Óscar Arriagada: “Ángel Parra es uno de los guitarristas más completos que he conocido”
Uno de los músicos más genuinos de la música chilena y autor del popular tema “El twist del esqueleto”, conversó en exclusiva con El Ágora para recordar viejos hitos musicales y contarnos sobre sus diversos planes actuales.
Óscar Arriagada es uno de los guitarristas fundamentales de nuestra historia de la música popular. Ya que no es tan sólo uno de los autores de uno de los mayores éxitos radiales de los 60 en Chile, sino que también ejerció como productor musical, compositor y músico de estudio y a la vez se proyectó como empresario de multitudinarias giras con artistas nacionales que manejaba desde su oficina en el Teatro Caupolicán de Santiago.
Si bien su fama llegó con la célebre canción “El twist del esqueleto”, su leyenda se ha acrecentado con los años, obteniendo elogios de todos los sectores de la escena chilena. Además de considerarse un guitarrista polifacético, ya que no solamente interpreta temas rocanroleros, porque igualmente integra a su repertorio canciones tropicales, boleros, tangos y hasta valses peruanos.
En la década de los 2000 volvió a los escenarios junto a Ángel Parra Trío, con quienes desarrolló una profunda amistad musical y con los que también grabó un disco (“Playa Solitaria”, 2005) que lo situó nuevamente en las ligas mayores de la escena chilena. Actualmente se encuentra trabajando nuevamente con su actual banda -Los Nuevos Dixon-, después de un paréntesis, y planificando la celebración de sus 60 años de música.
La versatilidad de un guitarrista
-Óscar, ¿cómo empezaste en esto de la música popular?
“Toda mi vida, trabajé primero como empresario. Pero antes, en Puente Alto armé con unos compañeros un grupo, el Trío Maracaibo, con el que cantábamos música melódica. Por ejemplo, boleros, valses peruanos, guarachas. Luego, junto a Valentín Trujillo y su set de acompañamiento, grabamos doscientas canciones para Odeón. Y a los seis meses, cuando vi que el número estaba sonando por todos lados, me empezaron a llamar bastante, y ahí me dije: ‘Siempre tuve la idea desde niño, de ser músico, pero a la vez empresario’, donde mi sueño era hacer una gira.
Con el Trío Maracaibo programé finalmente una gira al norte, hasta Arequipa. Llenamos todos los teatros desde Ovalle hasta Perú, y luego volvimos y repetimos Arequipa y todo el resto de las plazas para el sur. Yo dije: ‘Acá está’, y cuando volví a Santiago me contrató inmediatamente la RCA, como productor, a los 19 años. Y empezamos a grabar a artistas como Danny Chilean, Ginette Acevedo, Sergio Inostroza, y yo con mi guitarra acompañando, a veces con Valentín junto con todos sus músicos, más el grupo que yo tenía en ese momento, con el que hacíamos voces y todo.
Entonces, me quedé en la RCA trabajando, grababa para Odeón, y en unos tres años hicimos como cuatrocientas producciones. Yo era como un director musical, los dirigía a todos, y tenía hasta un sofá cama en el sello.
En los estudios trabajaba con el ingeniero Luis Torrejón y estaba también su ayudante, Fernando Mateo. En ese tiempo se grababa todo con cinta. ¡Toma uno! Y yo llevaba de cada canción la letra. Mateo nos indicaba cuando había un problema en el registro: ‘Del número tanto al número tanto hay una falla. Hay que revisar otra de las versiones que no tengan fallas’. Y sacaban un pedazo de cinta y lo agregaban a la versión registrada que estaba buena. Así se montaban las canciones ¡Era un trabajo de chino! Pero, Las grabaciones de esa época todavía tienen calidad. Las dinámicas de sonido hechas en los años ’60”.
Agente de giras nacionales
-¿Cómo fue que ejerciste de empresario?
“Cuando yo empecé a hacer la gira del ‘Show 007’, tenía una oficina de producción en el Teatro Caupolicán, la que estuvo activa durante diez años. De ahí yo manejé todo ese show, con 72 giras, de Arica a Punta Arenas. Todo el mes. A veces llegábamos hasta Perú, luego nos devolvíamos, uno o dos días de descanso y partíamos de nuevo al sur. Llegábamos a Puerto Montt con la compañía completa y yo la dividía en dos. La A y la B. La A se iba a Quellón y la B se iba a Vicuña, donde empezaba a hacer todos los pueblos que no habíamos hecho con la gira grande. Luego, hacíamos el Caupolicán, y los del sur seguían al norte, y los del norte se iban al sur. Trabajábamos todos los días, y con mi empresa manejábamos alrededor del 60% de las producciones nacionales. Todos los domingos teníamos un festival en el Caupolicán, duraba dos horas y media y cada cantante hacía tres o cuatro temas”.
La historia de un éxito radial
-¿Cómo fue que compusiste “El twist del esqueleto”?
“La simpleza en la música es fundamental, porque tú escuchas ‘El twist del esqueleto’ y lo es. Y esa también fue una idea de una persona que trabajó conmigo en Radio Minería y que yo admiro mucho, que es René Calderón. Él era mi pianista. Yo tenía los Dixon, con una segunda guitarra, el baterista, un bajista y entró René porque acompañábamos un programa que se llamaba ‘Savory Hits’, que lo animaban Poncho Pérez (locutor), con Gloria Benavides. Y acompañábamos todos los días 6, 8 o 10 canciones de los cantantes, en el auditorio de Minería, ahí en Calle Agustinas, entre Estado y Ahumada. Y la RCA estaba en el sexto piso, en un edificio para dentro en Tenderini.
¿Entonces, qué pasa? Me dice Gloria Benavides: ‘Óscar. Búscate una melodía bien oreja, festiva, media de jazz, para que toquen ustedes y podamos separar tandas. Así nosotros hablamos de un auspiciador o del programa y con esa música del fondo. ¡Lo más oreja posible!”. Y empecé a buscar, a buscar y no encontraba ninguna. Pero, de repente en un tema de Sergio Inostroza que estábamos tocando, le hago una seña a René Calderón para que improvise en medio y hace unas notas en el piano que no son de la canción. Yo paro el ensayo y le digo: ‘¿Qué fue lo que tocaste? Hiciste una improvisación muy oreja. Repítela’. Y René volvió a intentar sacarlas (las notas), pero no llegó a lo que había tocado.
Sin embargo, todo lo que tocó Calderón se parecía mucho a eso. Y René Donoso, segunda guitarra y bajista en los shows, dice: ‘Es más simple lo que está tocando’. Y yo le respondí: ‘¿No será una cosa así?’, y quedó (la melodía del esqueleto). Luego, lo tocábamos en un tono, como música de fondo, mientras hablaban en el programa.
Después, fuimos un día a grabar con Basilio, un cantante del sur, una producción con Valentín Trujillo y sus músicos. Estaban Óscar Moya en el saxo alto, Iván Cazabón en el bajo y Arturo Giolito en la batería. En medio de la grabación, nos dan un vale para ir a almorzar a la cafetería de arriba del edificio, de 1 a 2 pm, y Basilio pidió permiso, porque tenía que hacer.
Y resulta, que cuando volvimos al estudio a las 2 pm, Basilio no estaba. Pasaron unos minutos y Rubén Nouzeilles, director argentino del sello, nos dijo: ‘¿Qué pasa? No ha llegado Basilio, Espérenlo’. Y ahí Valentín me dice: ‘¿Oye, esa melodía que tocan en la Minería de quién es?’. –‘La compusimos con René Calderón’-, le respondí y le toqué la primera voz. –‘A ver, tócala un poco más lento’-, me dice nuevamente Valentín y sacó la segunda voz en el piano. Y Giolito dice: ‘Hagámoslo twist’, empezó a tocar la batería, Cazabón lo siguió, y repentinamente regresó Nouzeilles. –‘Esa melodía quiero que la graben ahora, le ponen gritos, un coro o lo que quieran ponerle, pero yo quiero esa melodía como twist, para hacer un single. ¿Tienen otro tema instrumental ustedes como cara B? ¿Conocido o no conocido?, pero me interesa ante todo el twist’-. Y lo único que se me ocurrió ponerle al tema fue: ‘Mira cómo baila el esqueleto, cómo se menea por completo’. Es una genialidad tal vez y no porque lo haya hecho yo.
Tiempo después, Florcita Motuda me preguntó: ‘¿Quién sacó el esqueleto?’, – ‘Yo, saqué la letra y le complementé la vuelta de la armonía. Óscar Moya puso su solo y Valentín Trujillo tocó la segunda voz. Con mi grupo hicimos el coro, y uno de ellos hizo la risa’-, le dije. A la semana salió la canción en la radio, porque el domingo se estrenaba la novedad de la semana y la debutaron inmediatamente.
Yo había ido a comprar la carne ese día, venía de la carnicería y justo escucho el tema. No la quería creer… Fue todo rapidísimo y estaba en todos lados, lo debo haber escuchado antes de llegar a mi casa unas 4 o 5 veces. Se vendieron 350.000 copias en dos meses. Antes del año había vendido un millón de copias, fue una enfermedad musical. Eso fue en 1965, y el disco salió como Óscar Arriagada y su conjunto. Ahí llegó Fernando Maldonado como tecladista y acordeonista y ahí recién le puse al grupo Los Dixon”.
Dos titanes en el escenario: Óscar Arriagada y Ángel Parra
-¿Cómo fue su relación musical con Ángel Parra Trío?
“Con Ángel (Parra) siempre tuvimos una relación muy simpática. Nunca él minimizó mi trabajo, siempre me respetó, siempre me dio el lugar que correspondía y más de lo que yo esperaba. Porque en ese tiempo yo estaba fuera de la música.
Ángel fue y dio una entrevista en Radio Bío-Bío, y yo andaba por el sur, en Temuco. Pero un amigo de acá de Santiago me llama y me dice: ‘Negro, acaba de estar Ángel Parra en la radio y habló maravillas de ti. Porque quiere ubicarte y quiere conocerte’. Entonces, llamé a la radio, Ángel ya se había ido, pero me comunicaron con la productora del programa. Ella me dio el teléfono de él, y lo llamé.
No tenía guitarra, me conseguí una en Temuco de esas a parafina y le puse una cápsula. La arreglé lo que más pude y me vine a Santiago. Ensayamos una vez y montamos doce temas. Ellos ya tocaban la mayoría de las canciones. Estaban Titae, Ángel, Moncho Pérez y Raúl Morales. Todos excelentes músicos.
Yo admiro a Ángel Parra, porque para mí Ángel es uno de los guitarristas más completos que yo he conocido en mi vida. Lo digo con harta humildad, porque estuve en Argentina, en México estuve diez años, también estuve en Estados Unidos, en Centroamérica y en Perú y no he visto otro músico con el talento que tiene él”.
El deslumbramiento de Jorge González
-¿Y la versión de “El rock del esqueleto” que grabas con Ángel Parra Trío y Jorge González cómo se gestó?
“Estábamos grabando la producción (disco) con Ángel Parra Trío en los estudios de la Uniacc. Incluso, grabamos un domingo, y me dice Titae: ‘Anoche en una disco me encontré con Jorge González, le conté que estábamos trabajando contigo y me dice que es tu admirador’. Y lo invité a Jorge, le dije que viniera a la grabación, a ver si podíamos hacer algo. –‘Encantado’-, me respondió.
Le dije que el lunes nos encontrábamos a las 11:00 en la Uniacc. Y yo que siempre llegaba media hora antes, llegué y ya estaba Jorge González. –‘Hola Jorge’-, – ‘¡Óscar!’-, me dice. Y nos dimos un tremendo abrazo como si fuéramos muy amigos y no nos hubiéramos visto en años. Lo invité a tomar desayuno, me habló maravillas de todo y me dijo: ‘Es un sueño poder hacer algo con ustedes, yo quiero mucho a los muchachos y a ti. Tengo un estudio de grabación en mi casa’. Y estuve muchas veces ahí, quedaba saliendo de Las Vizcachas para arriba, en medio de unas piedras, de unas rocas, donde hizo una casa, y tenía un funicular chiquitito en el que subías con los instrumentos al estudio, que es de maravilla.
Bueno, ‘El twist del esqueleto’ no tenía más que las diez palabras del tema original, le dije al garzón si me podía prestar un lápiz, y abrí una servilleta y en unos minutos le puse otra letra adicional. –‘¿Qué estás haciendo?’-, me dijo Jorge. –‘Estoy haciendo algo para que grabes el esqueleto’-. Le respondí. –‘Pero ¿cómo y ahora?’-, siguió González. –‘Sí, ahora. Mira, la primera parte dice: mira cómo baila el esqueleto, cómo se menea por completo. Y le vamos a agregar: ven y gocemos, este baile que me tiene vuelto loco de la cabeza a los pies. Y para bailar el esqueleto solo tienes que mover el cuerpo con tal frenesí y movimiento, pero que se mueva por completo. Cuando lo bailes sentirás cositas ricas en tu cuerpo que te hará bailar así. Yo tengo un esqueleto que le gusta bailar, no se está nunca quieto y no quiere parar… Esqueleto, cómo se menea por completo’-, le respondí. –‘¡Extraordinario!’-, me dice Jorge.
Yo pensé que Jorge González no iba a llegar y era el primero que estaba ahí en el estudio. Nos hicimos muy amigos, iba a su casa incluso y algunas veces almorcé con su familia. Me contó parte de su vida, de Los Prisioneros, de su música, todo. Es un genio musical Jorge”.
Óscar Arriagada & Los Nuevos Dixon
-¿Cuáles han sido tus últimas actividades en la música?
“Formé un grupo con músicos de Tiltil y le llamamos Los Nuevos Dixon. Hicimos un documental, hicimos una actuación para el día de la música en la SCD y también un evento bien importante, el Festival Talento Crudo de Francisco Conejera, en el Espacio Matta de La Granja, y donde nos llevaron sin ningún aviso, sin ninguna publicidad y escondidos prácticamente de la gente que estaba ahí, que eran puros músicos, puros rockeros.
Llegamos a las 3 de la tarde, después era tardísimo y aún estaban actuando las numerosas bandas que había para la final. Pasaba el tiempo y le dije a los muchachos: ‘¿Saben qué? Aquí nos van a pifiar, nos van a matar’, mientras todo el resto de los grupos seguían tocando de una a dos canciones en el escenario.
Al final, nos tocó el cierre, nos anunciaron e hicimos 14 canciones. Y fue una cosa, pero ¡muy, muy buena! Aquello fue a finales (octubre) del 2018, luego falleció mi madre, y eso me dejó muy mal.
Durante el estallido social y luego en la pandemia, armé un estudio de grabación digital en la casa. Me puse a trabajar en distintas producciones, las grabé y están aún ahí esperando, porque no estaba el momento para hacer los lanzamientos. Y hasta hoy he decidido seguir trabajando solamente con la luthería”.