Luis Álamos: el profesor astuto (parte II)

Imagen del autor

Por Patricio Vargas
Actualizado el 7 de enero de 2021 - 8:19 am

Amigo de las arengas y del trabajo psicológico como parte fundamental de la tarea del entrenador, logró dejar una huella imborrable en cada jugador que dirigió (leer parte I).

Por PATRICIO VARGAS QUEVEDO

Tras disputas con los dirigentes de la U y el deficiente desempeño en el Mundial de Inglaterra, Álamos dejó el cuadro azul y pasó por Audax Italiano, Santiago Wanderers y Lota Schwager. Luego de esa etapa, y precisamente trayéndose desde Coronel a Páez, Lara y Osorio (desde Antofagasta retornaría Francisco ‘Chamaco’ Valdés), formó el equipo de Colo-Colo 73’, aquel que derrotaría a Botafogo en Maracaná y que perdería la final de esa Copa Libertadores con Independiente de Avellaneda. 

Muchos de nosotros crecimos viendo en blanco y negro esos rechazos en el área de Colo-Colo y, a once minutos del final, cómo Mendoza empujaba al Gringo Nef dentro del arco y decretaba en empate en Buenos Aires, dos minutos después de la expulsión de Sergio Ahumada. Fue empate 1-1. La vuelta en Santiago, 0-0. El desempate en Montevideo fue 2-1 en favor de los argentinos, que tenían un equipazo: Miguel Ángel Santoro, Pancho Sá, Pavoni, Galván, Bertoni, Mendoza. En el segundo tiempo entró un tal Ricardo Bochini. Eran dirigidos por Humberto Maschio, curiosamente, símbolo de Racing. 

Luis Álamos había estado identificado con la U. Ese Colo-Colo, para muchos, había logrado retrasar el golpe militar. Al año siguiente, Luis Álamos ganó la Copa Chile y clasificó a la Selección al Mundial de Alemania. En Colo-Colo, se enfrentaría con los dirigentes por no sostener el equipo y priorizar recursos en la construcción del estadio.

Con Carlos Caszely luego del triunfo ante Botafogo en Maracaná.

La clasificación al Mundial de Alemania estuvo marcada por los partidos de repechaje ante la URSS. Luego de una agónica clasificación sudamericana, superando a la generación dorada de Perú en Montevideo 2-1, con goles de Chamaco y Rogelio Farías. 

Chile debía jugar un ida y vuelta contra la URSS. El partido de los valientes (es el título del libro de Axel Pickett) se le llamó al 0-0 jugado en el Estadio Central Lenin de Moscú, con la travesía de Elías Figueroa incluida. El de Santiago fue conocido como el partido de ‘El gol más triste’. Con un Estadio Nacional preparado para la ocasión (era usado como el campo de concentración más grande del país por la tiranía que acababa de instalarse), Francisco Valdés anotó un gol a puerta vacía, sin un rival que se había negado a jugar en un sitio de muerte, prisión y tortura. Ante la negativa a la petición de cambio de sede, la URSS no se presentó. Y Chile fue al Mundial. Tan importante fue ese partido que el actor Alfredo Castro encarnará al Zorro Álamos en una película titulada precisamente ‘El gol más triste’ y que es dirigida por Sergio Castro.

La diabetes que Luis Álamos sufría se hizo cada vez más crónica y la responsabilidad en la dirección técnica en aquel Mundial fue compartida con su ayudante, Pedro Morales. Un golpe en la cabeza en el viaje hacia Europa lo obligó a estar hospitalizado diez días en España. Mucho se esperaba de la actuación de esa Selección, pero una derrota 1-0 contra el local, más los empates ante Alemania Oriental y Australia, la trajeron rápidamente de vuelta a casa. Al igual que en 1962, cuando el equipo que dirigía, el Ballet Azul, aportó nueve jugadores a la nómina mundialista, Colo- Colo 73’ colaboró con el mismo número de futbolistas para el Mundial de Alemania.

Junto a Chamaco Valdés en la portada de la Revista Estadio.

En 1976, el Zorro volvió a la competencia en Santiago Morning, para luego pasar por Coquimbo Unido, Unión Española y Santiago Wanderers. 

“El fútbol dejó de ser un juego físico. Pasó a ser ciencia; se juega tanto con la cabeza como con los pies”, fue una de sus tantas frases como estratego, pedagogo y entrenador. En un ambiente adicto al triunfo inmediato, lo suyo fue revolucionario. Amigo de las arengas y del trabajo psicológico como parte fundamental de la tarea del entrenador, logró dejar una huella imborrable en cada jugador que dirigió. 

Al llegar a Colo-Colo, sostuvo que tendría que trabajar “especialmente en el aspecto sicológico. Inculcarles que deben ser bravos en la cancha, y no en la secretaría con los dirigentes ni en el camarín con los periodistas”. Todas sus ideas están plasmadas en el libro “El hombre y el fútbol”, editado de manera póstuma. En el texto, hace referencia a las cuatro dimensiones de este deporte: la técnica, la táctica, la física y la psicológica, aventurándose a decir que en el aspecto psicológico europeo había mayor espíritu colectivo que en Sudamérica, donde primaba la demostración individual de la técnica. Observó que el fútbol europeo es científico y el americano empírico, bajo contextos sociales, culturales y geográficos que definen ventajas y debilidades. 

El 26 de junio de 1983, la diabetes se lo llevó antes de cumplir sesenta años. Con sus casi tres décadas de trabajo como entrenador, el Zorro es uno de los mejores directores técnicos de nuestra historia.

El Estadio Luis Álamos de Chañaral.

Revive la gran campaña de Colo-Colo 73’: