Guitarra de Amor: “Areggione” de Luis Alberto Heiremans
Un diálogo incómodo entre dos personas desconocidas da inicio a la última parte de la trilogía “Buenaventura”, escrita por el dramaturgo chileno Luis Alberto Heiremans, estrenada de manera continua en Alemania el año 1962 y publicada en Chile de manera póstuma en 1965.
“Arpeggione” es, a primera vista, un relato dialógico entre un hombre y una mujer, ambos instrumentistas, que se juntan sin conocerse para interpretar a dúo la sonata de Franz Schubert del mismo nombre. Rosa y Lorenzo conversan, sin saber bien qué decirse y por dónde comenzar.
Es un diálogo incómodo entre dos personas que buscan. Lorenzo busca un acompañante, Rosa, una justificación. Sentados uno al lado del otro, comienzan a tocar sus instrumentos imaginarios y el diálogo va cambiando de lenguaje y se va entramando con recuerdos personales y música.
Frente a su partitura, Rosa busca una llave, una palabra con la que conectar con Lorenzo, busca incansablemente una justificación para estar donde está, para ser quien es. Mientras toca el piano, recuerda con nostalgia su infancia y el diálogo se vuelve interior, se adentra en su bosque para caminar entre recuerdos y enseñanzas de su padre, a quien admira e idolatra.
Lorenzo, a su vez, busca un sentido, una razón para hacer lo que hace. “En el arte no valen las excusas”, dice, y con esto se sentencia a un virtuosismo tortuoso.
¿Hay o no eco en los bosques? Esta discusión entre ambos músicos los lleva por caminos opuestos y los distancia en su forma de enfrentar la vida y de comprender la música como lenguaje interior.
“Arpeggione” es una obra atemporal que nos plantea interrogantes siempre vigentes sobre la existencia humana desde una óptica filosófica, se propone la música como el vehículo para plantear preguntas clave que quedan abiertas a la interpretación del espectador. Es un montaje sencillo desde el punto de vista de los recursos escenográficos, lo que permite centrar toda la atención en los diálogos, la música y las delicadas actuaciones de Claudia Cabezas y Nicolás Zárate. Una joya del teatro chileno.
La dirección es de Jesús Urqueta y el diseño escénico de Tamara Figueroa.