selección argentina campeona del mundo en 1978, conocido por los más jóvenes por ser el comentarista en el juego de FIFA de EASports-, llegó a Chile con 41 años para jugar por Fernández Vial, muchos lo vieron como una jugarreta, una “paleteada” con un amigo. Aún así, más allá de lo anecdótico del hecho, en los 11 partidos que jugó, hizo 5 goles y su presencia llevó más gente al estadio, feliz de ver en vivo al que ya era leyenda en los libros.
En esos tiempos, hace ya un cuarto de siglo, superar la treintena –y acercarse al entonces casi límite fatal de los 35- era sinónimo de final de carrera, del cierre de un ciclo a nivel profesional para los futbolistas. Contados casos se salían de la norma (en Chile, los hermanos Coll de Palestino en los 60) y la mayoría de ellos se trataba de arqueros que por el atributo de la experiencia para el puesto y un supuesto menor desgaste físico, sumaban temporadas sin ser tan cuestionados por la edad.
Los tiempos han cambiado diametralmente. Casi siguiendo el ejemplo mostrado en el tenis por Roger Federer, en la elite del fútbol mundial se hacen más habituales estas lecciones de longevidad. Zlatan Ibrahimovic, que en octubre cumple 39 años, es hoy el emblema del gigantesco AC Milan. Thiago Silva, que en un par de semanas cumple 36, acaba de jugar la final de la Champions League con el PSG y es una de las flamantes contrataciones del poderoso Chelsea para esta temporada de Premier. Cristiano Ronaldo ya tiene 35 y hasta el atribulado Lionel Messi suma 33. Cualquiera de ellos es número fijo en cualquier equipo de primera línea del mundo. Y algunos con cuerda para más de una temporada de despedida.
Ejemplos hay muchos más (el mismo Claudio Bravo firmando en la primera división española a los 37), pero a la hora de las explicaciones de esta tendencia: ¿es sólo el talento lo que permite que la carrera de estos jugadores se extienda cada vez más en comparación con generaciones anteriores? Claramente no lo es. Ya no basta con ser bueno para la pelota y “jugar paradito” mostrando visos de genialidad para sumarle años al historial de Wikipedia. En un deporte donde el aspecto físico se ha convertido en un factor esencial para pertenecer al alto rendimiento, que haya futbolistas que traspasen estas barreras del tiempo está ligado directamente con el profesionalismo con el que han encarado sus carreras, con sus exigencias, recompensas (principalmente económicas a este nivel), pero también con todas las responsabilidades y sacrificios que implica estar los años de infancia y adolescencia alejado de todas las tentaciones del mundo real.
Allí finalmente radica el éxito. Allí está también la opción del camino a seguir como profesional de este deporte. Obviamente, son más los casos que terminan antes sus rutas deportivas, ya sea por el desgaste físico, alguna vieja lesión invalidante al largo plazo, o simplemente por el aburrimiento de una vida profesional con aires monásticos con tal de llegar al éxito superior y pertenecer a la elite de astros mundiales. Lo decía el propio Marcelo Bielsa en una charla hace unos años a los jóvenes veinteañeros del Lille francés: “Ser el mejor te quita felicidad, horas con tu mujer. Te quita horas con los amigos, fiestas, diversión. Ustedes tienen un problema muy grande. Tienen dinero y no tienen tiempo para disfrutarlo y todo lo que el dinero te da en términos de felicidad”.
Cuando vemos estos ejemplos de larga vida deportiva y a un alto nivel competitivo, la reflexión lógica es apuntar a que detrás existe una historia con matices de esfuerzo y con una decisión asumida de trascender en algo que aman: el fútbol. Y en una época de pandemias y estallidos sociales, la valorización del profesional que hace bien su trabajo y se mantiene a un alto nivel pareciera que ya no es medido por los años ni lo que se escriba libremente en el CV; ni tampoco por los mitos asociados a conceptos como el “oficio”, a la simple “experiencia”, o ese juicio previo de que “más joven, más energía”· Lo que vale, finalmente, es lo que haces en la cancha, sin prejuicios de ningún tipo. Y si lo haces bien, te mereces tu puesto en el equipo.
Por eso, no es menos encomiable que ad portas de un nuevo clásico entre albos y azules, la estrella que se lleva los comentarios y las principales notas de prensa de ese juego sea un veterano delantero de 40 años, que sigue haciendo la pega de hacer goles, que es líder, que es ídolo y que se gana su puesto semana a semana. Esteban Efraín Paredes es también una muestra de lo que pasa en Europa y en las grandes ligas y que se reproduce –con distancias de nivel, obviamente- en nuestra liga criolla.
La semana pasada en el juego entre Palestino y la “U”, las figuras fueron el “Mago” Jiménez (36) y Montillo (36), en La Serena volvió el “Chupete” Suazo (39) y tiene a su lado al “Pajarito” Valdés (39). Nuevos ejemplos de eternidad en la cancha que se agradecen porque van de la mano del talento y una carrera profesional ciento por ciento. Como hace años lo fueron el “Ligua” Puebla que jugó hasta los 41, el mismo “Coto” Sierra que jugó su último partido a un mes de llegar a los 41, o el flaco Luis Fuentes que estiró la vida profesional hasta los 43.
A Carlos Caszely lo quisieron jubilar después del Mundial del 82 con 32 años cumplidos y tres años después lo fueron a buscar con clamor popular para que volviera a la Roja en las eliminatorias para México 86. Al final, el “Chino” jugó hasta los 36 y nunca se olvidó de ser “el rey del metro cuadrado”. ¿Talentos que trascienden a los calendarios y estiran su vida laboral? ¿Talentos que entregaron todo al sueño de hacer lo que les apasionaba, sacrificios incluidos, y pudieron alargar su carrera? Puede ser un poco de todo, una mezcla, pero antes que nada, hablamos de profesionales, sin edad.