Esmilodontes: en los dientes estuvo su perdición
Científicos coinciden en que cada diente de los esmilodontes o tigres dientes de sable era muy frágil, lo que les trajo muchos problemas a los animales, que casi con seguridad fueron exterminados por los humanos.
En la historia de las dentaduras, ningún diente es tan famoso como el diente de sable. Los largos caninos en forma de medialuna parecen estar perfectamente optimizados para matar a sus presas. Sin embargo, ahora los científicos coinciden en que fue justamente esta característica la que los condenó a la extinción.
El esmilodonte o tigre dientes de sable lucía verdaderos estiletes de casi 30 centímetros de largo. Pero tras la temible apariencia se escondía el drama.
“Probablemente eran muy frágiles. En algunos animales estos caninos extremadamente largos eran realmente afilados, pero bastante propensos a romperse”, afirma la paleontóloga Emily Rayfield, de la Universidad de Bristol.
En general, los caninos tenían dos funciones principales, pero contrapuestas.
Resistencia a la perforación
“Tenían que ser lo bastante afilados para perforar y para cortar cosas. Pero, por otro lado, tenían que ser lo bastante fuertes como para no romperse”, dice la especialista. Según informan Rayfield y sus colegas de Current Biology, los dientes de sable llevaron este compromiso al extremo. Es decir, llegaron a ser lo mejor que podían ser para perforar presas, pero no eran durables.
Los investigadores sugieren que el rendimiento máximo puede haber provocado en última instancia la caída de los dientes de sable.
El equipo de investigadores llegó a esta conclusión tras analizar casi 100 dientes caninos que abarcaban desde los más afilados a los más resistentes. Se incluían de tigres dientes de sable, leopardos de las nieves, glotones y osos panda. Comprobaron la durabilidad mediante el modelado informático que utilizan los ingenieros para probar la resistencia de distintos materiales.
“Si se puede hacer esto con los autos y los puentes, también se puede hacer con los dientes”, dice Rayfield. Para medir la resistencia a la perforación, el equipo recurrió a experimentos reales. Crearon un modelo 3D de acero inoxidable de cada diente, que luego “mordieron” en gel. Esto les permitió medir la fuerza necesaria para cada mordida.
Atacaban a los tejidos blandos
“Es como una gelatina muy dura. Puedes imaginar que los dientes afilados no necesitan mucha fuerza para atravesar el gel, mientras que los dientes muy romos necesitan mucha fuerza para hacerlo. Combinados, estos datos revelaron la fuerza relativa y el rendimiento de perforación de todos estos dientes”, explica Rayfield.
Añade que “todos habían evolucionado hacia esta forma que los hacía realmente buenos para perforar. Pero probablemente sólo hasta el punto en que eran tan buenos como podían serlo para resistir la rotura. Cualquier aumento en la resistencia a la rotura significaría que su rendimiento de perforación decaería”.
Se estima que los tigres dientes de sable probablemente atacaban a los tejidos blandos. Y sus características los llevaron a convertirse en los depredadores más importantes de su época. Pero en la actualidad no existe ninguna criatura con dientes de sable. “Los resultados nos hicieron pensar que estos animales simplemente no fueron capaces de adaptarse y cambiar”, afirma la paleontóloga.
Callejón sin salida
En cierto modo, los largos y afilados dientes representan una cúspide evolutiva, el diseño óptimo de un diente canino para perforar una presa. Pero también demuestran que ser demasiado bueno en una cosa puede ser a veces un callejón sin salida evolutivo.
Por eso no pudieron contra los humanos. Estos animales proliferaron en América del Norte y luego llegaron hasta Sudamérica (se encuentran fósiles en lugares tan australes como Chile y Argentina). Y por su tamaño (cerca de 250 kilos) y características fueron los grandes depredadores de la época.
Pero fue la misma época en la que llegaron los humanos (que actualmente se estima en 20 mil años). El choque fue brutal, y al final ya sabemos quién ganó…