Everton dio el zarpazo frente a una U. Católica mediocre y que ya se cae a pedazos: 1-0

Imagen del autor

Por Eduardo Bruna
Actualizado el 8 de julio de 2023 - 8:55 pm

Cuando el partido parecía encaminarse a un 0-0, apareció la última incorporación viñamarina -Leonardo Sequeira- para anotar a boca de jarro y cambiar la historia. El divorcio de los hinchas “cruzados” con su cuadro ya se hace muy evidente.

Por EDUARDO BRUNA / Fotos: AGENCIAUNO Y PHOTOPORTS

El partido, chato y a ratos soporífero, estaba para el 0-0 clavado. El tiempo parecía que se arrastraba, y que no corría ante el mediocre espectáculo que brindaban Universidad Católica y Everton, en el Santa Laura. Por ello, sería dudoso afirmar que el triunfo por 1-0 fue demasiado premio para el elenco viñamarino, porque es obvio que los partidos se ganan con goles, pero en cambio no pueden existir cuestionamientos a la hora de calificar el resultado como la justa “recompensa” para un cuadro “cruzado” que no levanta, que sigue jugando mal, y que a ratos pareciera que se cae a pedazos.

El delantero argentino Leonardo Sequeira, la última incorporación del cuadro viñamarino para el segundo semestre, llevaba apenas cinco minutos en cancha cuando a boca de jarro, en el área chica, capitalizó un centro de Campos tras un saque lateral. Acierto del jugador, para estar allí, en el momento justo y en el lugar preciso, pero sin duda una desaplicación enorme de la defensa de Universidad Católica. Porque, ¿cómo es que te hacen un gol de un saque de banda?

Tal vez pudo cambiar la historia, y el aburrido trámite del partido, si Aravena hubiese convertido en gol la oportunidad de oro de que dispuso cuando recién se jugaba el minuto 5. Ante un pase largo de Nieto, aparentemente sin destino, falló ostensiblemente Oyarzún y el delantero cruzado enfrentó a Torgnascioli absolutamente solo. Finiquitó la jugada de la peor forma: dándole un pelotazo en la cara al decidido meta, que sin duda se mandó la jugada del partido.

Fue la única acción clara de gol que, al final de cuentas, hubo en todo el encuentro. Cuando aparte de anemia ofensiva, además, lo único que se registran son tibias aproximaciones, el espectáculo pierde todo atractivo, transformándose -si es que- en un bodrio para los tácticos, que disfrutan con los esquemas, los rombos, los cuadrados y los canales que venden como pomada los técnicos.

Independiente de esas elucubraciones, en el fútbol se trata de jugar bien, y pronto quedó claro que ninguno de los equipos estaba en condiciones de hacerlo. Universidad Católica no está jugando a nada. Ha perdido, incluso, esa fluidez que lo hacía un cuadro distinto. Hoy, el elenco de Holan es un equipo tan discreto y mediocre como muchos de los que pueblan nuestro campeonato. Con jugadores, además, en un nivel bajísimo. Pinares, por ejemplo, entró en reemplazo de Cuevas y lo cierto es que no solucionó nada. Cada una de sus habilitaciones, adornadas con un gesto técnico impecable, como pegarle “a tres dedos”, fue para cualquier parte, menos hacia el supuesto receptor. Aravena, por otra parte, ¿jugó? Si en la primera etapa dejó ir esa oportunidad más que propicia, existe la sospecha de que en el segundo tiempo abandonó la cancha y dejó en su lugar a un fantasma.

Everton, ya lo dijimos, hizo muy poco para ganar, pero así es el fútbol, como apuntan los filósofos. Fue evidente, desde el comienzo, que el empate le gustaba a rabiar y, en vista de ello, dedicó todos sus afanes a tocar y tocar. La vieja frase de que “mientras la tengamos nosotros, ellos no pueden hacernos daño”, volvió a tener vigencia. El problema es que el elenco viñamarino cruzaba la mitad de la cancha y podía hacer 200 pases sin ponerse siquiera a tiro de gol.

Como sea, los tres puntos se fueron a Viña del Mar y no le vamos a venir con este tipo de análisis a sus hinchas. La alegría que los embarga tiene plena justificación.

El terremoto puede producirse en la tienda “cruzada”. El equipo volvió a ser tan poquita cosa como frente a la U y fue evidente que la hinchada ya está harta con Holan y con los jugadores, porque no dan el ancho.

Sólo falta que se pronuncien los dirigentes, pero de producirse la próxima semana un respaldo a Ariel Holan, ya sabemos para dónde va la cosa.

Sebastián Sáez intentó una de sus jugadas habituales, pero no tuvo suerte.

PORMENORES

Campeonato Nacional, fecha 16.

Estadio: Santa Laura.

Público: 7.512 espectadores.

Árbitro: Felipe González.

Universidad Católica (0): M. Dituro; B. Ampuero, G. Kagelmacher, G. Burdisso; B. Nieto, C. Cuevas, I. Saavedra, B. González, E. Mena; A. Aravena, F. Di Santo. DT: Ariel Holan. Cambios: 60’, C. Pinares por Cuevas, C. Montes por González y F. Zampedri por Di Santo; 80’, A. Parot por Kagelmacher.

Everton (1): F. Torgnascioli; J. Espejo, J. Barroso, D. Oyarzún, C. Riquelme; B. Berríos, J. Cuevas, R. Echeverría, A. Madrid; L. Pastrán y S. Sáez. DT: F. Meneghini. Cambios: 46’, F. Campos por Riquelme y S. Pereira por Barroso; 72’, P. Sánchez por Pastrán; 82’, L. Sequeira por Cuevas; 90+3’, B. Soto por Berríos.

Gol: 87’, Leonardo Sequeira (EV).

Tarjetas amarillas: Parot y Mena (UC); Riquelme, Echeverría, Sáez y Pastrán (EV).