Tres miradas para construir la historia
¿Qué tienen en común Santiago, Italia; Héroes invisibles y La embajada? En una primera lectura, son relatos de un mismo momento, dos documentales y una serie de televisión, que evocan el golpe de Estado de 1973 y el rol que jugaron las embajadas y los diplomáticos al acoger a centenares de chilenos refugiados tras los muros de las residencias. Pero, más allá de lo que narran, todas ellas nos hacen preguntarnos sobre el valor del cine y del audiovisual como documento histórico y de la imagen de archivo como elemento clave para la creación contemporánea.
Por MÓNICA VILLARROEL
Acabamos de asistir a una función de Santiago, Italia (Nanni Moretti, documental, Chile/Italia, 80 minutos, 2018), al poco tiempo de haber concluido la transmisión de la serie Héroes Invisibles (Mika Kurvinen y Alicia Scherson, ficción, Chile/Finlandia, 6 capítulos, 2019) y un año después de haber visto La embajada (Carmen Castillo, documental, Francia, Les Films d’ici, AB Productions y France Télévisions, 52 min. 2019), durante una presentación especial cuando todavía podíamos ir a una sala de cine.
Pocas son las oportunidades en que se estrenan, casi al unísono, dos producciones de temáticas similares y si se les agrega una tercera de reciente data, conforman una trilogía que vale la pena revisar en su conjunto, con una perspectiva que pone en valor el patrimonio audiovisual al servicio del relato. En rigor, fue la película de Moretti la que abrió el camino en 2018, aunque la azarosa llegada a Chile depende de estrategias y posibilidades de distribución y se concretó en estos días de pandemia, por lo que tuvimos que verla en plataformas digitales. Como antecedente, la película sueca El clavel negro (ficción, 2007), dirigida por Ulf Hultberg, recrea la historia de Harald Edelstam, embajador de Suecia en Chile, quien después del golpe militar salvó la vida de 1300 personas, acogiéndolas en la sede diplomática para luego enviarlas a ese país europeo.
Más allá de la imagen recobrada, la recreación histórica, los géneros (dos documentales y una serie de ficción para televisión), los lenguajes y formatos utilizados, los tres son un ejercicio de memoria. Héroes invisibles, serie de seis capítulos estrenada en Finlandia el 21 de abril de 2019 en el canal Yle TV1 y la plataforma Yle Areena, tuvo un pre-estreno en el festival Sanfic en agosto de 2019, con un debut para el público por Chilevisión en septiembre de 2020. Dirigida por Mika Kurvinen y Alicia Scherson, con guión de Tarja Kylmä y Manuela Infante, la co-producción de Parox, Republic Kahio e Yle, está inspirada en el libro La Ruta Finlandesa, de Heikki Hiilamo, y fue un proyecto ganador del Fondo del Consejo Nacional de Televisión en 2017, que tardó tiempo en ver la luz.
Santiago, Italia tuvo su estreno en el Festival de Torino en 2018, pero recién es posible verla en Chile y esperamos que llegue a las salas cuando la pandemia lo permita. Producida por Italia y Chile (Le Pacte, RAI, Sacher Film y Storyboard media), construye un relato sobre los días posteriores al Golpe de 1973 y los sucesos ocurridos en la embajada de Italia, que acogió a decenas de refugiados políticos. El documental se construye a partir de testimonios y opiniones en primera persona de quienes estuvieron vinculados a ese momento en distintas circunstancias de vida o quienes aportan, desde la distancia, elementos para reconstruir ese período.
Entre otros, escuchamos a los cineastas Patricio Guzmán, que evoca su detención en el Estadio Nacional, Miguel Littin y sus recuerdos sobre la situación en Chile Films, y Carmen Castillo; a la periodista Marcia Scantelbury y su relato sobre la tortura; a Clara Szczaranski y a los diplomáticos que estuvieron involucrados en el apoyo a los chilenos asilados. Desde otro lugar, las voces de los victimarios, en entrevistas a personajes como Raúl Iturriaga Neumann en Punta Peuco.
La imagen de archivo adquiere en esta cinta un especial interés. Los planos escogidos por una parte, ponen como contrapunto la imagen del Presidente Allende y sus discursos y, por otra, recupera dolorosos momentos ocurridos al interior de la propia embajada en esos días oscuros. Es así como se muestra a Lumi Videla, la joven que fue arrojada muerta por el muro lateral de la sede diplomática por agentes de la Dictadura, que no sólo es impactante, sino que evoca el sórdido montaje que se armó para encubrir el hecho. Nuevamente reflexionamos sobre cómo una misma imagen, en distinto contexto, puede asumir dimensiones tan opuestas, esta vez, devolviéndole un sentido de verdad al poner en evidencia lo que realmente ocurrió.
El film reconstruye, de ese modo, el rol de la embajada italiana en Santiago, convertida en un espacio de asilo y gestionando el proceso de salida de los refugiados. Lo mismo ocurre en La embajada, la película de Carmen Castillo, aunque sea cuestionable el hecho de que fue una cinta hecha por encargo, probablemente para poner en valor el cuestionado rol asumido en ese momento por el gobierno de Francia, pero que bajo la mano de la realizadora adquiere otros matices: convoca testimonios y rescata voces de quienes fueron acogidos.
Ese mismo cuestionamiento es explícito en Héroes invisibles, donde las órdenes del gobierno central de Finlandia distaban mucho de la actitud activa que asumieron los diplomáticos a cargo. Tapani y Lysa Brotherus siguieron la senda marcada por su colega sueco Harald Edelstam y lograron salvar cientos de vidas de chilenos, otorgándoles refugio y gestionando su salida del país. Aunque en esta serie es la ficción la que se convierte en portadora del relato, el guión, la dirección, la dirección de arte y las actuaciones están al servicio de una historia basada en hechos reales.
Y quizás este es un buen momento para recordar a Harald Edelstam (1913-1989), que aparece como un personaje en Héroes invisibles, porque además de vidas, salvó películas. Durante el transcurso de una investigación para el libro Señales contra el olvido. Cine chileno recobrado, recogimos el testimonio de su hijo Erik Edelstam, quien narró cómo más de cien latas de La batalla de Chile llegaron a la embajada Sueca luego de haber sido rescatas por una de las colaboradoras de su padre. De allí, se fueron a Valparaíso y se embarcaron en el «Río de Janeiro» rumbo a Europa. «Peter Ahlgren, uno de los diplomáticos, viajó en auto a Valparaíso, completamente cargado con las bobinas que habían sido puestas en cajas selladas y rotuladas como correo diplomático de gran peso. Nadie tenía la autoridad para romper los sellos, excepto el Ministerio de Relaciones Exteriores en Estocolmo». Y agrega «(…) más tarde, cuando Patricio (Guzmán) fue liberado y logró salir del país, se fue a Estocolmo a la Cinemateca Sueca donde encontró todas las películas perfectamente organizadas. No faltaba ni un centímetro. Mi padre había arreglado todo eso (…)»(Erik Edelstam en Villarroel y Mardones, Señales contra el olvido. Cine chileno recobrado, 2012).
La importancia que vislumbró Edelstam en esas imágenes salvadas, permitieron que posteriormente Patricio Guzmán montara La batalla de Chile, pero también que trascendieran en el tiempo. Y otros registros, cuyas autorías hoy son casi imposibles de definir, dado que los años de la Unidad Popular, el golpe de Estado y los días posteriores fueron filmados ampliamente tanto por camarógrafos nacionales como extranjeros, son hoy material clave en la construcción de la memoria colectiva y de la memoria nacional, entendiendo la primera asociada al recuerdo de la comunidad y la segunda, en un estado de elaboración que han configurado artistas e intelectuales, construyendo diversos relatos o discursos sobre el Chile de entonces.
En el caso de Santiago, Italia y La embajada, la imagen de archivo adquiere nuevos sentidos cuando está al servicio de la memoria y de nuevas producciones cinematográficas y audiovisuales. No sólo es un registro de la época en que fue producida originalmente, es, en sí misma, un elemento constitutivo de un relato sobre nosotros los chilenos, en los fervientes sesenta y setenta, que luego atraviesa hacia el nuevo siglo con una marca indeleble. En Héroes invisibles, por otra parte, desde la ficción, se construye una narrativa que permite distinguir elementos que constituyen «un mundo histórico». El cine y, en este caso también lo aplicamos a una serie para televisión, ofrece la historia como el relato de un pasado, pero a la vez, “emocionaliza, personaliza y dramatiza la historia” (Rosenstone, 2013).
Por ello, Santiago, Italia; La embajada y Héroes invisibles, valen más que lo que representan y por la imagen en sí -como un discurso sobre la historia-, sino porque validan a la creación audiovisual como un espacio de diálogo con el pasado, el presente y el futuro.