Columna de Ele Eme: Milad II partió con el pie izquierdo

Cinco eternos días debió esperar Coquimbo para confirmar que se había salvado del descenso. Por la misma angustiosa vigilia pasó Antofagasta antes de asumir que ya no seguía en Primera A. Durante ese lapso O’Higgins se ilusionó con clasificar a la Sudamericana y Palestino sufrió con la posibilidad de quedar sin pan ni pedazo. Pero el fútbol chileno no está en crisis.
Por ELE EME / Foto AGENCIA UNO
Transcribo diálogo telefónico del 8 de este mes de noviembre con un amigo argentino, Prepotencio Cortacometti (en adelante, P.C.), representante de futbolistas. Es medio tránsfuga, pero muy querible.
P.C.: “Che, ¿ya terminó el campeonato del ‘fóba’ chileno? ‘Confirmáme’ para empezar con las triangulaciones ‘achá’…”.
Yo: “Sí, pero no”.
P.C.: “¿Perdón? ¿Sí o no? ¿No se jugaron todas las fechas?”
Yo: “Casi: hay un partido pendiente”.
P.C.: “¡Ah, buaaaaa!” (le salió igual a Manuel de Tezanos). ¡Pero no lo jueguen! Nosotros nunca jugamos el cancelado contra Brasil por las clasificatorias a Qatar… para ustedes Eliminatorias, jeje”.
Yo: “Es que no es tan sencillo. Define a uno de dos los equipos que bajan y además al cuarto clasificado para Copa Sudamericana”.
P.C.: “¡Entonces juéguenlo! ¿Qué están esperando?”
Yo: “Es que recién el miércoles de esta semana se sabrá si se juega o no…”.
P.C. “Vos me estás cargando…”.
En efecto, recién este viernes 11 de noviembre la segunda sala del Tribunal de Disciplina de la ANFP determinó (y en fallo dividido, ojo) que Coquimbo podía celebrar que continuaba en Primera A y que Antofagasta podía empezar a llorar su descenso. Los “piratas” podían haber pasado de la gloria al infierno si se decidía que el multi postergado partido entre los pumas y Palestino tenía que jugarse
Y no sólo eso: al desecharse finalmente la apelación de Antofagasta a la decisión que le dio los tres puntos a los tricolores, ya que a los nortinos les estaba costando un mundo conseguir una cancha para ejercer la localía en la fecha 27, también decidió que a la Copa Sudamericana va el cuadro de colonia, en desmedro de O’Higgins.
El asunto se estaba transformando en la anunciada crónica de un escándalo mayúsculo, ya que si saltaban a la cancha Antofagasta y Palestino a ambos les hubiera servido el empate. A los primeros les habría significado mantener la categoría y a los segundos el paso directo al mencionado torneo subcontinental. Todo un caldo de cultivo para el arreglín.
¿Sabe qué? Dio exactamente lo mismo lo que resolvieron estos señores. Esto ya se había podrido por el sólo hecho de estar todos en ascuas. El bochorno ya estaba declarado. Pero el fútbol chileno no está en crisis, según el reelecto Milad.
Tanto hinchas como prensa deportiva como futbolistas somos víctimas de un delay del terror. Esperamos el VAR para celebrar un gol y a la segunda sala para ver quién baja y quién gana un cupo internacional. Al paso que vamos, no se extrañen si el próximo año se demora en largar el campeonato de Primera A, porque O’Higgins reclama que hubo mano en el cuarto gol de Cobresal a la “U” en Talcahuano (Francisco Alarcón) y que, de anularse el tanto, los rancagüinos tendrían su pasaporte a la Sudamericana y no los nortinos. Se acabó el romántico tiempo en que los partidos terminaban con el pitazo final del árbitro.
Ya es parte del paisaje el realismo “trágico” de esta versión pirata de Macondo. Los abonados capitalinos de la “U” deben viajar 500 kilómetros para ver a su equipo jugar de “local”. Una barra deja con trauma acústico al arquero rival a punta de petardos y la ANFP amenaza con multar al equipo del jugador atacado si insiste en esperar a que se recupere para retomar el partido interrumpido.
Idolatramos al seleccionado que llega a entrenar arriba de la pelota (¿deformación profesional?) y le hacemos el vacío al capitán que le comenta esa indisciplina a su señora. Por sapo…
Vamos a ver a La Roja a un Mundial para dejar en alto la creciente fama de la fervorosa “marea roja” y… nos colamos, como si no fuera el máximo torneo internacional de selecciones, sino un vulgar saqueo a un supermercado. Un delantero se tatúa como orgulloso recuerdo el tiro en el travesaño que impidió que pasáramos a la historia como protagonistas del segundo “Maracanazo” (el primero fue el de Uruguay el 50, no el del “Cóndor” Rojas, por si acaso).
Nuestros dirigentes son tan mediocres o tan masoquistas, tan turbios o tan poco previsores que… Pablo Milad volvió a ser elegido como el mejor hombre posible para buscar la luz al final del túnel. El menos brillante de todos designado para iluminarnos. Así estamos, Cortacometti.