Habla su esposo: “Valeria Lazcano es una persona manipuladora, trepadora y excesivamente cruel”
La directora del Departamento de la Mujer de la Municipalidad de Las Condes reaccionó molesta a la publicación de El Ágora, que la acusaba de incumplir reiteradamente órdenes de los tribunales para permitir las visitas del padre y de la abuela con la única hija del terminado matrimonio. Acusó una “funa”, pero no desmintió nada. Ahora es su ex cónyuge quien entrega más antecedentes.
Por EL ÁGORA / Foto: ARCHIVO
“Cuando en Chile se nos dice que nadie, absolutamente nadie, está por sobre la Ley, ¿es ese un concepto verdadero o vacío? Yo quisiera creer que es cierto. Que se dice y se practica. Sin embargo, en este infierno que se ha transformado mi vida desde que me separé de Valeria Lazcano, directora del Departamento de la Mujer de la Municipalidad de Las Condes, sin que durante tres años mi madre y yo hayamos podido ver ni siquiera un minuto a mi hija, estoy por creer que esa es otra frase bonita y grandilocuente con la que día a día somos engañados los habitantes de este país”.
Razones tiene de sobra Marcelo (nombre supuesto, como lo aclaramos en la nota en que denunciamos el extraño manto de impunidad que parece envolver a la alta funcionaria del municipio), para dudar del aserto. Y es que él y su madre han bregado en vano, durante tres largos años, por el derecho que según la ley les asiste para seguir relacionándose con la pequeña Paula (también nombre supuesto), tras la traumática separación de los cónyuges.
Explica Marcelo:
“No fue, desgraciadamente, una separación amistosa o, al menos, en buenos términos, la mía con Valeria Lazcano. La conocí como promotora, me gustó y me propuse conocerla. Fue natural, porque se trata de una mujer alta, de muy buena facha, que me conquistó de inmediato. Comenzamos a salir, me contó que era separada, pero a mí eso no me importó. El resultado es que iniciamos una relación y a los seis meses ella me contó que estaba embarazada. Fue todo muy rápido, es cierto, pero la noticia de que iba a ser padre me encantó y nos casamos”.
Pronto, sin embargo, Marcelo pudo llegar a la conclusión de que a lo mejor se habían apresurado; pero estaba la pequeña Paula, que lo impelía a tratar de enderezar el rumbo de la relación:
Cuenta:
“El matrimonio se fue deteriorando rápidamente. Me fui dando cuenta de que a ella nada la conformaba. Vivíamos bien, sin problemas, pero ella siempre aspiraba a la casa de película y al vehículo último modelo. La relación se fue haciendo muy tóxica, y de las peleas verbales pasamos a la agresión física. No de mi parte. De ella hacia mí, algo que jamás denuncié, porque creo que a todo hombre le causa vergüenza reconocer algo así. Al final, como el matrimonio ya no daba para más, me fui de la casa. Ni siquiera me dejó retirar mis cosas. Ni hablar de que pudiera ver a mi hija”.
Agrega Marcelo:
“Estaba peleando por el derecho a tener visitas con mi hija cuando me ofrecieron un muy buen trabajo en Punta Arenas. Obviamente, me fui, pero jamás dejé de responder a mis obligaciones de padre. Fue entonces que mi madre se propuso ver a su nieta, apelando, al igual como ya lo había hecho yo, a los Tribunales de Familia”.
-¿Tuvo éxito?
“En los hechos, ningún éxito. Porque, expuesto el caso, el Tribunal de Familia determinó que mi madre tenía derecho a lo que se llama VIF, es decir, a ver a su nieta, pero fue letra muerta, porque ella, con una crueldad increíble, jamás acató la orden. Una actitud más inhumana y cruel cuando a mi madre, de 75 años, en medio de ese conflicto le detectaron cáncer de mamas. Y tan agresivo que hasta tuvieron que extirparle un pecho, y a la fecha ya cuenta con tres operaciones”.
El caso cuenta que fueron 54 las oportunidades que Valeria Lazcano incumplió los dictámenes de los Tribunales de Familia. La madre de Marcelo acudió, entonces, a otras instancias legales. Interpuso la denuncia en Carabineros, apeló al 3° Tribunal y hasta expuso su caso en el Ministerio de la Mujer.
Cuenta Marcelo:
“Ella ya me había advertido que podía hacer lo que ella quería, porque era intocable. Y al parecer era verdad, porque ella, en medio del conflicto, se había transformado en jefa de Gabinete de la ministra de la Mujer, Mónica Zalaquett, en el segundo gobierno de Piñera. Y tan convencida estaba de esto que, la última vez que mi madre fue a hacer efectiva la reunión con su nieta, ella apareció en la puerta con la niña en brazos, acompañada de una nueva pareja, y con una carpeta en las manos. Fue horrible, porque aquella vez no se quedó en los insultos. La agredió físicamente y hasta la persiguió en su huida hacia el auto de mi hermana, que la esperaba sin imaginar jamás la escena que vería. Toda la agresión quedó filmada en el celular de mi hermana. Hasta le lanzó la carpeta. Y esa fue una prueba irrefutable que, sin embargo, hasta ahora no ha servido de nada”.
-En otras palabras, ni usted ni su madre han vuelto a ver a la niña.
“Nunca más, en tres años. Aunque, gracias a mi abogada, que descubrió un detalle que nosotros desconocíamos, tenemos la leve esperanza de que esto pueda cambiar”.
-¿A qué se refiere?
“Que, en vista de sus constantes incumplimientos de los Tribunales, la jueza determinó aplicarle una multa de 1 UTM. Como pagó, volvió a incumplir. Debió pagar una segunda multa, por el mismo monto, pero como ella se cree intocable, perseveró. El problema para ella fue que esa tercera multa no la pagó, y hecho presente ese nuevo incumplimiento, por parte de nuestra abogada, ahora está acusada, además de maltrato habitual en contexto de visitas, de desacato. Ambas causas están en el 4° Juzgado de Garantía”.
-Me imagino que usted sabe que Valeria Lazcano comentó la nota de www.elagora.net, señalando que eso no era un reportaje, que era una simple funa.
“Supe de ese comentario y de otros, me imagino que se trata de amigas suyas, que rechazan violentamente lo que allí se afirma. Es una reacción puramente emocional, porque descalifican, pero son incapaces de desmentir nada. Ese tipo de mujeres reciben el apelativo de “feminazis”, porque intentando ejercer los derechos que ciertamente les asisten a las mujeres, se van al otro extremo y los hombres nos transformamos en sus enemigos. Pido que, por lo menos, sepan distinguir a ese enemigo. No todos los hombres somos abusadores”.
-¿Mantiene la confianza en que, finalmente, usted y su madre podrán reunirse en un futuro cercano con su hija?
“La mantengo, pero cada vez me desilusiono más de nuestro aparato legal. Creo que nuestros tribunales son absolutamente ineficientes y desidiosos. Que, en buenas cuentas, no sirven para nada. ¿Cómo es posible que a mi hija yo no haya podido verla en tres años? ¿Que mi madre tampoco, cuando era una abuela absolutamente amorosa y a la antigua? Y no puedo dejar de tener un inmenso temor, que es cuál va a ser la actitud de mi hija para con nosotros el día que podamos reunirnos. Conozco de sobra a Valeria Lazcano para saber que, durante todo este tiempo, debe haberle hablado pestes de mí y de mi madre. Ese es un daño imperdonable para con un niño, que por edad tiene obligatoriamente que creer en lo que le dice su mamá. ¿Eso no lo toman en cuenta los tribunales de este país?
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