Nuevo entrenador en la U: lo bueno, lo malo y lo curioso

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Por Julio Salviat
Actualizado el 11 de diciembre de 2021 - 2:56 pm

Santiago Escobar llega para cambiar el deteriorado rumbo futbolístico de Universidad de Chile y para poner al equipo en órbita internacional. Y lo hace con optimismo en la mente, dolores en el alma y un calvario en el cuerpo.

Por JULIO SALVIAT

Tiene el mismo tono de piel, muy oscuro, de Francisco Maturana. Y se ha convertido en uno de los seguidores más fieles al estilo futbolístico y las costumbres humanas del renombrado entrenador colombiano.

El rostro de Santiago Escobar Saldarriaga se hará familiar para los chilenos desde el 3 de enero del ya cercano próximo año, cuando el plantel de Universidad de Chile se presente después de las vacaciones para un chequeo médico previo a la habitual pretemporada de los días veraniegos.

En este entrenador de 57 años tiene cifradas la U sus esperanzas de darle un vuelco al deteriorado nivel futbolístico demostrado en los últimos tres años. Salvada milagrosamente del descenso gracias a la suspensión del campeonato en 2020, el equipo azul volvió a librarse este año cuando faltando diez minutos para el final parecía irremisiblemente condenado. Su tarea no solamente se reducirá a volver a salvarse, sino que deberá poner al equipo en la lucha por el título.

¿Tiene posibilidades de lograrlo?

Dependerá de los jugadores, como siempre.

Saquemos a Bielsa, y todos los demás entrenadores son buenos o malos, dependiendo del grupo que formen. La escuadra azul – y esto es muy sintomático- fue mala con Hernán Caputto, mala con Rafael Dudamel, mala con Esteban Valencia y mala con Cristian Romero.

Son innumerables los casos de  técnicos que -parodiando a Fernando Riera- son bestiales un año y bestias al siguiente. O al revés.

Jorge Socías fue bicampeón con la U en 1994 y 1995. Al año siguiente descendió con Wanderers. ¿Era muy bueno cuando se sentó en el puesto que había abandonado Arturo Salah y muy malo cuando se fue a Valparaíso? “El Lulo” era el mismo. Los jugadores eran otros.

Siguiendo con la U: si fue tan malo Sebastián Beccasece cuando la dirigió, ¿por qué fue tan bueno a cargo de Defensor y Justicia, poquito después?

Gustavo Quinteros se salvó a última hora de irse al descenso con Colo Colo, y pocos meses después hubiera sido campeón sin el Covid. ¿Quién cambió?

Hasta con los grandes-grandes se ha dado el fenómeno: Johann Cruyff fue un dios para el Barcelona… hasta que se quedó sin la dupla que formaban el brasileño Romario y el búlgaro HristoStoichkov. Y después de su salida del club catalán, no volvió a figurar. Tampoco es posible hacer una comparación entre César Luis Menotti campeón del mundo con Argentina en 1978 y casi colista con Independiente el 2005.

En ese lío está metido, muy entusiastamente, Santiago Escobar. En su mente hay una gran dosis de optimismo. En su alma, dolores inmensos, como la muerte de su hermano Andrés, asesinado por sicarios de apostadores que perdieron fortunas con la derrota de Colombia ante Estados Unios con un autogol que significó la eliminación de los cafeteros en el Mundial de 1994. Y en su cuerpo, un calvario por un cáncer a la próstata que requirió de tratamiento con radioterapia que sigue en observación.

Fue jugador profesional durante trece años, desde 1980 hasta 1983, y en ese lapso defendió con eficiencia las camisetas de cinco clubes, dos de ellos con repetición. Después de un receso futbolístico que duró un quinquenio, inició su carrera como técnico, a cargo del Deportivo Río Negro, de la Primera B. Y luego ganó experienciacomo entrenador asistente de otros dos pupilos de Maturana: Luis Fernando Suárez y Juan José Peláez.

Era nuevito todavía cuando en 1998 ganó los primeros laureles: campeón con el Estudiantes de Mérida en Venezuela. Lo festejos se repetirían en el Bolívar de Bolivia el 2010 y en el Atlético Nacional de Medellín el 2005 y el 2011. Este fue el último logrado por quien tuvo como apodo inicial de “Bicholoco”, que después se suavizó hasta convertirse en “Bichi”.

No le fue mal, en todo caso, en las bancas colombianas de Deportivo Pasto, Once Caldas, Independiente de Medellín, Junior Barranquilla y La Equidad. Y mejor todavía le fue en el ya mencionado Bolívar y en el Táchira venezolano y la Universidad Católica de Quito, de donde proviene.

Ahí está la clave para entender por qué lo trae Universidad de Chile: Luis Roggiero, el gerente deportivo, es ecuatoriano y lo vio trabajar en su país. Ya había dado algunas pistas, pero éstas llevaron a que se mencionara entre los probables a Pablo Repetto, un uruguayo que había trabajado con él en Independiente de Medellín. Otros que sonaron, y estas eran pistas falsas, fueron Pablo “Vitamina” Sánchez y Francisco Meneghini, que estaban más cerca.

Los que conocen a Escobar los califican como un entrenador serio, trabajador y detallista. Un buen testimonio al respecto entregó el jugador uruguayo de la UC quiteña, Facundo Martínez, a La Tercera: su obsesión es “hacer circular adecuadamente el balón, actuar agrupadamente y llegar en buen número al área rival”. Y entrega un dato interesante en estos tiempos en que los técnicos desprecian al 10 tradicional: para él, este jugador es un  elemento clave para el funcionamiento del equipo. Otro aspecto que lo destaca y lo pone a la altura de los buenos entrenadores que ha tenido la U, y por tanto el concepto resultará familiar para sus hinchas, es que “le gusta someter al rival”, como asegura el zaguero ecuatoriano Yuber  Mosquera.

Su balance como entrenador, contando todos los partidos que dirigió tanto en los torneos locales como en las participaciones internacionales es de un 49,66%. Lo mejor lo hizo dirigiendo en el 2016 a Nacional de Medellín en la Copa Colombia: 77,78%; lo peor, en el 2009 con Independiente de la misma ciudad: 20,37%.

Desde el 13 de enero, la U dará sus primeros exámenes en cancha. Participará en un cuadrangular en San Juan, Argentina, con Colo Colo, Boca Juniors y San Lorenzo de Almagro. Será la última oportunidad para que Santiago Escobar decida si el plantel de ese momento le satisface o hacen falta más refuerzos.

De ahí en adelante, lo que Dios quiera…