La Roja enfrenta el ciclo más difícil de las clasificatorias

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Por José Roggero
Actualizado el 10 de noviembre de 2016 - 12:01 am

Ante Colombia, mañana, y Uruguay, cinco días más tarde, Chile disputará dos duelos de altísimo riesgo. Luego asomará Argentina. Pero resultados no del todo auspiciosos no deben desalentar al equipo, porque después vendrán cuatro partidos donde se pueden obtener los puntos que permitan, al menos vía repechaje, llegar a Rusia 2018.

El triunfo ante Perú y la victoria por secretaría ante Bolivia le permitió a Chile pasar de la UTI a la UCI.

Un alivio momentáneo que impide prever si finalmente será dado de alta. Su irregularidad en estas Clasificatorias rumbo a Rusia 2018 determina una sola certeza: el todavía incierto resultado final estará plagado de sufrimiento. Hasta el último minuto.

Restando sólo ocho partidos, Chile se ubica en quinta posición, en zona de repechaje, pero igualado en 16 puntos con Argentina y superando por uno a Paraguay. Inmediatamente arriba están Ecuador y Colombia, con 17.

Basándose en la historia, de esos ocho encuentros Chile debería dar por perdidas sus visitas a Argentina y Brasil, y posiblemente también la de mañana frente a Colombia. Solamente su visita a Bolivia podría sumarse a favor, considerando las dos victorias conseguidas camino a Sudáfrica 2010 y Brasil 2014.

Como local, la historia concede anticipadamente triunfos contra Venezuela, Paraguay y Ecuador y un pronóstico reservado ante Uruguay, la próxima semana.

Siempre en teoría, entonces, y confiando en que la apelación boliviana ante la FIFA o el Tribunal Arbitral de Deportes no prosperará, Chile podría acabar estas clasificatorias con 28 puntos seguros y uno o tres más, dependiendo de su resultado ante Uruguay.

Ello permitiría confiar en clasificar al menos al repechaje con el representante de Oceanía, duelo en el que habitualmente a Sudamérica le ha ido bien.

Infierno doble

Lamentablemente, para el ánimo oscilante de la Roja y del medio futbolístico en general, Colombia y Uruguay no son los rivales adecuados para terminar de solidificar el renacido optimismo.

Los cafeteros, porque se hacen sentir de local, especialmente cuando juegan en la calidísima y húmeda Barranquilla.

Desde el comienzo de las Clasificatorias todos contra todos, para Francia ’98, la Roja ha jugado tres encuentros en la ciudad del caimán, uno en Bogotá y otro en Medellín. Sintomáticamente, el único triunfo chileno se logró en esta última ciudad, soportable con sus 1.495 metros de altura y 22 grados Celsius de promedio. Fue el 4-2 que abrochó la clasificación hacia Sudáfrica 2010, con los dirigidos por Bielsa corriendo hasta el final.

Rumbo a Corea-Japón 2002, en cambio, los 2.600 metros de altura de Bogotá fueron una cordillera inexpugnable para un equipo chileno decepcionante, que se inclinó 1-3.

En Barranquilla es distinto. Es cierto: dos empates y una derrota no suenan mal. Pero cada uno de esos duelos ha sido un martirio para la Roja, cuyo único hándicap climático es la combinación de calor y humedad extremos.

Hacia Francia ’98 el equipo de Salas y Zamorano fue goleado 1-4 por el equipo donde brillaba Faustino Asprilla. Luego hubo una igualdad 1-1, previo a Alemania 2006, entre dos selecciones que no daban pie con bola y que así lucieron esa vez, resignando sus últimas opciones.

Finalmente, aparece el 3-3 de la última clasificatoria. Con un Chile arrollador en la primera etapa y que poco menos que salió en camilla y lamentando no haber podido soportar el empuje final colombiano.

Lo de mañana no asoma fácil. Con una escuadra cuatro años más vieja, es probable que las fuerzas se agoten antes de tiempo. Jugar de igual a igual sería un suicidio, sobre todo si no estará el suspendido Gary Medel, que sí volverá contra Uruguay. En este caso, el pragmatismo de Pizzi puede derivar en un planteamiento conservador, con “ahorro energético”, que le permita aguantar más entero todo el partido.

Sacar un empate ante un adversario que alineará a sus jugadores clave sería un triunfo que frustraría el despegue colombiano y daría un envión anímico inigualable a Chile, cara a su siguiente batalla.

Porque enfrentar a Uruguay en el Estadio Nacional siempre lo ha sido. Tanto como en el Centenario. Para los charrúas no hay diferencia de localía. Nos han sido bravos allá y acá.

En Santiago la estadística desde Francia ’98 en adelante registra dos triunfos chilenos, dos igualdades y una derrota. Todos los resultados estrechísimos y con seis goles en total, donde el resultado más amplio fue el 2-0 de la última Clasificatoria.

Uruguay alineará a todos sus titulares. La ausencia por lesión del “Cebolla” Rodríguez le priva de un buen recambio, pero nada más. Habrá que usar mucha paciencia para superar a la defensa liderada por los gigantes Diego Godín y José María Jiménez y también mucho cuidado para no ser desbordados en el contraataque por los letales Luis Suárez y Edinson Cavani.

Afortunadamente, al menos en Barranquilla, Chile alineará con los mejores. Lo malo es que contra Uruguay puede ser distinto. Nueve chilenos están al borde de la suspensión y aguantar a Colombia puede implicar el sacrificio de jugadores como Vidal, Sánchez, Bravo, Díaz, Isla, Vargas y Aránguiz, todos imprescindibles en una escuadra habituada a jugar con los mismos de siempre.

Por último, no hay que olvidar que después de estas batallas asoma Argentina como local. Un partido que la albiceleste jugará doblemente motivada: para sacarse las dos finales de Copa América perdidas y para desquitarse del triunfo administrativo que le concedió la FIFA a Chile.

No es la mejor etapa que le podía tocar a la Roja. Lo fundamental será la fortaleza anímica del plantel para digerir eventuales malos resultados y prepararse para los últimos cinco duelos, en cuatro de los cuales será ampliamente favorito y puede lograr los puntos que le permitan llegar a Rusia 2018.

Este análisis también lo puedes leer en el periódico Cambio 21.