[Opinión] ¿Vocación u oportunismo?

Imagen del autor

Por Marco Sotomayor
Actualizado el 27 de octubre de 2016 - 12:52 pm

La avalancha de ex futbolistas y deportistas en general durante el reciente proceso electoral de alcaldes y concejales, abre la duda acerca de la motivación última de quienes algún día fueron ídolos en sus respectivas disciplinas y que pretendieron -con éxito, en algunos casos- alcanzar un cargo político en las diferentes comunas de nuestro país.

Por una parte, podríamos sospechar de una súbita vocación por el servicio público de estos (as) cracks en retiro. Algo hay de eso, pese a que cuando están vigentes y acumulan portadas e imágenes en los medios de prensa, el tema político no suele estar presente en sus agendas. “Soy deportista, de política no opino…”, es una respuesta frecuente que escuchamos cuando son llamados a hablar de la contingencia.

Hay excepciones, por supuesto: Carlos Caszely nunca ocultó su ideología (de izquierda), incluso en dictadura. Lo mismo que Mario Moreno, el “Súperclase”, quien jugó el Mundial del ‘62 y figura en los albores del movimiento sindical de los futbolistas criollos.

Por la vereda contraria, Elías Figueroa y Hans Gildemeister apoyaron públicamente a Pinochet.

En nuestra extraña democracia, Iván Zamorano asomó como un claro concertacionista (hasta que apareció respaldando a Joaquín Lavín), mientras que varios jugadores de la actual Roja (la bicampeona de América) son amigos personales de la presidenta Bachelet, comenzando por Arturo Vidal.

En los comicios del pasado fin de semana, la lista de viejas o recientes glorias del deporte chileno llamó la atención, como también el hecho de que muchos fueron apoyados por partidos de derecha o extrema derecha, pese a que su origen está en sectores populares -y hasta marginales- de nuestra sociedad.

La otra hipótesis apunta a que este grupo de ex deportistas ve en la política un nicho para asegurar un salario más que “reguleque” y, cómo no, la importante figuración mediática que siempre se echa de menos…

No tengo certezas sobre la “motivación última” que planteo al inicio de esta columna, sólo me gustaría ver a los grandes futbolistas o exponentes de otras disciplinas aprovechar sus momentos de gloria para mostrarse en dimensiones igualmente trascendentes: ahí, cuando su popularidad está en la cima; cuando se convierten en esporádicos (o permanentes) líderes de opinión; cuando las palabras pesan más, producto de sus marcas deportivas, es el momento para abordar temas sociales o culturales, como hemos escuchado a Jean Beausejour en el último tiempo.

Hacerlo después suena a buscar una peguita en un determinado edificio consistorial. Suena a oportunismo.

Este comentario también lo puedes leer en el periódico Cambio 21.