[Opinión] El conejo del sombrero

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Por Marco Sotomayor
Actualizado el 8 de noviembre de 2016 - 4:47 pm

Juan Antonio Pizzi desconcertó al medio con la nominación para esta doble clasificatoria del portero Gabriel Castellón, de Santiago Wanderers.

La sorpresa fue doble: primero, dado que es francamente inusual convocar a cuatro arqueros para este tipo de partidos; segundo, porque abre el debate sobre si Castellón (apodado “Conejo” por su dentadura de roedor) es el meta con mayores proyecciones del balompié criollo.

Para explicar la presencia del porteño en Juan Pinto Durán, cercanos a Pizzi han señalado (extraoficialmente) que dada la situación de Claudio Bravo, quien está a una tarjeta amarilla de quedar suspendido, se optó por el sabio camino de la prevención: si el capitán queda marginado del partido Chile-Uruguay, la Roja siempre mantendrá tres hombres para esa función; sino, igual servirá para que Castellón se familiarice con los seleccionados, pensando en el ya famoso y escaso recambio generacional: sólo tiene 23 años.

Sin embargo, en este turbio mundillo de los intereses económicos que envuelve al fútbol profesional, la situación del “Conejo” también resiste otras interpretaciones, sobre todo porque detrás suyo está el empresario Fernando Felicevich.

Este publicista argentino literalmente se “forró” cuando comenzó a representar a jugadores chilenos que terminaron en el fútbol europeo, y que ahora son parte de la base del actual plantel de la Roja: Gary Medel, Alexis Sánchez y Arturo Vidal, además de Erick Pulgar, Felipe Gutiérrez y Eugenio Mena.

Castellón forma parte de su “corral” desde el año pasado. Coincidentemente por esas fechas, el portero comenzó a tener entredichos con la directiva wanderina por temas contractuales y porque deseaba partir a clubes extranjeros. Recordemos que el “Conejo” hacía banca detrás del titular indiscutido: Mauricio Viana, quien ahora ataja en México.

Felicevich necesita comenzar a reeditar su inversión: una forma de hacerlo es apelar a una pequeña presión para que el arquero aparezca en la nómina oficial de Chile, pues hasta el momento Castellón apenas es conocido en el medio local y reconocido en el puerto, a la altura de la caleta El Membrillo.

¿Tiene este personaje tanta fuerza como para generar una instancia así? La tiene. Felicevich forma parte de los poderes fácticos en torno de esta actividad, con la influencia necesaria para pasearse por Juan Pinto Durán como Pedro por su casa, como lo hacía en la época de Claudio Borghi; para forzar cambios de sponsors (lo padeció la ex marca de vestuario deportivo ligado con la Selección), y -¿por qué no?- para colocar a otro más de sus representados dentro del plantel.

No es necesario que levante el teléfono para hablar con Pizzi o con alguien de su círculo: basta que envíe un mensaje a través de sus muchos jugadores convocados. Algo leve, sutil, pero contundente.

Una situación parecida la vivió Uruguay no hace mucho, por culpa del entonces todopoderoso Paco Casal, “dueño” de las principales figuras de la Celeste. Su poder llegó a extremos de colocar y sacar jugadores y técnicos, amén de otras maniobras. Y el fútbol charrúa lo pasó mal.

Castellón es un buen portero, con interesantes perspectivas de consolidación en escenarios más exigentes, aunque no sé si llegará a convertirse en un gran arquero. En Chile, al menos, hay algunos con iguales condiciones. Uno de ellos es Bryan Cortés, de Deportes Iquique.

Como sea, Pizzi -insisto- sorprendió con su llamado. Cuatro arqueros en un plantel suena como un exceso, casi como hacina- miento. ¿Presión o prevención? Por estos momentos Castellón más parece un conejo salido de un truco de magia o de otro tipo de trucos…

Este comentario también lo puedes leer en el periódico Cambio 21.