El inolvidable gol de “chilena” de Sandrino Castec a Argentina un 18 de septiembre
El entonces “Bombardero Azul” marcó el tanto del empate en Mendoza con una espectacular pirueta, aplaudida hasta por los medios trasandinos. Fue hace 42 años y tuve la suerte de presenciarlo en persona, como enviado especial, sentado en la banca de Chile, y confieso que quedé asombrado.
Primero que todo, debo señalar que he visto miles de goles como enviado especial de los medios en que he trabajado durante 53 años de ejercicio del periodismo, la mayor parte dedicados al deporte, en especial al fútbol. Pero hay algunos que se han quedado para siempre en mi memoria. Y en estos días en que celebramos el cumpleaños de la Patria, hay uno que vuelvo a recordar, como lo deben hacer todos aquellos que pudieron ver tal proeza en los pies de un futbolista, y chileno, por añadidura. Y han pasado 42 años.
En septiembre de 1980 yo trabajaba en la sección Deportes de La Tercera. Había llegado en marzo de ese año a pedido del jefe de Deportes de entonces, Ernesto Bustos Garrido. Gracias a él tuve la suerte de reanudar una carrera truncada por hechos que no vienen al caso. ¿Por qué? Porque desde el primer día Bustos confío en mí al punto de enviarme, a un mes de haber llegado, a cubrir en Paraguay dos partidos de Copa Libertadores, con Colo Colo y O’Higgins representando al fútbol chileno.
Bueno, me tocó, por ello, la misión que varios no habrían querido que se les asignara: ir a Mendoza para el Dieciocho a cubrir un amistoso entre Argentina, vigente campeón del mundo, y La Roja. En nuestro país el Dieciocho es motivo para celebrar, con la familia, con los amigos o con quien sea, en torno a un asadito, algo de vino, choripanes, cerveza, empanadas y todo eso. No, claro está, para que lo manden a uno al extranjero, a un partido amistoso, por más que uno adore el fútbol, el periodismo, y que al frente de la selección chilena estuviera nada menos que el campeón del mundo.
Partí, como buen amante de este hermoso oficio. Pero jamás pensé que sería testigo presencial de un gol que pasaría a la historia. No por su trascendencia, porque era sólo un amistoso, sino que por la belleza de su ejecución. Y por lo inesperado, también.
Y ojo, testigo privilegiado. Por ese tiempo Luis Santibáñez, el seleccionador nacional, y, en general, todo su cuerpo técnico, tenía conmigo una consideración especial. Confieso que a veces me complicaba un poco, porque yo tomaba desayuno en Pinto Durán los días de entrenamiento y conseguía artistas para que fueran a animar las horas muertas en la concentración. Y, obvio, había colegas a los cuales les molestaba tanta deferencia. Pero en fin, era entendible.
Bueno, ese día tuvo un gesto que hoy es impensable. Me dijo: “Jerez, hoy te vas a sentar con nosotros en la banca”. Sorprendido ante tal gesto de confianza, no lo dudé. Y mejor me sentí cuando vino un guardia a sacarme del lugar y el doctor Eugenio Valdecantos saltó como un resorte, y lo mandó a cierta parte con palabras que no puedo repetir. Así que, sentado en la banca de la selección chilena, viví una experiencia increíble que jamás olvidaré.
Minuto 65, ganaba Argentina 2-1, con goles de José Daniel Valencia (20’) y Ramón Ángel Díaz (41’) y descuento de Osvaldo “Papudo” Vargas de tiro libre (44’).
Pero nadie contaba con el debutante en instancias de ese nivel: el joven atacante de Universidad de Chile, que en julio de ese año había cumplido 20, y al que Luis Santibáñez, el técnico que encabezó el proceso del Mundial de 1982, le dio la oportunidad de ser titular, junto con Patricio Yáñez, a la sazón con 19 años.
El lateral izquierdo Wladimir Bigorra mete un centro para el volante Manuel Rojas, éste dispara al arco y el meta Ubaldo Matildo Fillol rechaza con las manos, la pelota se eleva y cuando está en el aire, Castec salta y con una “chilena” limpia, la clava en la portería. No le miento si le digo que las más de 35 mil presentes en el estadio Ciudad de Mendoza se pusieron de pie para aplaudir. Es que fue uno de esos goles que no tienen nacionalidad, pasan a la historia, son de todos.
“Nunca pensé que la pelota iba a entrar ahí”, confesó un emocionado y orgulloso Sandrino Castec. Un debut inolvidable, un gol para recordarlo siempre.
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