La Roja Sub 20 prepara las maletas para el retorno
Ganó el menos malo de los dos. Es la conclusión que se saca luego de que Paraguay derrotara por 2 a 1 a la Roja juvenil y la dejara con posibilidades mínimas de llegar al hexagonal final de este torneo sudamericano clasificatorio para el Mundial de la categoría de Corea.
Y viendo lo que juega este equipo insulso, livianito, carente de ideas y de talento, que ni siquiera suple con fuego interior sus incontables debilidades, tal vez sea para mejor. De partida, sería candidato a la boleta frente a brasileños, argentinos y uruguayos, eso sin contar con que apenas hace un par de días Ecuador nos zarandeó a su regalado gusto, más allá de lo mentirosa que fue la paridad final a un gol con que concluyó el partido.
Ya basta de indulgencias con este equipo. Son adultos que ya han jugado frecuentemente en Primera División y no niñitos sensibles que pueden derrumbarse con la crítica. No juegan a nada, muchachos. Carecen de técnica, habilidad y hasta de ese espíritu que, tantas veces en el fútbol, soslaya carencias. Caían desde el minuto 33, luego del gol de Báez, y ustedes seguían jugando como si no hubiera pasado nada, con el mismo ritmo lento y previsible que han mostrado en sus tres presentaciones.
Nadie al parecer podía sacudirlos de esa evidente modorra. En la cancha no había ninguno capaz de echarse el equipo al hombro, de agarrar las banderas. Y desde la banca la gestualidad del director técnico Héctor Robles, eso que llaman “el lenguaje corporal”, daba para llorar a gritos. Impávido, veía cómo se consumían los minutos sin que aflorara en él ningún gesto de molestia, menos de indignación, por la pobrísima actuación que cumplían sus dirigidos.
Porque en este equipo, claramente, la inmensa mayoría sabe poco con la pelotita. Demuestran una técnica precaria, nula habilidad, y darle un buen destino al balón, incluso en trazos cortos, es poco menos que una epopeya. El resultado es un equipo absolutamente insulso, previsible y carente por completo de profundidad y claridad.
¿Qué otra cosa se puede decir cuando esta Selección Chilena Juvenil apenas puede procurarse, a través de 90 minutos, sólo una oportunidad clara de gol frente a un cuadro que, como el paraguayo, destila mediocridad por todos los poros?
Porque esa fue toda la producción de la Roja de Robles: el partido recién comenzaba cuando un pase profundo lo peleó Morales, le ganó en la pugna al defensa que lo seguía, eludió al arquero y su disparo fue despejado desde la línea misma por el central Meza, que había acudido al cierre.
Sería todo, porque el resto del partido los jugadores de la Roja desarrollaron un fútbol lento, enteramente previsible y que moría una y otra vez en las cercanías del área paraguaya. Carente de habilidad y talento, este cuadro se repite en un “fulbito” intrascendente e inocuo que apura la exasperación. ¡No tienen asunto, cabros…!
Como Paraguay tampoco es la gran cosa, el espectáculo fue de una pobreza franciscana. La pelota iba de un campo a otro permanentemente maltratada, aunque hay que reconocer que los nuestros eran –dentro de esa absoluta mediocridad- más perversos todavía.
Dávila, un zurdito que debe estar convencido de que es hábil, en lugar de jugar simuló dos penales que lo salvaron de la tarjeta amarilla sólo por milagro. Jeisson Vargas, la gran figura de este equipo, sólo apareció en algunos tiros libres, y sólo para demostrarnos que las bondades de su pegada son también una absoluta exageración.
A pesar de todo eso, la Roja encontró en un trapito el transitorio empate cuando se jugaba el minuto 82. Dávila metió un centro desde la derecha, se quedó toda la defensa paraguaya y por el otro extremo apareció Jara para meterle la cabeza y mandarla a las mallas. Al igual que hace unos días, frente a Ecuador, la Roja se estaba salvando cerca de la agonía de un contraste que constituía la “crónica de una derrota anunciada”.
Aquella vez, los ecuatorianos se perdieron el 2-1 en al menos dos oportunidades. Esta vez, los paraguayos fallaron una clarísima, cuando Bogarín desvió increíblemente solo frente a Collao, pero al minuto, en una jugada que ninguno de los nuestros supo resolver, apareció el volante Paredes para mandarla a las mallas y decretar el triunfo guaraní y la inobjetable derrota nacional.
Alguien, con una imaginación desbocada, definió a esta generación como una “generación dorada” de jugadores. El técnico Héctor Robles, con una imaginación más desbocada todavía, dijo que la intención de la Roja no sólo era clasificar para el hexagonal final, que entrega cuatro cupos para el Mundial, sino ganar el certamen.
¿Qué estarán fumando todos a estas alturas en el fútbol chileno?
Lo cierto es que, desde que se implantó en nuestro fútbol el nefasto sistema de Sociedades Anónimas Deportivas, nuestras Rojas menores dan pena. No salen jugadores de real valía simplemente porque estos señores se resisten a invertir en sus series inferiores. Para ellos es botar la plata, considerando que de cada mil chicos sólo llegan uno o dos, y que de esa ínfima proporción bien pocos van a ser cracks de nivel internacional, al estilo de Arturo Vidal o Alexis Sánchez.
¿Generación dorada? No nos hagan reír, que a estas alturas los chilenos ya no estamos para chistes ni desembozadas tomaduras de pelo. Con lo que día a día nos hace nuestra clase política, basta y sobra.
PORMENORES
Sudamericano Sub 20
Clasificatorio para el Mundial de Corea 2017.
Cuarta fecha.
Estadio: Olímpico Fernando Guerrero de Riobamba, Ecuador.
Arbitro: Jonathan Fuentes (Uruguay).
CHILE: Collao; Rebolledo (46´ Ramírez), Sierralta, Kimura, Gutiérrez; Cuadra (16´ Vásquez), Leiva, Sierra (73´ Jara), Vargas, Dávila; Morales.
PARAGUAY: Arzamendia; R. Ferreira, Salcedo, Meza, Riveros; Paredes, Colman (63´ Bogarín), Morel, Villasanti (84´ S. Ferreira); Medina y Báez (88´ Paiva.
GOLES: ära Paraguay, Báez a los 33´ y Paredes a los 90´. Para Chile, Jara a los 82´.
Tarjetas amarillas: En Chile, Sierralta, Kimura, Leiva y Vásquez; en Paraguay, Salcedo, Paredes y Villasanti.