[Opinión] La «Revolución» del capitán Guede y del alférez Beccacece

Imagen del autor

Por Daniel Pérez Pavez
Actualizado el 19 de julio de 2016 - 12:42 am

Colo Colo y Universidad de Chile llegan al torneo con la promesa de remecer al fútbol chileno con la propuesta de sus técnicos, uno que hizo carrera hasta lograr un grado en Palestino y San Lorenzo y otro que recién empuña las armas y que -a despecho del tremendo apoyo logístico- deja dudas respecto a su real capacidad estretégica.

Las «revoluciones» en el fútbol chileno, como extensión del los fenómenos futbolísticos que irrumpen en referentes externos como Argentina, Brasil o Alemania, son tan antiguas como frecuentes y ya la llegada de Francisco Platko al Colo Colo renovador de 1939 obtuvo ese rótulo por los cambios que introdujo a un medio de incipiente profesionalismo. Luego de esa época, múltiples otros procesos de equipos y selecciones alcanzaron la misma categoría, en una consagración tradicionalmente impulsada por los medios y sólo eventuales repercusiones prácticas en la cancha. De ese modo, en el fútbol chileno hubo muchas supuestas revoluciones, pero pocos «revolucionarios» verdaderos que dejaran huella como Fernando Riera, Luis Àlamos, Mirko Jozic y Marcelo Bielsa, entre otros.

Esta vez, en un universo mediático distinto donde las redes sociales y el marketing aportan sus fuegos artificiales al escenario doméstico, es el turno de dos «revoluciones· que se ciernen sobre el campeonato que despunta este fin de semana: la de Pablo Guede en Colo Colo y la de Sebastian Beccacece en Universidad de Chile.

Dos técnicos jóvenes y sin esa «historia» que se construye con los años y el prestigio prolongado asoman en una disputa que focaliza los atractivos del torneo venidero en, coincidentemente, los animadores convencionales de la liga criolla.

En rigor, se trata de casos tan particulares como contrastantes, como aristas igual de pintorescas que contribuyentes al magnetismo que les rodea.

Pablo Guede construyò su imagen de técnico renovador en el modesto Palestino que alcanzó las alturas coperas internacionales con un plantel discreto y una dinàmica avasalladora en la cancha. Luego vino el salto natural a su país para ratificar sus proyecciones en un San Lorenzo que cayó con estrépito en la final del torneo trasandino. Ahora se reinserta en Chile al mando del mismo Colo Colo que campeonó con el chileno José Luis Sierra, finalmente desairado por una decisión directiva que lo dejó entregado a su suerte y sin sustento para continuar en la tutela de un plantel complejo.

Sebastián Beccacece no construyó nada, hasta hoy. Eterno ayudante de Jorge Sampaoli desde la aventura inicial frustrada en O’Higgins hasta los logros alcanzados varias temporadas después en Universidad de Chile y la Selección mundialista y campeona de Copa América, se hizo entrenador por fuerza mayor cuando Sampaoli integró como su ayudante al español Juan Manuel Lillo -hoy su mano derecha en Sevilla- y la generosidad del financista Carlos Heller le abrió las puertas de la «U» para liderar un proceso de recursos millonarios y exigencias superlativas.

Hasta hoy, Heller le llevó al argentino los mejores jugadores del mercado -incluyendo a la Gata Fernández, Felipe Mora y Jean Beausejour- como último intento de potenciar un equipo que fracasó en el torneo anterior. La «U» de este torneo se convirtió, con el paso del tiempo, en la obsesión del presidente azul, que blindó con el arsenal más poderoso a una «U» que afronta una tremenda incógnita: la verdadera capacidad estratégica de un técnico sin recorrido ni bagaje práctico. Incluso, el patriarca Heller inyectó al cuerpo técnico la presencia del veterano PF Luis María Bonini, desechado por Bielsa para su salto europeo tras el Mundial de Sudáfrica. Dos amistoso recientes ante Estudiantes y Peñarol mostraron a un cuadro universitario bien dotado de individualidades, aunque todavía sin el poderío que anhelan sus simpatizantes.

En el umbral del Apertura 2016, el Colo Colo de Guede y la «U» de Beccacece asoman como dos fuerzas atrayentes en un duelo de «colosos» digitados por controladores argentinos.

Mientras los hinchas blancos y azules sueñan con disfrutar aquella «revolución» que sus equipos prometen plasmar en la cancha, la prensa personaliza en ambos técnicos -uno ganador y otro sin registro- aquella «revolución» que tantas veces vivió episodio decepcionantes…