La UC se acostumbró a los choques
Uno de sus jugadores dejó tres lesionados cuando conducía en estado de ebriedad y el equipo se estrelló reiterada e inútilmente contra la defensa de Everton con graves consecuencias para sus anhelos de conseguir el pentacampeonato.
Por JULIO SALVIAT / Foto: AGENCIA UNO
Tiene mala suerte –y mala cabeza- Yamil Asad, refuerzo argentino de Universidad Católica, hijo de un crack de Vélez Sarsfield, formado y consagrado en ese mismo club y con pasos por clubes estadounidenses. Cuando se suponía que reposaba para sanar de la lesión que lo marginó del partido con Curicó Unido, en el que sólo duró diez minutos, andaba de copas. Y a las 03,30 el viernes último se le atravesó un vehículo que tenía preferencia y lo estrelló con graves consecuencias: tres personas heridas, una de ellas de gravedad. Finalmente, quedó con arraigo nacional, sin Copa Libertadores y con escasas posibilidades de seguir en el club.
Mala suerte porque hace cinco años le ocurrió lo mismo, o muy parecido: mientras sus compañeros de Vélez reponían las energías gastadas en los trabajos de pretemporada, se fue a una discoteca. Y a la salida, colisionó con otro vehículo. El conductor quedó herido y él ya no tuvo la misma acogida en el club y debió emigrar a Estados Unidos.
Universidad Católica también se estrelló en la cancha. Enfrentado a Everton, el equipo cruzado repitió los errores cometidos en el partido anterior ante Cobresal y perdió el partido pese a que jugó 45 minutos un hombre más. Su asedio en los últimos minutos fue asfixiante, pero la defensa viñamarina respondió y los intentos del cuadricampeón chocaron contra la llamativa eficiencia de los visitantes.
Mérito grande el de los guata amarilla. Les dieron poquísimo descanso después del agotador partido que debieron ganar y terminaron perdiendo frente a Estudiantes de la Plata por la Copa Libertadores y debieron soportar lo que dura un tiempo completo sin uno de sus valores imprescindibles: Juan Cuevas.
La expulsión decretada por el árbitro Cristián Garay se prestó para polémica. La incidencia fue muy similar a la que le costó tarjeta roja a Alexis Sánchez en el reciente partido del Inter con el Liverpool por la Champions League: le dio a la pelota pero no pudo detener la inercia de la pierna para evitar el golpe al rival. Allá y acá se estimó maniobra violenta, aunque en ninguno de los dos casos se advirtió intención de lesionar al adversario.
Eso ocurrió a los 51’, cuando el marcador estaba intacto y ambos equipos buscaban la victoria a su manera: por las puntas la UC, por los pasillos interiores el Everton. Jugando así, sobraban las ocasiones de gol, aunque los arqueros miraban más que trabajaban: la mayoría de las cargas terminaba con remates desviados, casi siempre elevados. La excepción fueron remates que dieron en los postes, uno de Felipe Gutiérrez y otro de Juan Cuevas.
Aunque atacaban menos, los viñamarinos llegaban mejor. Ya es un hecho que el mediocampo cruzado es muy vulnerable, porque solamente Ignacio Saavedra es eficiente en el quite, y que su defensa presenta por su sector derecho las mismas grietas que le costaron la derrota ante Cobresal y Palestino. Por el lado izquierdo tuvo menos problemas porque el debutante Nehuen Paz, un central argentino, impone presencia con su 1,92 de estatura, y porque Alfonso Parot mantiene su eficiente regularidad.
La sorpresa se produjo a los 56’, inmediatamente después que un centro rasante de Gonzalo Tapia cruzó a un par de metros del arco evertoniano sin que nadie lo conectara: Lucas Di Yorio tomó la pelota en campo propio y, sin ningún compañero cerca, comenzó a avanzar, avanzar y avanzar mientras los defensores cruzados miraban desde lejos cómo llegaba al área con la pelota pegada al pie. Cuando se acercaron Tomás Asta-Buruaga y José Pedro Fuenzalida, el gigante goleador sacó un zurdazo violento, y la pelota, después de rozar la pierna de Paz y golpear en el vertical, terminó en la red.
Para solucionar el desastre que se le venía, el entrenador Cristián Paulicci hizo los mismos cambios que no le sirvieron en El Salvador: ingresaron Marcelino Núñez, que desde hace rato no arregla nada, y Diego Buonanotte, desaprovechado en labores como puntero. Después metió a Lucas Melano y Clemente Montes sin que los mejorales sanaran al enfermo. La variación cantada era la de Fernando Zampedri, un espectador en la cancha, pero y ningún entrenador se arriesga a sacar a su goleador.
Fue grandiosa la labor defensiva de los visitantes, en la que colaboraron todos y en la que tuvo a dos valores gigantescos: el central Rodrigo Echeverría y el volante Benjamín Berríos. La cantidad de centros que rechazó ese bloque no le dejaron mucho trabajo a su arquero, Fernando De Paul, que mostró sus méritos al tapar un gran cabezazo de Diego Valencia, y que casi produjo infartos cuando se alejó de su arco sin poder llegar al balón y el enésimo centro de Parot fue desperdiciado con la valla sin custodia.
Se avizoran problemas para el equipo de Universidad Católica y para su técnico. Tres derrotas consecutivas no están en los libros ni en los cálculos del mejor equipo chileno de los últimos diez años. La paciencia de la hinchada está a punto de terminarse y el duelo con O’Higgins, el sábado 19, puede resultar decisivo para su destino.
PORMENORES:
CANCHA: Estadio San Carlos de Apoquindo,
PÚBLICO: 10.516 espectadores.
ARBITRO: Cristián Garay.
U. CATÓLICA (0): Sebastián Pérez, José Pedro Fuenzalida, Tomás Asta- Buruaga, Nehuen Paz, Alfonso Parot; Felipe Gutiérrez (60’, Marcelino Núñez), Ignacio Saavedra (80’, Clemente Montes); Juan Leiva (72’,Lucas Melano); Gonzalo Tapia (60’, Diego Buonanotte), Fernando Zampedri y Diego Valencia. DT: Cristian Paulucci.
EVERTON (1): Fernando De Paul; Rodrigo Echeverría, Julio Barroso, Diego Oyarzún; Guillermo Sánchez (46’, Cristopher Medina), Benjamín Berríos, Álvaro Madrid (80’, Sebastián Pereira), Juan Cuevas, Alex Ibacache; Ismael Sosa (60’, Gary Moya), y Lucas Di Yorio (68’, Matías Campos López). DT: Francisco Meneghini.
GOL: 56’, Di Yorio (E)
AMONESTADOS: Saavedra y Valencia (UC), Médico (E).
EXPULSADO: Cuevas (E).