Fallo Colo Colo – Deportes Antofagasta, o cuánta basura se esconde bajo la alfombra

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Por Marcelo Cheloi
Actualizado el 5 de noviembre de 2020 - 12:10 pm

Creer en la «justicia» de los tribunales del fútbol es tan iluso como confiar en que sean condenados los políticos o empresarios corruptos. Blanco y Negro maquinó una situación para no jugar un partido oficial, con el rival llegando en bus al estadio, bajo excusas que se derrumbaron en pocas horas. Pero el duelo se reprogramó. Gana el poderoso ante un provinciano que no sabemos si tuvo defensa.

Por MARCELO CHELOI

Solamente falta conocer el día y horario de la reprogramación del partido pendiente (fecha 12) entre Colo Colo y Deportes Antofagasta para que el golpe de la injusticia sea uno de nocáut en la mandíbula del futbolero de corazón. Ese que aparte de estar informado, entiende que el deporte se debe manejar con estándares (no sé si códigos es la palabra, pero sí reglas claras), para que a los que intenten hacer trampa se les castigue de acuerdo a un reglamento establecido e igualitario para todos por igual, excluyendo el linaje de la camiseta. 

Lo que hizo Colo Colo el pasado 26 de septiembre fue sencillamente no querer jugar. Y por una negligencia voluntaria, que después la cronología se encargó de descubrir. Nunca hubo pruebas públicas de que el plantel haya estado en la cancha. La obstrucción al bus «puma» para ingresar al recinto. Las excusas del inefable Harold Mayne-Nicholls y el tartamudeo de Marcelo Espina (a estas alturas, ambos están mucho más cerca del problema que de la solución). Son cosas que a mí -y a la mayoría de antofagastinos- no se me olvidan. La vida no va tan rápido como para que la podredumbre, convertida en noticia por su bajeza, se disipe así como así. 

Por una parte, está la justicia y su precariedad en torno de una ANFP que parece ser un reino aparte de la sociedad. Un redil alejado e imposible de llegar por ningún medio, donde existe una élite hermética que se separa del resto para vivir su propia realidad, sin responderle a nadie más que a los patrones de los derechos de televisión. 

Por otro lado, están las relaciones personales entre el cartel del fáctoring, con un Jorge Sánchez que prometió llegar a las últimas consecuencias, y su aliado político Pablo Milad, quien, a su vez, delegó todo en un Tribunal de Disciplina que también es otra fuente de secretismo, con escasa transparencia y fallos disímiles para situaciones iguales (¿por qué obligaron a jugar a Santiago Morning frente a Puerto Montt, pese a que los «bohemios» tenían jugadores contagiados?). El fallo evidentemente favoreció a un Colo Colo ultra necesitado por los puntos y con serio riesgo de pelear el descenso. 

Un «detalle»: Aníbal Mosa, controlador de Blanco y Negro, invita a pescar a Jorge Sánchez los veranos en el sur de Chile. Pensemos en esa imagen a la hora de analizar este caso. E imaginemos la sonrisa de Mayne-Nicholls al concluir con éxito «la gestión». 

Desde el punto de vista estrictamente futbolístico, para el equipo de Almandoz es una opción de medirse en cancha contra el penúltimo de la tabla y meterse en la lucha por el título (de ganar, quedaría a tres puntos de los líderes). Aunque este no sea el discurso de nadie en el club, y aunque se juegue horrible la mayoría de tiempo, las matemáticas meten presión. Tarde o temprano Unión Española y La Calera pincharán alguna rueda. Descontarle puntos a Universidad Católica es algo más complicado, pero todo puede pasar en una liga chilena llena de vaivenes. Es hora, en definitiva, de que Deportes Antofagasta sepulte a un llamado “grande”; que haga pesar los 19 puntos de distancia que tiene sobre Colo Colo, y que, de una vez por todas,  le regale una alegría al hincha de nuestra ciudad, que sólo sabe celebrar cuartos lugares y temporadas honrosas.

¿Se cumplirá el deseo que haya “justicia deportiva”? Sinceramente me da igual. El horror de este fallo se llevará el peso del partido y también se llevarán puestos al periodismo de alcahuetes que intentó proteger de manera parcial los intereses de Colo Colo, menoscabando la verdad, que, si se personificara y pudiera hablar, daría los nombres y apellidos de todos los «profesionales» que dañan al fútbol con un micrófono en mano. A ellos tiene que ir a buscar el señor Sánchez, el mismo que empeñó su palabra porque llegaría hasta las últimas consecuencias para defender al club, a la ciudad…

Algo sacó de todo esto: consiguió que le rebajaran el arriendo del Calvo y Bascuñán. Es que tipos como Sánchez jamás darán una puntada sin hilo.