Fútbol chileno: las desigualdades y banderas políticas tras el estallido

Imagen del autor

Por Camilo Rey
Actualizado el 29 de octubre de 2019 - 8:01 pm

Valdivia cerró sus redes sociales mientras Bravo, Vidal y Medel hicieron explotar sus cuentas con mensajes sobre las protestas, en la expresión de una “burbuja” que acaso también cambie en su economía gracias a la crisis.

El fútbol chileno no pudo hacerle una finta al estallido social en nuestro país, y algunos de sus protagonistas se convirtieron en voceros de una posición mayoritaria en pro de las reivindicaciones sociales, mientras que otros -los menos- debieron soportar las consecuencias de haber adherido públicamente al Gobierno cuando aún la crisis no explotaba.

El caso de Jorge Valdivia fue uno de los más analizados mediáticamente, especialmente luego que el crack colocolino resolviera cerrar sus redes sociales para no soportar más ataques por su opción frente a la realidad política del país.

Del otro lado, con un mensaje más fácil de socializar por su concordancia con la mayoría, por las redes desfilaron las principales figuras empuñando un discurso de tal consistencia política que hacía inevitable no apuntar a los comunity manager de cada cual…

Como sea, los emplazamientos a la “burbuja” en que vive el fútbol criollo venían de mucho antes. Luego del Mundial de Francia, la portera Cristiane Endler, incluso se atrevió a expresar que las principales figuras de Europa -Vidal, Bravo, Medel y otros- debieran aportar parte de sus sueldos al potenciamiento del fútbol femenino, generando sorpresa y un malestar en sordina de los directamente aludidos.

Ahora que los analistas y los medios aseguran -aún sin constatación científica- que “el país cambió y los chilenos ya no son los mismos”, luego de la marcha multitudinaria del 25-O, es probable que cuando el campeonato y sus rostros recuperen la atención de la opinión pública, la percepción de los hinchas también tenga un cariz mucho más crítico.

SIN FUEROS NI BARRERAS

Mientras los dirigentes de la Anfp no encuentran la fórmula ni el resquicio para reanudar un campeonato muy devaluado y ruegan a todos los santos para que finalmente se pueda disputar la final de la Copa Libertadores en Chile, los clubes entrenan por inercia, amparados por los ingresos fijos del CDF.

En ese marco, la parálisis institucional vuelve a poner las miradas en las millonarias planillas de algunos clubes y el imperativo de aprovechar la coyuntura para aterrizar en la realidad financiera del país.

Hace pocos días, el ex ministro José Miguel Insulza encaró en pantalla a los animadores Tonka Tomicic y Martín Cárcamo por los casis 55 millones de pesos mensuales que cobran en Canal 13, como reflejo de un “espejismo” que a menudo caricaturiza en forma siniestra las desigualdades dramáticas del país.

En tanto, los sueldos desmesurados en una actividad futbolística que no reditúa con esa generosidad -Valdivia, Paredes y Beaseajour están al tope del ranking con un piso mensual de $50 millones-, muestran otra industria donde las inequidades también campean, según los testimonios del propios Sifup.

En rigor, de vuelta de la crisis, ya sea para coronar a la UC o comprobar el salvajate de la U del descenso, habrá tiempo para comprobar si las lecciones del estallido social dejaron huellas positivas en nuestro fútbol de cada día.

Y si los clubes ordenan su economía doméstica o siguen replicando aquella realidad social tan desigual que hizo estallar la “normalidad” cotidiana de los chilenos…