Los dirigentes chilenos, segunda parte

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Por Patricio Vargas
Actualizado el 25 de septiembre de 2020 - 11:56 am

Dirigentes chilenos parte 2

Luego de la descripción de los dirigentes referenciales, mecenas, pillos, dirigentes ochenteros y dirigentes representantes, ahora conoceremos otras categorías comenzando por el dirigente-hincha, que ha mutado a partir de las sociedades anónimas deportivas.

Por PATRICIO VARGAS QUEVEDO

En una columna anterior hice un modesto repaso por algunos exponentes de la dirigencia chilena, aventurándome a una clasificación: dirigentes referencialesmecenaspillosdirigentes ochenteros y dirigentes representantes. Asociado a los mecenas, anticipé en la categoría del dirigente-hincha a Jorge Castillo, el fallecido ex presidente de Everton, quien revolucionó el verano futbolero de 1996 y dejó como legado la denominación de la segunda categoría del futbol profesional chileno: Primera B.

Retomando el ejercicio de la clasificación, la categoría de dirigente- hincha ha variado de manera sustantiva con el modelo de sociedades anónimas implantado en Chile desde 2005. La ley 20.019 se publicó el día 7 de mayo del 2005 en el Diario Oficial. Retengo la fecha exacta, porque es la de mi cumpleaños. El título de la norma era: “Regula las sociedades anónimas deportivas profesionales”. La presentaron los senadores Alberto Espina y Andrés Zaldívar. El primer proyecto se presentó en 1998. ¿Quién lo presentó? Adivinen. El entonces senador Sebastián Piñera. La legislación tuvo “su inspiración en la moción parlamentaria presentada por el ex senador Sebastián Piñera y la indicación sustitutiva a dicha iniciativa presentada por los senadores Carlos Ominami y Jorge Pizarro, y el ex senador Ignacio Pérez”. Todos honorables. 

Las sociedades anónimas deportivas (SDAP), tendrían originalmente un consejo deportivo, integrado por hinchas, funcionarios, directores técnicos, socios y antiguos dirigentes. Una idea a todas luces destacable y que permitiría mantener el espíritu de los clubes deportivos, su historia y el vínculo con la comunidad. El lobby (esa forma sofisticada de denominar al tráfico de influencias o a la corrupción legalizada), hizo que esa figura se eliminara.

El dirigente-hincha más que aportar como mecenas, cumplía un sueño: ser propietario (accionista mayoritario, más aliados), del club de sus amores. Valga la aclaración que con el modelo de SADP, hay accionistas en más de un club. Quién encabezó la compra accionaria en el proceso de privatización de la Corfuch fue la corredora bursátil Larraín Vial, hoy en el directorio de Blanco y Negro S.A y que sigue siendo la cuarta propietaria en Azul Azul S.A.

Anibal Mosa junto a su ídolo Esteban Paredes.

En esta categoría de dirigente tenemos varios ejemplos, pero en estos últimos años han destacado Carlos Heller Solari y Yakob Aníbal Mosa Shmes, timoneles (Heller accionista mayoritario) de Universidad de Chile y Colo Colo respectivamente. Cumplen con el perfil de destacados hombres de empresa. Heller, del grupo Bethia (Fallabella, edificio Titanium, Clínica Las Condes, Mega, Club Hípico, Isapre Colmena, entre varias inversiones), y Mosa, del grupo Pasmar (Malls y hoteles en el sur del país). 

Ambos son de aquellos dirigentes que gozan entrando a los camarines después de los partidos, asistiendo a los entrenamientos y fomentando la cercanía con los jugadores. La relación de Mosa con Esteban Paredes es arquetípica e incluyó un bono de cien millones de pesos para el goleador una vez que superó los 216 goles luego de un Superclásico. A pesar de atribuirse la categoría de eximios hinchas, han intentado ser propietarios de clubes locales, cercanos a sus orígenes. Mosa, nacido en Siria y cuya familia se instaló en Frutillar, intentó participar en la propiedad de club de Deportes Puerto Montt. Heller, cuyo grupo económico vio la luz en Los Ángeles, al alero de su madre Liliana (Bethia era una yegua de la familia Solari), fue propietario de Deportes Iberia. Cuando en 2019 el ‘fantasma de la B’ acechaba a la U, José Yuraszeck (a propósito de personajes honorables), culpó a Heller del fracaso, condenándolo a encabezar un club de tercera división, como Iberia. 

Centrarse en Colo Colo y la U permite, además, incluir factores que superan el ser hinchas, sumando la variable política. La visibilidad que ofrece la vidriera de los clubes más populares del país, facilita que sirvan de plataforma para cualquier otro emprendimiento de alcance nacional. El italiano Silvio Berlusconi fue presidente del AC Milan, antes de ser jefe de gobierno de Italia. Mauricio Macri fue presidente de Boca Juniors antes de ser Presidente de la Nación en Argentina. Sebastián Piñera, antes de ser presidente de la República, fue accionista de Colo Colo. Dijo que era hincha.

Sobre otra categoría, la de dirigente-advenedizo, el máximo representante y que supera cualquier otro ejemplo es Sergio Jadue. Nacido como Sergio Cortés (adoptó más tarde el apellido materno), tuvo un meteórico ascenso en Unión La Calera. Desde 2007 pasó de ser presidente de un club de segunda división en Chile, Unión La Calera, a presidente de la Asociación Nacional de Fútbol Profesional en 2011 y segundo vicepresidente de la Conmebol en 2013. Ese mismo año, el Círculo de Periodistas Deportivos, en su aniversario 75, lo premió con el Cóndor de Oro como el mejor dirigente deportivo del año. La ceremonia se realizó nada menos que en la Escuela de Investigaciones Policiales y asistieron, entre otros, el Presidente de la República, Sebastián Piñera, y el ministro del deporte, Gabriel Ruiz-Tagle. En 2015, Chile logró el título de la Copa América, una reivindicación de Jadue ante lo que significó la salida de Bielsa en 2011. 

Sergio Jadue. No se requiere agregar más.

Su figura, en poco tiempo, permitió escribir miles de páginas asociadas al descaro de su accionar, el que a través de la serie El Presidente, de la plataforma streaming Amazon Prime, fue llevada al paroxismo. Jadue escapó de Chile en noviembre de 2015. Hoy conduce autos de lujo y juega pichangas en Miami, acogido al plan que la justicia estadounidense asigna a los soplones vips. Final digno del personaje. Destaco de Jadue la interpretación que de él hace el actor colombiano Andrés Parra en la serie El Presidente y una frase que denota su visión de mundo: “la ANFP no es de ningún sector político, es oficialista”. Notable.

En una categoría acorde a los nuevos tiempos encontramos al gerente técnico. Por lo general, son ex futbolistas que se capacitaron en áreas de administración y que pretenden extender en el nuevo modelo de SADP sus conocimientos adquiridos, idealmente, en alguna institución de formación europea. En eso, si la carrera tiene el prefijo que otorga prestigio: MBA y luego algunas palabras en inglés (sports, management, bussines, asociation, etc.), mejor aún.  Sumemos un perfil en la red social estadounidense Linkedin. España, Francia e Inglaterra, son tierra fértil para estas carreras. 

José María Buljubasich, gerente técnico de Universidad Católica.

Cuando Harold Mayne Nichols fue funcionario FIFA, impuso un término: estándar FIFA, que aludía a la aspiración de elevar la calidad de la actividad futbolística en su aspecto dirigencial. Independiente de la inclusión en una categoría, hay que reconocer que cuando sus gestiones son exitosas y logran equilibrar la amplia complejidad de variables que incluye la actividad, logran ‘subirle el pelo’. Pablo Contreras (Rodelindo Román), Ian Mac Niven (Selección Nacional), Rodrigo Goldberg (Universidad de Chile) y José María Buljubasich (Universidad Católica), destacan en este ámbito.  Este último, ex portero de clubes argentinos, españoles, mexicanos, paraguayos, más Unión Española y Universidad Católica, encabeza el proyecto local más exitoso: proyección de jugadores de la cantera, relaciones públicas, más ocho títulos locales entre campeonatos, Copa Chile y Supercopa.

Un tanto forzada, pero destacable en los años 90’, fue la categoría de dirigentes académicos. Asociados casi naturalmente a la Universidad de Chile, marcaron el deseo de mantener unidos en algo el espíritu universitario de la Casa de Estudios más importante del país con el club deportivo, más tarde CORFUCH y hoy Azul Azul S.A. 

René Orozco inaugurando la escuela de Los de Abajo.

René Orozco (médico nefrólogo y candidato a la rectoría de la Universidad de Chile), relanzó al club, que en 1988 había bajado a segunda división. Su predisposición mediática, así como su relación con la hinchada y un ‘estándar ético’ que quiso dar al club (resistió hasta su último año a que el espónsor principal de la camiseta fuera una marca de cerveza), rubricaron el bicampeonato conseguido en 1994 y 1995. En total, fueron cinco títulos nacionales entre 1991 y 2004. En la misma institución, resaltó Mario Mosquera, destacado abogado, especialista en derecho procesal, decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile y presidente del club deportivo luego del período de Waldo Green (momento del descenso), entre 1989 y 1991. Volvió a primera división con el club, y en 1999, alcanzó la presidencia de la ANFP.

Pero, sin duda, la parte más noble de la actividad dirigencial, está en el sector amateur. El tradicional dirigente de barrio que, a causa del acelerado proceso de urbanización -que ha ido devorando los terrenos eriazos y potreros que nos servían como teatros de los sueños empolvados-, ha visto limitado su campo de acción. Este dirigente, de manera desinteresada, cumple muchas veces la función de jugador, abogado defensor, mecenas, cobrador de cuotas y un largo etcétera, representando el verdadero espíritu de la actividad. No nos olvidemos que los hermanos David y Francisco Arellano eran dirigentes y jugadores a la vez. Además de profesores. 

El dirigente amateur, en el barrio, debe hacerse cargo de colgar la pizarra con los partidos del fin de semana, generalmente, en el frontis de su casa: infantiles en la mañana, adultos en la tarde. Junto a eso, debe ir a las reuniones, lavar las camisetas, preocuparse de los carnets, pagar el turno y cobrar las cuotas, lo que difícilmente concreta.

Recuerdo a mi población, la Villa La Reina, cuando don Pato Carreño nos iba a buscar para jugar por la tercera infantil el domingo en la mañana. Se echaba al hombro un bolso, cual papá Noel -en el que iban camisetas, zapatos, short y medias-, y salía a buscar a sus jugadores. No podíamos lustrar los zapatos, ‘eso lo hacen los weones malos’, nos decía. Había que apurarse, porque los del primer partido teníamos que ayudar a tizar la cancha. Cada vértice del campo de juego tenía enterrado, apenas visible, un madero del que asomaba la cabeza de un clavo. Se amarraba una pitilla o lienza de extremo a extremo y, ayudado por un tarro agujereado relleno con cal y adosado a un madero, se marcaba el rectángulo. El círculo central vivía un proceso parecido: desde el centro se estiraba la cuerda (marcando el radio de la circunferencia) y se tizaba. Para las áreas, había que tener buen pulso. Cada partido, con las pesadas pelotas de cuero, era una final. Una belleza.

Hoy en varias poblaciones esa figura que en mí permanece idealizada, se ha ido mezclando con el flagelo de la venta de drogas y del narcodirigente. En el fútbol profesional latinoamericano existe también y le ha quitado el espíritu inicial a la belleza del fútbol en cancha de tierra. A escala, se ha abierto un mercado de futbolistas en el que incluso se paga por ir a jugar a un equipo de barrio. Un ultraje.

Finalmente, la existencia de ligas amateur de una gran organización, han hecho aparecer, derivados del dirigente de barrio, al dirigente de club de liga. En el equipo que participo, mis amigos Quezada y Núñez, con el mismo espíritu inicial, tienen que preocuparse del financiamiento: al tener canchas con pasto, duchas, quinchos, kioscos y árbitros con uniforme, se deben pagar sumas de siete dígitos anuales para poder participar. Junto a eso, deben preocuparse del asado final (llamado tercer tiempo) y del necesario bebestible. Por si fuera poco, casi como los abogados defensores de O.J. Simpson (Shapiro y Cochran), deben excusar a sus jugadores en los respectivos tribunales de disciplina. 

Hermosa cancha de tierra en el sector Costanera, Puerto Montt. Años 80. 

Los últimos casos son parte de la nobleza que aún le queda a la actividad y que es necesario defender. El espíritu de reunirse y participar de un proyecto colectivo, supera las pequeñas rencillas y la miserable ventaja personal. La muy citada frase del premio nobel de literatura argelino, Albert Camus, “lo que finalmente sé con mayor certeza respecto a la moral y a las obligaciones de los hombres, se lo debo al fútbol”, nos demuestra que la nobleza original de la actividad, el cuidado del juego y todo lo que lo rodea, es lo que nos llama a ver, jugar, leer y sentir sobre él. Sobre el fútbol. Según Arrigo Sacchi o Jorge Valdano:  Lo más importante de lo menos importante.