España se mareó y se murió en la montaña rusa

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Por Julio Salviat
Actualizado el 1 de julio de 2018 - 6:14 pm

Con infartante definición por penales, los anfitriones mandaron para la casa a otro de los grandes favoritos después de igualar 1-1 en el tiempo reglamentario y no mover el marcador en el alargue.

Era el partido más previsible del Mundial, y terminó con el resultado más inesperado del campeonato.

Después de 120 minutos de incesante dominio de España, las fuerzas anímicas traicionaron a sus jugadores y Rusia se adjudicó la infartante definción a penales para mandar a los ibéricos a su casa y clasificar por primera vez en su reciente historia a los cuartos de final de una Copa del Mundo.

En las especulaciones previas no había cómo perderse: sólo había que adivinar cuánto demoraría España en abrir el muro defensivo ruso y después, abierto el marcador, hasta dónde llegaría la goleada.

Once minutos duró el suspenso. Una chambonada del central Ignashevich, que se preocupó de amarrar con los brazos a Sergio Ramos en un tiro libre, y no de seguir la trayectoria del balón, significó la apertura de la cuenta. Pero el partido no siguió en el rumbo previsto.

La posesión se mantuvo, los rusos no se movieron de su zona y el partido se convirtió en una lata para los espectadores, para los atacantes en punta y para los arqueros. Dos atacantes pedían los hinchas españoles antes del encuentro, pensando en las dificultades que iba a tener el solitario Diego Costa en medio de tanto defensor. Fernando Hierro, el DT hispano, no les hizo caso. Peor todavía: dejó en el banco al que mejor podía deshacer el nudo ruso. Sin Andrés Iniesta, el tejido rojo no tenía sentido. Con el calvo de Barcelona hay posibilidades de romper líneas con esquives, pases profundos o paredes precisas. Sin él, nada: desde el gol hasta el descanso, España apenas se procuró una posibilidad más de anotar.

Ante de irse al descanso, en una de las pocas ocasiones que los rusos pasaron la mitad de la cancha, una mano casual de Piquet les procuró un penal que les brindó la igualdad con el servicio sereno de Dziuba.

El segundo tiempo siguió las mismas aguas. Los rusos confiaban en su sistema defensivo y en las cábalas: España nunca había ganado a un anfitrión en copas mundiales y europeas, y no les parecía esta la ocasión de hacerlo. Además, estaban invictos ante los hispanos desde la separación de la Unión Soviética. Pero al frente pensaban distinto: tarde o temprano tendría que imponerse la calidad individual y de juego. Los ibéricos podían pensar que ninguno de sus rivales tendría méritos para integrar la selección española. Y que en los 45 minutos que faltaban, la justicia iba a tardar, pero iba a llegar.

Esas ilusiones se acrecentaron cuando Iniesta ingresó por David Silva, aunque el reemplazado era el más lúcido del mediocampo. A esas alturas, minuto 66, era notoria la tibieza del juego de Koke, Busquets, Isco y Asensio, los encargados de abastecer a su goleador. Sus pases laterales no creaban conflicto y ninguno tenía precisión cuando intentaban jugar en profundidad.

Cuando entró a la cancha Iago Aspas, Hierro sacó a Costa y volvió a dejar a su equipo con un solo atacante en punta. Igual mejoró España: Iniesta ya les había dado profundidad a las cargas españolas, y ahora Aspas aportaba movilidad y desmarcación.

De hecho, la única situación del gol que se produjo en ese período fue un remate de Iniesta que exigió una gran tapada del portero Akinfeev. Y la única posibilidad de desnivelar el marcador, ya en el alargue, la tuvo después con otro recién ingresado, Rodrigo Moreno. Tras genial escapada y brillante esquive, el español-brasileño remató en diagonal y provocó otra salvada notable del arquero ruso.

Hubo suspenso en el minuto final cuando los hispanos reclamaron un agarrón de Ignashevich a Sergio Ramos en el área, pero árbitro revisó imágenes y desestimó el cobro porque ambos estaban tomándose antirreglamentariamente.

Y no quedó otra que ir a la instancia que los anfitriones querían. En los penales, sus ejecutantes mostraron la sangre fría que les daba el hecho de tener poco que perder, mientras Koke hacía lucirse al portero y Aspas desviaba su disparo.

De este modo, otro favorito se va para la casa, sumándose a los alemanes, argentinos y portugueses. Y el dueño de casa, superando todos los pronósticos, se instaló en la recta final soñando con hazañas mayores.

PORMENORES

CANCHA: Estadio Lushnikí, de Moscú.
PÚBLICO: 78.011 espectadores.
ÁRBITRO: Bjorn Kuipers, de Holanda.
RUSIA (1) (4): Afinkeev, Fernández, Ignashevich, Kutepov, Kudriashov; Zhirkov (46’, Granat), Samedov (61’, Cheryshev), Zobnin; Kuziaev (97’, Erokhin); Golovin y Szyuba (65’, Smolov). DT: Stanoslav Cherchesov.
ESPAÑA (1) (3): De Gea; Nacho (70’ Carvajal), Piqué, Ramos, Alba; Koke, Busquets, Asensio (104’, Rodrigo), Isco, Silva (67’, Iniesta) y Costa (80’, Aspas). DT: Fernando Hierro.
GOLES: 11, Ignashevich, autogol (E); 41’, Dzyuba, penal (R).
AMONESTADOS; Piqué y Gortovin.
PENALES: Para Rusia convirtieron Smolov, Ignashevich, Golovin y Cherishev, Para España, Iniesta, Piqué y Ramos; fallaron Koke y Aspas.