Ocho vacantes para los clubes chilenos en la “cofradía” sudamericana
Por razones políticas, Conmebol aumentó los cupos en una democratizada Copa Libertadores que tendrá 44 participantes. El anuncio exige readecuaciones reglamentarias en el medio local, mientras se cuestiona la jerarquía de los equipos chilenos para responder internacionalmente a la nueva cuota.
Las últimas investigaciones judiciales enfocadas en los escándalos de la Fifa y sus distintas confederaciones -incluyendo la Conmebol y sus escándalos por los sobornos derivados de los derechos de televisación- han provocado cambios de todo tipo en formatos, reglamentos y sistemas de campeonatos, dando origen a una reestructuración forzada que derivó -por ejemplo- en los recientes anuncios de una Copa Libertadores con 44 clubes y el reajuste de ganancias para los diez países participantes.
Por ejemplo, en su última reunión la Conmebol ratificó algunas medidas que incidirán significativamente en el orden y la calendarización del fútbol chileno, que hoy funciona de manera insólita con un modelo europeo y está cerrando 2016 con un torneo de… Apertura. Esa locura pergeñada por Jadue seguramente será modificada en el último consejo de presidentes de esta temporada, así como el límite de refuerzos y extranjeros.
Desde 2017, la Copa Libertadores se desarrollará en un formato anual que iría desde finales de enero o comienzos de febrero hasta finales de noviembre o principios de diciembre. Asimismo, se adoptó un calendario anual para la Copa Sudamericana, que iría desde marzo hasta comienzos de diciembre, que permite un mayor equilibrio en la calendarización de los partidos. Asimismo, 44 clubes jugarán la Libertadores, y una de las seis nuevas plazas será asignada al campeón de la última edición de la Copa Sudamericana, mientras que las otras cinco serán distribuidas entre Brasil, que tendrá dos plazas adicionales, y Argentina, Colombia y Chile, con una más cada una.
“Estas mejoras buscan elevar la calidad de nuestros torneos para generar más ingresos que nos permitan invertir más recursos en el desarrollo del fútbol, en todos sus formatos, y cerrar la brecha económica que viene socavando nuestra competitividad deportiva”, explicó Alejandro Domínguez, presidente de Conmebol.
Más allá de las motivaciones voluntarias o forzadas que tuvo la Conmebol, el anuncio obliga a una readecuación en diversos sentidos. No sólo la formación de la Liga Sudamericana encabezada por el poderosos Boca Juniors obligó a la Conmebol a ofrecer un nuevo producto a sus afiliados, sino que la publicación de una serie de contratos de TV y sponsorización a causa de los líos judiciales llevaron a las instituciones sudamericanas a reclamar una mayor rentabilidad en los millonarios recursos que pasan por el cuestionado Comité Ejecutivo de la Conmebol en Asunción.
Aún empecinada en iniciar una nueva etapa administrativa sin saldar la anterior, la ANFP necesitará gestión y trabajo técnico para adaptarse a las nuevas necesidades. Mientras sobre Quilín siguen cayendo demandas de los mismos ejecutivos que antes la desvalijaron, el directorio de Arturo Salah tendrá que resolver la forma de acceder al nuevo cupo en la Libertadores y encontrar una fórmula de consenso que allane el camino a la participación record de equipo nacionales en torneos continentales: por primera vez serán ocho, cuatro en la Libertadores y cuatro en la Sudamericana, en una cuota generosa y cuestionable a la luz de la estadística de las últimas participaciones criollas.
El número de contrataciones al culminar el año, el cupo de extranjeros e incluso los periodos de vacaciones de los futbolistas exigirán una reformulación que, evidentemente, debe partir por retornar el calendario a su esquema anual clásico, dejando atrás la estúpida idea de homologarnos con la temporada europea.
De momento, la ANFP que anunció cómo un triunfo lograr un cupo más de Conmebol para la Libertadores, porque lo que significa en términos económicos. Sin embargo, por otra parte ello representa una mayor responsabilidad institucional y exigencia deportiva para los equipos que aspiren a esa recompensa de ser el cuarto chileno en el certamen ganado por Colo Colo en 1991.
Aunque la reglamentación local permitirá que algunos clubes vayan indistintamente a ambas copas, en el inicio del debate interno para aplicar los ajustes respectivos es imperativo plantearse si Chile dispone realmente de 8 equipos con real jerarquía para llevar la bandera chilena en ambas competiciones internacionales. En rigor, el aumento de la “matrícula” significa un estímulo económico importante por el solo hecho de clasificar a las copas, pero el desafío también reclama la honestidad necesaria para definir si los equipos locales irán a participar sólo por el bono de incorporación a la cofradía sudamericana, o verdaderamente tendrán pretensiones más ambiciosas…
Este análisis también lo puedes leer en el periódico Cambio 21.