Mundial femenino: Leicy Santos, la cafetera que desobedeció a su mamá

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Por El Ágora
Actualizado el 7 de agosto de 2023 - 11:00 am

Fue campeona en la primera liga profesional de su país y la primera colombiana en ser transferida a Europa. Una historia de sacrificio y talento.

Texto y fotos: FIFA.COM

Leicy Santos miró a cámara y no dudó. Cuando le preguntaron cómo se definiría dentro de una cancha, la 10 de la selección colombiana que está a punto de disputar los octavos de final de la Copa Mundial Femenina de la FIFA ante Jamaica apiló sus ideas sobre sí misma con convicción: “Talento, visión de juego y último pase”.

Debe estar en lo cierto Santos. Fue, por ejemplo, la jugadora que envió el córner detrás del que vino el cabezazo agónico -nada menos que en el minuto 90+6- que hizo que Colombia le ganara 2 a 1 a Alemania, una selección que, por tradición, era la favorita. Fue, también, la primera jugadora colombiana en ser vendida a un club europeo -el Atlético de Madrid- e integrante del equipo que ganó, en 2017, la primera liga profesional de fútbol femenino en su país natal: jugaba en Independiente de Santa Fe, que se hizo con el campeonato del país caribeño.

Entonces: talento, visión de juego, último pase. Todo eso mete en cancha Leicy, volante de categoría, que en la conferencia de prensa previa al último partido que jugó Colombia en la fase de grupos de esta Copa Mundial aseguró que su selección tiene un objetivo central: “Queremos jugar siete finales”, contó, que es una manera de decir que van por todo.

Antes de ser todo esto que es ahora, una de las jugadoras más desequilibrantes de Las Cafeteras, Santos fue una niña que jugaba al fútbol entre varones y muy a pesar de Diana, su mamá, que decía que todo eso era “para niños y no para niñas”, que la sacaba de los partidos a los gritos, que se enojaba cada vez que Leicy se olvidaba de limpiar la casa -esa tarea que le había encomendado- por irse a patear una pelota; en fin, una madre que no quería saber nada con eso que su hija transformaría en un destino.

A esa madre profundamente disgustada le hacía de contrapeso un padre con pasado futbolístico: había integrado la selección sub-20 de Córdoba, la región en la que vivía la familia. Así que no dudó en incentivar a su hija, que mejoraba cada vez más en las canchas de tierra en las que jugaba con los varones de su alrededor. No dudó, tampoco, en hacer los sacrificios necesarios cuando un amigo le dijo que Leicy tendría mejores oportunidades en Bogotá: vendió algunos cerdos para pagar pasajes en un micro que demoraría 18 horas desde su pueblo caribeño hasta la capital colombiana.

El Cub Besser de Bogotá le dijo que sí a Leicy, que ya había participado de torneos intercolegiales en su pueblo natal, aunque rodeada de niños: era la única muchacha de los campeonatos. Integraba ese club en la capital de su país cuando, apenas a sus 13, la convocaron a ser parte de la selección colombiana sub 17.

Ese talento del que habló cuando tuvo que describirse crecía sin parar, así que mudó su fútbol a la Liga Universitaria de los Estados Unidos, más precisamente al estado de Iowa, hasta volver a su país para convertirse en jugadora del Independiente de Santa Fe.

Con esa camiseta no sólo fue parte del primer equipo en obtener una liga profesional femenina de su país, sino que, además, anotó el gol que consagró a su equipo en ese certamen de 2017. Sin embargo, ese no fue su rol más importante como integrante de planteles ya profesionales de Colombia: tras una seguidilla de denuncias por acoso sexual, homofobia y misoginia en el marco del fútbol femenino, Santos fue una de las portavoces principales de las jugadoras a la hora de hacerse escuchar. En ese rol, participó de reuniones con autoridades no sólo de los clubes, sino incluso del gobierno colombiano.

Su vínculo con la selección colombiana -primero sub 17, luego sub 20 y desde hace algunos años, la mayor- no paró de afianzarse. Ya con la máxima categoría de Las Cafeteras, cuya camiseta se puso por primera vez en 2014, participó de la Copa Mundial que se disputó en Canadá en 2015, de los Juegos Olímpicos de Río en 2016, de la Copa América de 2018, de los Panamericanos de 2019 y de la Copa América que se jugó en 2022 en su país. Colombia resultó subcampeona de ese torneo y Santos fue distinguida como una de las tres jugadoras más determinantes de su selección.

Leicy Santos es integrante de la selección mayor de Colombia desde 2014. Antes estuvo en la sub 17 y la sub 20.

Hace cuatro años que mudó su juego del otro lado del Atlántico. En el Atlético de Madrid no paró de crecer: fue subcampeona en el primer torneo que jugó, en 2020 fue considerada por la Agencia EFE como la jugadora latinoamericana más valiosa de la liga ibérica, en 2021 ganó la Supercopa con su club y, además, fue elegida la mejor jugadora del equipo de esa temporada.

¿Quedaba más? Claro: en 2022 la Conmebol la eligió como integrante de su equipo del año.

Una lesión muscular en la pierna derecha la estaba esperando en los inicios de este 2023. No se trataba de cualquier año, sino de un año con Copa Mundial a la que Colombia estaba clasificada. Leicy se recuperó y, aunque no tiene la titularidad asegurada, siempre logra ser desequilibrante. Por su talento, por su visión de juego, por esa pericia para asistir a la jugadora en mejores condiciones de hacer un gol.

“El equipo tiene potencial para hacer historia en mundiales femeninos”, dijo Santos antes de que empezara el certamen que se juega en Australia y Nueva Zelanda. Ahora Las Cafeteras tienen en su camino a Jamaica –juegan este martes a las 04:00 (hora chilena) en Melbourne- y son la única selección sudamericana que sobrevivió a la fase de grupos en este certamen.

Leicy sabe, y lo dice en público, que cada partido es como una final. Y no duda en ir al frente cada vez que le toca estar dentro de la cancha. Con la misma potencia con la que desobedecía a su madre a cambio de una tarde de fútbol.