Serie Premios Oscar (parte 2): De letras doradas a la pantalla gigante
Muchas películas ganadoras del máximo premio de Hollywood están inspiradas en libros, pero sólo un puñado en clásicos de la literatura.
Por ANDRÉS ALBURQUERQUE / Fotos: ARCHIVO
Uno de los primeros filmes conocidos fue una adaptación de “La Cenicienta” (foto principal), de los hermanos Grimm, estrenada en 1899 por Georges Méliès. Desde entonces, muchos clásicos de la literatura fueron llevados al cine.
William Shakespeare es el favorito, y por razones obvias: sus obras no sólo son magníficas, sino que como se trata de piezas de teatro, son fácilmente adaptables. Allí están “Hamlet”, “Romeo y Julieta”, “Ricardo III”, “Enrique V”, “Rey Lear” , “Otello”, “Sueño de una Noche de Verano” y otras.
Sin embargo, el único Oscar que “ganó” Shakespeare fue “Hamlet” (1948), dirigida por el extraordinario actor Laurence Olivier, quien actuó en el papel principal (por el que también fue premiado, aunque no fue a retirar su estatuilla).
Otros que se repiten con asiduidad son el dramaturgo estadounidense Tennessee Williams, quien aporta con una veintena de filmes basados en sus obras o cuyo guion directamente le pertenece. Las más destacadas, “El Zoo de cristal” (1950), “Un tranvía llamado deseo” (1951) y “La gata sobre el tejado caliente” (1958).
Tampoco podemos olvidar a los clásicos, como Homero, Charles Dickens, Julio Verne (“La vuelta al mundo en 80 días”, adaptación libre de su novela, se llevó el Oscar en 1956), Víctor Hugo, Herman Melville, Robert Louis Stevenson, Edgar Allan Poe, Arthur Miller, Thomas Mann y varios más.
Y qué hablar de las novelas de sir Arthur Conan Doyle y su infalible “Sherlock Holmes”; Agatha Christie y su no menos certero “Hércules Poirot”; o las múltiples adaptaciones de las historias de “Frankenstein” (Mary Shelley) y “Drácula” (Bram Stoker), ambas estupendas novelas, pero sólo algunas destacadas en el Séptimo Arte.
Pero no nos adelantemos. La primera gran novela ganadora de un Oscar fue “Sin novedad en el frente”, el íntimo y emotivo libro del alemán Erich Maria Remarque, con la dirección de Lewis Milestone, y que se llevó el premio gordo en la ceremonia de 1929/1930. Una joya de película.
Mientras, la periodista, redactora y escritora estadounidense Margaret Mitchell escribió sólo una novela, pero pasó a la historia por ella y especialmente por la impecable película en que se convirtió gracias a Victor Fleming: “Lo que el viento se llevó”, Oscar 1939 y con un record de estatuillas que se mantuvo por décadas: ocho (y que debieron ser nueve si hubiesen hecho justicia dándole el premio de mejor actor a Clark Gable).
Sin la fama de sus predecesores, el también estadounidense James Jones, quien sirvió en la Infantería antes y durante la Segunda Guerra Mundial, escribió dos novelas que llegaron al cine con completo éxito: “De aquí a la eternidad” y “La delgada línea roja”. La primera, un clásico imperdible, ganó ocho Oscar en 1953, y fue nominada a otros cinco.
La segunda, llevada magistralmente al cine por Terrence Malick, obtuvo siete nominaciones en 1998, pero no ganó ningún Oscar. Ese año, sin embargo, ganó una cinta irremediablemente enlazada con la literatura: “Shakespeare apasionado”, con la vida del gran escritor mientras ponía en escena “Romeo y Julieta”.
R. R. Tolkien escribió libros que por mucho tiempo se consideraron inadaptables, hasta que Peter Jackson llevó a la pantalla grande la trilogía de “El señor de los anillos”. Y la tercera entrega, en lo que es considerada una exageración y un pago de deuda por no haber premiado las cintas anteriores, “El retorno del Rey” (2003) ganó 11 Oscar, en todas las categorías en las que postulaba.
En 2007 se impuso “Sin lugar para los débiles”, dirigida por los hermanos Ethan y Joel Coen, y basada en el libro de Cormac McCarthy, quien tampoco es ajeno a la industria cinematográfica: hasta ahora, cuatro de sus 10 novelas han sido llevadas a la gran pantalla.
En otro plano, también ha habido libros de premios Nobel de Literatura llevados al cine: de Alice Munro, Camilo José Cela, Günter Grass (“El tambor de hojalata” ganó como mejor película extranjera), Gabriel García Márquez, John Steinbeck (“Las uvas de la ira” fue candidata en 1940), Rudyard Kipling (“El libro de la selva”), William Faulkner y Ernest Hemingway (“El viejo y el mar”, “Adiós a las armas”, “¿Por quién doblan las campanas?”) y George Bernard Shaw.
Pero solamente el último logró el máximo galardón de las artes cinematográficas. Fue en 1964 con “Mi bella dama”, basada en el relato “Pigmalión” y protagonizada por Audrey Hepburn y Rex Harrison como el profesor que convierte a la muchacha en toda una dama. Un verdadero cuento de hadas. Ideal para Hollywood.