Radiografía a la dupla Figueroa-Quintano: los números más allá del mito
En el fútbol chileno puede discutirse de todo, menos que ambos gigantes defensivos son nuestra mejor pareja de centrales de la historia. Más allá de sus categorías individuales, lo cierto es que como dupla protagonizaron un par de partidos míticos y otro puñado más cercano a la normalidad de nuestra historia.
Si hay un dogma en el fútbol chileno, es este.
Elías Figueroa y Alberto Quintano, nuestra mejor dupla de centrales de la historia.
Es la sentencia del imaginario colectivo de muchas generaciones de periodistas e hinchas que fueron testigos u oyentes cercanos de lo que ofreció la Roja en las últimas seis décadas. Incluso las nuevas generaciones -las de una época dorada que se desvanece- aún no se atreven a cuestionarla. Pese a que como dúo de centrales Gary Medel y Gonzalo Jara alzaron dos copas América, clasificaron a un mundial y fueron vicecampeones de una Copa Confederaciones.
Lo curioso es que esta verdad instalada sobre «Don Elías» y «El Mariscal» se sostiene en 16 partidos jugados juntos, 8 de ellos oficiales. Con dos hitos gloriosos y poco más que exhibir.
Con la perspectiva que da el paso de los años, vale la pena radiografiar a esta dupla de estampa y trayectoria imponentes. Que anota curiosidades ya olvidadas, como que Figueroa hizo pareja más con Humberto «Chita» Cruz (19 partidos) y que Quintano casi hizo lo propio con Gustavo Laube (12 partidos).
Pero no fue culpa de ellos la escasez de desafíos conjuntos y que recién coincidieran en la selección a casi una década de sus respectivos estrenos profesionales . Todo se explica por el derrotero de sus carreras y la época en que les correspondió jugar.
Figueroa y Quintano -de 1.88 el primero, de 1.86 el segundo- nacieron en 1946 y llegaron a la selección con dos años de diferencia.
«Don Elías» debutó en 1965, cuando ya había retornado a Wanderers tras un préstamo de un año en Unión La Calera, venciendo por 3-1 a Alianza de Lima, en encuentro amistoso. Luego, a comienzos de 1966, formó parte del cuadro titular perdiendo 0-2 contra la Unión Soviética en un partido también no oficial, y prolongó su primera etapa hasta el Sudamericano de 1967, pasando antes por el Mundial de 1966, en Inglaterra, donde fue titular absoluto, tras lo cual firmó por Peñarol y después por Internacional, desapareciendo de la selección hasta el mítico empate 0-0 en Moscú.
Prácticamente seis años fuera de la Roja estuvo Elías. Ausencia que repetiría después, entre 1975 y 1977, año cuando retornó para disputar las clasificatorias a Argentina 1978. Ya instalado en Chile, jugó la fase final de la Copa América de 1979 y las clasificatorias y el Mundial de España 1982. Dijo adiós a los 36 años.
Quintano emergió después del Sudamericano del ’67, en un triunfo amistoso 1-0 sobre Argentina. Luego extendió su primer ciclo rojo hasta las clasificatorias de México 1970. Un año después emigró al Cruz Azul y dos años más tarde reapareció en la lucha contra Perú y la Unión Soviética. Reasomó en 1977 para los amistosos previos a la dolorosa clasificatoria perdida con Perú. Se retiró de la Roja en la derrota 0-3 contra Paraguay, en el partido de ida de la final del Campeonato Sudamericano de 1979. Dejó la Roja a los 33 años.
Aunque Figueroa disputó 81 partidos internacionales y Quintano 59 -números más que respetables, aunque distantes de los emblemas de la «generación dorada»- a ambos les perjudicó vivir un período en que irse al extranjero significaba un genuino exilio, porque los clubes contratantes no estaban obligados a prestar a sus astros a sus combinados nacionales. Tanto así, que, cuando Figueroa militaba en Peñarol, no pudo estar en las clasificatorias a México 1970 que enfrentó en un mismo grupo a Chile con Ecuador y…Uruguay.
Tampoco les ayudó a sumar como pareja de centrales la escasez de partidos de selecciones. En esos años las clasificatorias sudamericanas no eran con el formato de “todos contra todos”, como lo fueron a partir de Francia ‘98. Se armaban dos grupos de a tres y uno de cuatro (no habiendo un campeón vigente de esta parte del mundo), en que cada selección apenas disputaba generalmente sólo cuatro duelos. También influyó el que no hubiera fechas FIFA que facilitaran organizar encuentros amistosos.
Por los puntos, entonces, gozar a esta dupla se limitó al duelo con la URSS, los tres partidos del Mundial de Alemania contra el local, la otra Alemania y Australia, y los cuatro enfrentamientos clasificatorios al Mundial de Argentina frente a Perú y Ecuador.
¿Balance?
Dos triunfos sobre Ecuador; cuatro empates, ante la URSS, República Democrática Alemana, Australia y Perú; y dos derrotas, ante la República Federal Alemana y Perú.
En los amistosos, la suma consigna tres victorias, un empate y cuatro pérdidas.
Cómo surgió la leyenda
Si algo retrata fielmente la estatura futbolística Figueroa y Quintano es haber debutado como dupla en el peor de los escenarios, el Estadio Lenin de Moscú, 15 días después del Golpe de Estado, en la igualdad 0-0 contra la Unión Soviética por entonces vicecampeona de Europa.
De ese encuentro sólo hay testimonios. Pero el sólo empate jugando la Roja casi todo el partido encerrada en el área propia zanja cualquier discusión sobre el mérito de esa hazaña. Sin haber compartido nunca antes en cancha, ambos jugaron como si se conociesen de toda la vida.
Luego, que la inasistencia de los soviéticos al encuentro de vuelta en el Nacional facilitase la clasificación chilena a Alemania 1974, no es culpa de nuestra selección, aunque siempre quedará la duda de cómo habría enfrentado Chile un duelo presionado a buscar el triunfo. Lo que sí ocurrió la tarde del 21 de noviembre de 1973 es que el Santos de Brasil, elegido para celebrar la clasificación ante la ausencia soviética, encajó un 5-0 con una exhibición memorable del puntero izquierdo Edú.
El segundo desafío oficial afrontado juntos reforzó la leyenda. Y de ello sí son testigos todos los que vieron por televisión cómo en el partido inaugural del mundial Figueroa y Quintano lideraron la muralla chilena contra la Alemania Federal que sería finalmente campeona por segunda vez en su historia. Solo el zurdazo de Paul Breitner, desde fuera del área, doblegó la resistencia nacional y del meta Leopoldo “Polo” Vallejos, marcando el único gol del cotejo.
Enseguida vino la igualdad 1-1 con la Alemania del Este (la RDA). Más que el trabajo defensivo, de este cotejo lo que quedó en la memoria fueron los arrestos ofensivos de Figueroa, que por poco no significaron el triunfo.
Posiblemente fueron esos dos encuentros los que lo instalaron en el equipo ideal del mundial y llevaron tiempo después a Franz Beckenbauer a calificar a «Don Elías» como uno de los mejores centrales de la historia. Ello, y, por supuesto, los tres títulos de «Mejor Jugador de América» obtenidos en 1974, 1975 y 1976.
Tras el pináculo vinieron actuaciones matizadas que terminaron muy mal con la eliminación en Lima del Mundial de Argentina 1978 y el «Cholo» Sotil cabeceando entre nuestros dos gigantes para marcar el 2-0 mortal. De nada sirvieron los triunfos ante Ecuador, uno de ellos con un gol de Figueroa.
Poco más que decir después. Hacia fines del mismo año 78 Chile perdió 2-4 un amistoso con Escocia, en una fría noche de junio en el Nacional. Hasta nuestra dupla de oro crujió ante la velocidad británica, que vivió en los años 70 su mejor época.
Finalmente, dos amistosos contra Ecuador en junio de 1979 -igualdad en Santiago y derrota en Guayaquil- significaron el adiós de la dupla.
No fue la mejor despedida. Pero la tarea ya había sido cumplida un lustro antes, en Moscú y en Berlín. Eso bastó para que el fútbol chileno los instalara en el Olimpo.