Ha muerto Harry Belafonte, símbolo de la lucha contra el racismo en EEUU
El cantante, actor y activista, dejó de existir en Nueva York, a la edad de 96 años. Fue cercano a Martin Luther King y amigo del alma con otro afroamericano famoso: Sidney Poitier.
Por EL ÁGORA / Foto: ARCHIVO
Harry Belafonte, cantante, actor y activista, debe haberse ido en paz consigo mismo, luego que su familia confirmara este martes su fallecimiento, a los 96 años, a causa de una insuficiencia cardiaca.
De padres de Jamaica, Belafonte nació en 1927, en Nueva York, y fue conocido como “El rey del calipso”, por ser la persona que popularizó este género caribeño principalmente en Estados Unidos.
Cantante de fama internacional, popular actor y referente de la era de la lucha por los derechos civiles en Estados Unidos, Belafonte falleció en su casa del Upper West Side, en Manhattan.
Belafonte derribó todas las barreras raciales para encaramarse a lo más alto de la fama. Hijo de inmigrantes antillanos, creció en las calles más pobres del barrio de Harlem.
Con una voz inconfundible, el joven Harry no demoró nada en conquistar al público. Sus canciones, casi sin excepción, se transformaban en inmediatos éxitos y su popularidad fue tanta que pronto incursionó en el cine. Y en cintas importantes.
Como cuando, en 1957, compartió pantalla con Joan Fontaine, película que, sin embargo, sólo pudo filmar luego que se despenalizaran las relaciones interraciales en el cine estadounidense.
Belafonte, apuesto y alto, se transformó en todo un referente para los de su raza y figura que superaba, incluso, los prejuicios raciales norteamericanos, brutales en el sur. Plenamente consciente de ello, intentando cambiar ese estado de cosas utilizó los escenarios, el cine y la incipiente televisión.
Tenía sus máximas, frases que formaban parte de su repertorio: como “el papel del arte no es mostrar la vida, sino enseñarnos cómo debería ser esa vida”. Y: “No soy un artista que devino en activista, sino un activista que decidió meterse a artista”.
Solidario con su raza, Belafonte fue muy cercano a Martin Luther King. En los años sesenta del pasado siglo, ambos lucharon codo a codo por la igualdad de derechos de los negros. No paró allí. Con el mismo entusiasmo y dedicación, dos décadas después se sumó a la lucha contra el apartheid en Sudáfrica.
Políticamente fue siempre un ecléctico. Más que ideologías, Belafonte abrazaba causas. Fue durísimo con George Bush hijo, por su guerra injustificada en Irak, pero también criticó a Obama. Decía que, tras su imagen, “elegante e intelectual”, se escondía a su juicio una persona poco empática con los desposeídos, ya fueran “negros o blancos”.
Tras enrolarse en la Marina durante la Segunda Guerra Mundial, donde leyó por primera vez los textos del pensador negro W. E. B. DuBois, el joven se alistó, gracias a la ayuda para estudiar que recibieron en esa época los veteranos de guerra, en el Taller Dramático de la Nueva Escuela de Investigaciones Sociales, donde recibió las enseñanzas del Método, de Lee Strasberg. Allí coincidió con Marlon Brando (“nunca conocí a un hombre blanco que abrazara con tanta pasión la cultura negra”, dijo de él en sus memorias), Walter Matthau, Tony Curtis y Sidney Poitier.
Este último, otro símbolo de la lucha de los afroamericanos, se convertiría en su gran amigo. Sólo la muerte de Poitier, a los 94 años, los separó. En 1970, ambos se embarcaron en una empresa para ayudar a producir filmes en los que actores y directores fueran negros.