El papa Francisco celebró la opción de Chile y Argentina por la paz

El sumo pontífice, recordó, junto a los obispos de Chile y Argentina, los 40 años del tratado que evitó la guerra entre ambos países. La conmemoración se realizó en la Sala Regia del palacio apostólico, el mismo lugar donde el 29 de noviembre de 1984 se firmó el Tratado de Paz en la Santa Sede.

Imagen del autor

Por Sergio Antonio Jerez
Actualizado el 25 de noviembre de 2024 - 12:22 pm

En la conmemoración estuvieron presentes el arzobEl Papa destacó que el Tratado evitó una guerra / Foto: GENTILEZA ARZOBISPADO

El papa Francisco presidió en el Vaticano el acto conmemorativo por los 40 años del Tratado de Paz y Amistad entre Argentina y Chile, destacando este acuerdo como un modelo de resolución pacífica de conflictos.

Recordó que la mediación papal liderada por Juan Pablo II evitó un enfrentamiento armado y permitió encontrar “una solución digna, razonable y ecuánime” para ambas naciones, en un contexto de tensión que amenazaba con dividir a dos pueblos hermanos.

Paz y amistad

En su discurso, el Papa subrayó que la paz y la amistad, elementos esenciales del tratado, son valores universales que trascienden las fronteras. Citó a San Juan Pablo II al afirmar que la paz requiere “un esfuerzo cotidiano para preservarla de los obstáculos que puedan oponérsele” y destacó la importancia de fomentar “una armoniosa amistad a través de la colaboración en todos los campos”.

Para Francisco, este legado cobra especial relevancia en un mundo marcado por conflictos que aún no logran extinguirse.

El mensaje

Luego, invitó a detenerse y preguntarse: “¿hay algo por lo que valga la pena vivir y esperar?”, agregando que estamos llamados a hacernos “mendigos de lo esencial”, de lo que da sentido a nuestra vida, enfatizando que el valor de la existencia humana no consiste en las cosas, ni en los éxitos obtenidos, ni en la competición, sino ante todo en esa relación de amor que nos sostiene, enraizando nuestro camino en la confianza y la esperanza. “Hermanas, hermanos, es la amistad con Dios, la que después se refleja en todas las demás relaciones humanas, esa fundamenta la alegría que nunca se extinguirá”, añadió.

Junto a los obispos de Chile y Argentina

El Papa recordó que hace algunas semanas, con ocasión de este 40° aniversario, los obispos de Argentina y de Chile firmaron una nueva declaración recordando cómo el Tratado “evitó la guerra entre pueblos hermanos”.

En la oportunidad los obispos de ambos países agradecieron a Dios porque con ese acuerdo prevalecieron el diálogo y la paz. Al mismo tiempo, expresan su gratitud a san Juan Pablo II, que ofreció su mediación entre los dos países, con el apoyo de los cardenales Antonio Samoré y Agostino Casaroli.

Agradecido de Dios

Hago mío el sentir de los obispos chilenos y argentinos, agradeciendo a Dios por habernos protegido y salvado de la guerra. Y junto con los purpurados y obispos de los dos países, agradecemos por la paz y la cooperación entre las dos naciones, confiando en que este camino pueda seguir siendo profundizado para el bien de los dos pueblos”, destacó el Papa.

“Espero que el espíritu de encuentro y de concordia entre las naciones, en América Latina y en todo el mundo, deseoso de la paz, pueda ayudar a multiplicarse en iniciativas y políticas coordinadas, para resolver las numerosas crisis sociales y medioambientales que afectan a las poblaciones de todos los continentes, perjudicando ciertamente a los más pobres”, manifestó.

En la conmemoración estuvieron presentes el arzobispo Fernando Chomali y el canciller Alberto van Klaveren / Foto: GENTILEZA ARZOBISPADO

Además, agradeció los esfuerzos de todas las personas que, en los gobiernos y delegaciones diplomáticas de ambos países, “dieron su positiva contribución para llevar adelante ese camino de resolución pacífica, cumpliendo así los anhelos de paz de la población argentina y chilena”. Y citó al papa Benedicto, quien señaló sobre este tratado: ”Es un ejemplo luminoso de la fuerza del espíritu humano y de la voluntad de paz frente a la barbarie y la sinrazón de la violencia y la guerra como medio para resolver diferencias”.

La hipocresía de hablar de paz y jugar a la guerra

El Papa aprovechó la ocasión para condenar la hipocresía “de hablar de paz y jugar a la guerra”, lamentando que “en algunos países donde se habla mucho de paz, las inversiones que dan más rédito son las fábricas de armas. Esta hipocresía nos lleva siempre a un fracaso. El fracaso de la hermandad, el fracaso de la paz”.

“Dios quiera que la comunidad internacional pueda hacer prevalecer la fuerza del derecho a través del diálogo, porque el diálogo debe ser el alma de la comunidad internacional”.

Bendiciones para ambos países

Finalmente, el Papa agradeció a las autoridades y pueblos de Argentina y Chile por haber optado por la paz hace cuatro décadas, pidiendo por intercesión de María, Reina de la Paz, la “bendición de Dios sobre las amadas naciones de Chile y Argentina, y la hago extensiva a todos los pueblos que tienen deseos de paz y concordia, y a cada hombre y mujer que se hace artesano de la fraternidad y de la amistad social”.

Cabe señalar que en la ceremonia -en la que también intervinieron el ministro de Relaciones Exteriores, Alberto van Klaveren, y el embajador argentino ante la Santa Sede, Luis Pablo Beltramino- estuvo presente en nombre de los obispos de Chile, el arzobispo Fernando Chomali Garib.

Chile y Argentina, un ejemplo

El canciller Van Klaveren señaló que “en un momento en que el mundo se enfrenta a múltiples desafíos y conflictos, donde se deshumaniza al otro para justificar la violencia por sobre el diálogo, el ejemplo de Chile y Argentina destaca como una prueba de que, cuando la voluntad existe, la paz es posible. Incluso en las circunstancias más difíciles. Por ello, quisiera rendir homenaje y dar mi reconocimiento a todas aquellas personas que, junto al cuerpo diplomático, dedicaron sus esfuerzos a esta noble causa”.

En tanto, el embajador Beltramino rindió “un homenaje especial e ineludible a dos figuras que fueron clave en este proceso: ante todo San Juan Pablo II, quien como Papa personalmente asumió el rol de mediador, cuyo liderazgo inspiró a los dos países a dialogar y a construir un acuerdo duradero; y la figura del cardenal Antonio Samoré, cuya dedicación y sabiduría guió a los gobiernos por el sendero del entendimiento en tiempos políticos muy complejos”.