Lo que dejó el examen previo al debut en Copa América Centenario

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Por Jorge Castillo Pizarro
Actualizado el 2 de junio de 2016 - 12:01 am

  • En San Diego la Roja maniató a México y mereció el triunfo, pero su ya atávica impericia ofensiva impidió llegar al debut en el torneo continental frente a Argentina con la moral en alto.

Un mediocampo de otro nivel: Con Vidal, Aránguiz y Díaz en la cancha la Roja es otro equipo y logra sostener un rendimiento que invita a la esperanza. Ante un rival de la jerarquía mexicana, el trío que juega de memoria atosigó durante los primeros minutos en mitad de cancha y ya con la pelota en sus pies supo distribuir con criterio, alternando pases cortos con balonazos y cambios de frente que desarmaron el habitual orden y vértigo albiverde.

En el primer tiempo el dominio chileno fue incontrarrestable, logrando una posesión del balón del 62 por ciento que desesperó al rival y a su hinchada, que pifió el pobre rendimiento azteca. Hasta cierto punto ese nivel le dio la razón a Pizzi en cuanto a prescindir de un armador clásico. Hasta cierto punto, porque pese a las siete ocasiones de gol creadas por Chile, los talentosos volantes pocas veces lograron crear jugadas asociadas de real peligro. Las oportunidades marradas fueron más bien fruto de pelotazos o centros ejecutados con precisión.

El ataque amenaza pero no daña: Pizzi sigue buscando la conformación ofensiva que recupere el extraviado poder de gol de este equipo. Esta vez probó con Puch, Castillo y Sánchez, pero el resultado fue tan estéril como el de todo el último período de la selección. Los goles fallados siguen cayendo uno tras otro.

Los ingresos de Orellana, Vargas y Pinilla no remediaron el problema. Eso sí, Vargas demostró que su conexión con Alexis Sánchez y los volantes titulares es superior a la de los otros delanteros rojos. En un par de penetraciones demostró que puede seguir teniendo opciones de titularidad. Es urgente revivir el fuego letal porque si no los malos resultados irán minando una confianza que ya no es desbordante.

La retaguardia no fue puesta a prueba: el dominio chileno en casi todo el partido impidió que la zaga fuera apremiada lo suficiente como para calibrar su sincronía defensiva. Medel mantuvo su nivel, pero Roco fue poco exigido y no se pudo evaluar si puede llegar a superar al Jara de sus mejores tiempos. Al menos el gigantón ovallino se vio ordenado. Solo perdió su posición en el gol mexicano porque debió vestirse de lateral para marcar la orilla ante el extravío de Mena.

Lo único claro es que Jara definitivamente ha perdido en su regreso al torneo chileno la justeza que lo tornó un inamovible en la defensa nacional. Tal como le ocurrió repetidamente en su paso por Universidad de Chile, esta vez tampoco encontró el equilibrio preciso. No logró situarse en el punto exacto para rechazar el centro que acabó con el letal cabezazo goleador de Chicharito Hernández. De ser un baluarte, el nacido en Huachipato se está convirtiendo en un motivo de creciente preocupación para todo el equipo.

Buen nivel de los suplentes: apoyados en el óptimo nivel del mediocampo titular, los suplentes supieron estar a la altura del desafío y ayudar decididamente al control del juego.

Había algunos, como Toselli y Fuenzalida, que solo buscaban mostrarse como alternativas confiables. Otros, como Roco, Mena, Puch y Castillo, se jugaban la oportunidad de convencer a Pizzi ante las dudas del entrenador en esos puestos.

Tal vez solo Mena haya sorteado la prueba por su criterioso despliegue ofensivo que le permitió acomodarse bien con Sánchez y lanzar desde el borde del área medidos centros. Falló, sin embargo, en el contragolpe del gol mexicano cuando no pudo recuperar su posición y desarmó así la estructura defensiva que terminó con la solitaria irrupción de Chicharito Hernández.

Toselli, Fuenzalida, Roco, Castillo y Puch lucieron un rendimiento correcto. El arquero, eso sí, no tuvo un nivel superior al de Herrera -tampoco fue exigido- y posiblemente seguirá siendo la tercera alternativa. Fuenzalida incursionó arriba con desplante y se asoció bien con Puch, pese a que no se conocían. Este último mostró calidad para asegurar el balón en la orilla pero falló las dos mejores ocasiones de gol, lo que puede jugarle en contra. Castillo, finalmente, fue movedizo y molestoso para ensuciar la salida azteca. Estuvo metido en el partido pero claramente no conoce a sus compañeros lo suficiente como para crearse los espacios necesarios. El ingreso de Vargas lo dejó más en evidencia.