La cultura del podcast en Chile
Desde hace unos pocos años se instaló en nuestro país la plataforma del streaming como un importante contenido de medios a los que podemos acceder libre y gratuitamente desde cualquier lugar. Entre ellos se encuentra el podcast, un recurso digital sonoro que provee conocimiento sobre distintos asuntos y que en Chile tiene cada vez más seguidores.
Por RODRIGO CABRILLANA / Foto: GENTILEZA
A finales de los ’90 en Chile la televisión por cable se masificó, internet creció y la cultura de lo análogo comenzó a quedar atrás. La tecnología de lo digital se posicionó firmemente, se especializó mucho más en los primeros años del nuevo siglo. Los contenidos de medios, ya sea en vivo o grabados, invadieron con mucha más fuerza las computadoras y los dispositivos móviles que utilizan las redes informáticas internacionales como una conexión elemental.
En dicho contexto, el streaming (transmisión, en español) en formato sonoro también comenzó a emerger. Y los contenidos grabados en audio de una conversación, de una programación musical, incluso de la emisión de un concierto o cualquier otro tipo de evento proliferaron en distintas plataformas digitales en línea. Así fue como nació el podcast.
Los formatos de contenido de podcast son entrevistas, conversatorios sobre un tema en específico, los que comentan y comparten contenidos musicales, otros que se presentan como audio-series, etcétera. La razón del podcast es informar y entretener a las audiencias y en ese sentido, las temáticas que se abordan son numerosas y múltiples.
De hecho, su ventaja es que es gratuito para sus auditores, diverso en sus componentes, accesible para todo público. Y su extensión de tiempo por lo general es breve, siempre aborda contenidos específicos y está disponible en el momento que nosotros deseamos escucharlo.
Resulta también ser una gran estrategia comunicacional, incluso para perpetuar una marca, una obra o potenciar algo en particular. Igualmente, el podcast es un recurso educativo y cultural que nos actualiza en torno a diferentes materias que muchas veces no tienen cabida en otros medios.
Asimismo, este contenido de audio disponible en un archivo o streaming, tiene sus preferencias populares. En Chile hay podcasts que son muy escuchados entre las audiencias y entre los que se encuentran “Caso 63”. Es una serie de ficción en que una psiquiatra graba las sesiones de un paciente que asegura ser un viajero en el tiempo. También “Weona qué creici”, un programa de conversación de dos amigos que tratan temas polémicos de actualidad. “Tomás va a morir”, en tanto, es un programa de humor hecho por comediantes en torno a la cultura pop. “Con la ayuda de mis amikas”, conducido por Valeria Luna y María José Castro, igualmente abarca temas de contingencia. Y “Mea Culpa” recrea en formato sonoro los distintos capítulos del célebre programa de televisión conducido por Carlos Pinto.
Con respecto a música, también existen diferentes podcasts de contenido determinado, y hay uno en particular, de nombre “La Mestizonora”. Comenzó siendo un programa de radio por muchos años en una emisora comunal, pero con la irrupción del streaming terminó registrándose como formato de podcast. Está conducido por Vanessa Laverde, conductora y DJ de origen colombiano. Ella programa y comenta música de estilo latinoamericano y también mestizo. Su primera temporada se grabó gracias a un fondo público de cultura que obtuvo el equipo de “La Mestizonora” y se propuso registrar diversos capítulos acerca del impacto de la música migrante en Chile.
“Cuando nos convertimos al podcast, queríamos abarcar estrenos musicales, de música que tuviera que ver con la fusión o con la música mestiza. O cómo se mezcla el folclore con los nuevos ritmos, como ese tipo de música. Además, de difundir a los artistas que la hacen y también hablar de las temáticas que aúnan a las canciones”, cuenta Laverde.
La conductora y productora ejemplifica: “Hicimos un programa sobre el soul en Chile y ahí abarcamos una conversación de dónde provenía el soul, cómo llega a Chile. Y luego entrevistamos a personajes que eran un poco icónicos en lo que se estaba haciendo acá. Eso fue totalmente autogestionado, pero ya para 2023 postulamos a un fondo regional que ganamos, en la línea ‘Culturas migrantes’, donde abarcamos seis capítulos que cuentan sobre la música que se hace en formato de ‘rueda’ en Santiago de Chile. Música migrante la mayoría”.
Añade que “en estos seis capítulos, está, por ejemplo, la rueda de gaitas y tambores que es Colombia, está la rueda de Son Jarocho, que es México. Y está la rueda de cueca, que es chilena pero que tiene un nacimiento que es mestizo. También la rueda de choro y de samba que son ritmos brasileños, y está la jam de jazz que tiene su nombre, pero que al final también es una rueda. Cada una tiene como su nombre, pero al final lo que cuenta esta historia es de dónde viene. O sea, cómo nace esta forma de hacer música en formato de círculo y al final se entrevista a un cultor que resida acá y que se haga partícipe de cada uno de estos géneros”.
Para Vanessa es importante que “vamos in situ a cada una de estas ruedas que se hace en algunos lugares de Santiago. Y se pregunta entre las mismas personas participantes qué es para ellos la rueda, cómo llegan, cómo son los instrumentos que se tocan”.
Además, agrega Laverde, “lo queremos dar a conocer en ese podcast es, primero, mostrar cómo es el lado bueno de la migración en Chile. Segundo, mostrar que son músicas que están súper vivas y que muchos chilenos son como adeptos a ellas. Como que las estudian mucho más que los mismos que provienen del lugar…”.
También mostrar que la rueda “es un estilo de aprendizaje muy itinerante y poco formal, porque se da en el momento. Tú llegas muchas veces, y dices cómo se toca esto, y te enseñan a tocarlo. Obviamente, no lo vas a tocar a la perfección ni va a ser una clase como intensiva, pero puedes interactuar, puedes aprender. Es muy bello, tiene muchas lecturas y además es un espacio de resistencia cultural”.
Aparte, uno de los motivos principales que tuvo Vanessa para derivar su espacio al podcast era el agotamiento. En particular, el que le generaba emitir demasiados capítulos del programa en tan poco tiempo. “Sobre ese training, también sentía mucho el estrés como de hacer algo en vivo. Entonces, comencé a pensar en la posibilidad de hacerlo grabado, para que fuera un producto que a una le gustara el resultado. El en vivo era interesante, pero sentía como que a veces pasaba algo en la parte técnica o de repente uno por nervios no decía lo que tenía que decir. Entonces, ahí paramos un rato ‘La Mestizonora’ y luego lo retomamos haciendo podcast. Y ahí era un programa ya más elaborado, tenía sus secciones más organizadas, de manera más profesional y así fue como llegué al podcast”.
Finalmente, Laverde afirma sobre el podcast que “me parecía un formato muy accesible a todo el mundo. Además que te permite escucharlo en el momento que tú puedes o quieres. No es como la radio, que hay un programa a cierta hora, y si no puedes, no lo escuchas y no había dónde poder repetirlo. En cambio, acá, te lo recomiendan y tú dices ‘lo voy a escuchar’. Y puedes escucharlo un rato, pararlo y volver a retomar en el momento que tú quedaste y analizar lo que dice la persona. Como que es un formato muy flexible que te permite tenerlo en el bolsillo y colocarlo en cualquier instante”.
Concluye que por eso siente que llegó “al podcast. Es un formato que da para mucho, que está muy en boga, y hay podcasts, sobre todo. Sobre la bicicleta, la maternidad, deportes, etcétera, y hay ene temas que la gente puede profundizar y que se siente libre de conversar. Creo que es una herramienta súper buena, que sirve muchísimo y no creo que pierda vigencia en mucho tiempo”.