Examen reprobado
No por la Roja, que en el a mistoso contra Burkina Faso apenas sí pudo estirar las piernas, sino que por la ANFP, que una vez más dio pruebas de que la eficiencia administrativa no fue incluida en su código de conducta.
Un par de patadones rompe huesos y la adoración a Arturo Vidal al final del partido es todo lo que quedará de Burkina Faso en la historia del fútbol chileno.
Pese a ser los burkineses los villanos de este filme de cuarto orden, la ANFP quedó en la categoría de cómplice directo por el ridículo público que cargó Chile -la cuarta selección en el actual ranking FIFA y aspirante a campeonar en la cercana Copa Confederaciones- al programar este amistoso como un ensayo de cara al debut con la más que respetable Camerún en el torneo que se jugará en Rusia desde el 17 de junio.
Según aseguró Andrés Fazio, vicepresidente de la ANFP, se exigirá a la federación burkinesa la devolución del adelanto pagado por el partido y no se cancelará el resto de lo pactado. De acuerdo a su versión, el contrato exigía de los africanos la presencia de al menos 11 miembros de la selección que fue tercera en la última Copa Africana de Naciones, disputada en enero. Olímpicamente, de ese plantel los burkineses trajeron solamente al tercer arquero.
Tamaño bochorno merece no solo la mera declaración de Fazio sino que la exhibición del contrato para verificar la rigurosidad con que actuó la ANFP. Si con ello Fazio corrobora sus palabras, el paso siguiente será obligar a la ANFP que resguarde el honor del fútbol chileno y obtenga el retorno del anticipo, cuyo monto tampoco ha sido divulgado. Habrá que ver si lo consigue, cuestión que todavía no puede darse por zanjada.
¿Pudo haberse evitado el fiasco?
Posiblemente sí, en caso de que la ANFP hubiese mantenido una comunicación mínima con su par burkinesa en las semanas previas. Un recuerdo a la pasada de que debían venir sus estrellas y no meros asteroides, so pena de no pago del contrato, habría evitado la burla.
Alguien podrá decir que un incumplimiento de esta magnitud es impensable a estas alturas en el fútbol mundial. Craso error. Chile ya había enfrentado algo parecido en la era Borghi, cuando un amistoso contra Ghana (que sí presentó a los mejores) casi se cae en el entretiempo. Todo porque durante muchísimo rato los africanos se negaran a disputar la segunda fracción reclamando el pago de dineros adeudados por su federación. Solo el compromiso formalizado por sus dirigentes posibilitó el retorno del equipo a la cancha e impidió que el bochorno fuese completo.
Como nos suele pasar, no aprendimos la lección.
Al cabo, fue un partido de más. La única vez que los burkineses atraparon a Vidal fue cuando lo cercaron para inmortalizarse a costa de selfies. Es que la oposición de Burkina Faso fue tan distante de la que opondrá Camerún como la que podría plantear Bolivia si un gigante europeo la eligiera para preparar un duelo contra Brasil.
Ningún objetivo logrado.
¿Despedida de la Roja de su público? No, porque el Nacional no recibió más de 25 mil estoicos fanáticos, la mitad de la capacidad del coliseo.
¿Comprobar el estado de Johnny Herrera como primer suplente de Claudio Bravo? No hubo un solo disparo de riesgo que lo obligara a calentar las manos.
¿Cómo se coordinaban los gigantones Roco y Maripán? Tampoco se supo.
¿En qué pie está la dinámica colectiva de Vidal, Aránguiz y Díaz? Imposible calibrarla, si nunca fueron asediados.
Futbolísticamente, tal vez lo único útil haya sido el debut de los juveniles Gabriel Suazo y Yerko Leiva, dos promesas a las que, por lo demás, les falta muchísimo rodaje para siquiera prever su ingreso de verdad al equipo de todos.
En lo administrativo, es de esperar que lo ocurrido sirva de lección para una ANFP que, sea por la razón que sea, suele desilusionarnos con sus metidas de pata.