El «Gatopardismo» llegó al fútbol chileno
- Cambiaron los dirigentes de la ANFP, pero se sigue operando bajo la lógica de Alí Babá. La publicitada auditoría forense realizada al organismo pretende, al parecer, convencernos de que los culpables del mayor desfalco al fútbol nacional en toda su historia son solamente tres mosqueteros. Hasta el actual presidente, Arturo Salah, es cuestionado por primera vez en su vida. Conclusión: el sistema de Sociedades Anónimas Deportivas, así como está concebido, no da para más, por tramposo, ladrón y corrupto.
La mayor estafa al fútbol chileno en más de 100 años tiene tres nombres y tres apellidos: Sergio Jadue, Nibaldo Jaque y Mauricio Etcheverry. Así nos quiere convencer el actual directorio de la ANFP, encabezado por Arturo Salah, tras la auditoría forense realizada al organismo dada a conocer la pasada semana.
Una auditoría absolutamente sesgada en cuanto a información y a plazos: omitió datos relevantes y abarcó únicamente entre el año 2013 hasta el 2015 ¿Por qué, si Jadue y su tropa se adueñaron del fútbol chileno, con la complicidad de los clubes, a partir de 2010? ¿Por qué hay temas que en esa auditoría forense simplemente no figuran? Una posibilidad es que no se haya encontrado la información, lo que es bien poco probable. La otra es que, simplemente, se optó por cargarles los dados únicamente a los tres personajes anteriores, dejando libres de polvo y paja a otros que son igualmente responsables en el mayor escándalo que haya visto jamás el fútbol nacional.
Se pensó, erróneamente, que las elecciones en la ANFP de comienzos de año iban a significar un giro en 180 grados respecto de la conducción del organismo, o el que se impusiera en la votación Arturo Salah iba a marcar un antes y un después. A estas alturas parece estar claro que, en el mejor estilo de Giusseppe Tomasi di Lampedusa, los dirigentes de nuestro fútbol escriben pletóricos de entusiasmo la versión modernizada de “El Gatopardo”, novela cuyo núcleo central trata acerca de la tendencia eterna de las clases dominantes para tratar de que todo cambie sin que en el fondo cambie nada.
¿Qué pasó con la transparencia prometida?
Así como en su momento se nos prometió una alegría que nunca llegó, hoy seguimos sin apreciar la cacareada transparencia que en su momento se nos ofreció.
De partida, la actuación que le ha cabido a Salah a la cabeza del fútbol nacional resulta desilusionante. Pasará a la historia como el presidente del fútbol que propició la desafiliación de Deportes Concepción del fútbol profesional, en circunstancias de que la plata se la robaron unos pocos regentes tan desembozados como inescrupulosos, condenando de esa forma a la cesantía a todo un plantel de jugadores, dejando sin competencia a chicos que, por ser de las divisiones inferiores, y por lo tanto aficionados, no tienen nada que ver con la sinvergüenzura de una Sociedad Anónima Deportiva, y condenando -finalmente- a miles de aficionados de la Región del Bío Bío a ver cómo su club desaparece del fútbol grande por la mendaz actuación de estafadores consumados.
Mantuvo también a rajatabla Arturo Salah la abusiva disposición, inventada por Jadue, de cobrarle un verdadero “derecho de llaves” a un club que, como Deportes Valdivia, participante de la Segunda División, se ganó con todo merecimiento y derecho a ascender a la Primera B. En otras palabras, a tener que pagar 2 millones de dólares para poder participar del club de los mafiosos.
Nada de lo que intentaron los dirigentes valdivianos para liberarse o al menos morigerar ese pago claramente excesivo dio resultado. Frente al argumento de que pagar esa suma constituye claramente un atentado a las finanzas, un completo abuso, los dirigentes de la ANFP respondieron con una frase tan lapidaria como increíble: “Si no tienen dinero, endéudense”. Y fue lo que tuvo que hacer el club del Calle Calle, hipotecando de inmediato su futuro, porque aparte de cancelar mes a mes los préstamos necesarios para poder pagar y ser admitidos, deberán financiar mes a mes la planilla de jugadores y solventar los gastos propios de toda institución participante, es decir, funcionarios, canchas de entrenamiento, hoteles y traslados, entre otros desembolsos varios.
¿Por qué, cuando la ANFP sigue siendo, aunque no lo parezca, una Corporación de Derecho Privado sin fines de lucro? Ah, es que, en el caso de retornar a Segunda División, Deportes Valdivia recibirá aproximadamente un millón de dólares de indemnización, dicen los aún acérrimos defensores de un sistema de Sociedades Anónimas Deportivas que se cae a pedazos por lo ineficiente y corrupto. Pero, aunque así fuera, un millón de dólares igual van a quedar en las arcas de la ANFP, aparte de que no se entiende que se vaya en ayuda de un club que, más allá del fútbol y el deporte, como toda Sociedad Anónima que se precie tiene como fin último el lucro.
Tras la auditoría, muchos están pasando “colados”
Nadie en su sano juicio podría quebrar lanzas en defensa de Sergio Jadue, Nibaldo Jaque y Mauricio Etcheverry, pero apuntar sólo a ellos como protagonistas principales y casi exclusivos del escándalo que sacude al fútbol chileno constituye todo un atentado contra la inteligencia.
¿No es curioso, por decir lo menos, que hasta ahora Cristián Varela esté pasando colado? El rey del conflicto de intereses, en esta pasada ha ratificado su condición de mentiroso consumado. Partió alegando inocencia cuando el escándalo del latrocinio del fútbol terminó por estallar, calificando a Jadue como “un actor consumado”, que engañó como quiso al resto de los pobres inocentes de su directorio, pero olvidando oportuna y convenientemente que ambos se visitaban en sus casas. Marcó, así, distancias con quien había sido, hasta ese momento, su socio del alma en enjuagues varios. Es más, negó que durante el Mundial de Brasil 2014 hubiera sido uno de los pocos afortunados que recorrió ese país en el avión contratado por su presidente, de gustos faraónicos con dineros que no le correspondían, hasta que Ciper Chile exhibió documentos que lo ubicaban fuera de toda duda en la nómina de pasajeros.
Negó, también, que algo hubiera tenido que ver en el inopinado escape de Jadue a Miami, para entregarse al FBI, hasta que apareció un cheque firmado por él con el cual se pagaban servicios del equipo de abogados estadounidenses que ahora tienen la difícil misión de salvarle el pellejo al ex presidente del fútbol chileno e impedir, por todos los medios, que cambie los trajes Oscar de la Renta por un “fashion” trajecito a rayas.
Nada puede extrañar tratándose de Cristián Varela. Entregó a Colo Colo atado de pies y manos a Blanco y Negro, regalando el estadio, los derechos de imagen del club y sus series inferiores sin que se le moviera un músculo de la cara. Acostumbrado a estar siempre en los dos lados de la mesa, pasó de presidente del Club Deportivo y Social Colo Colo -cargo para el cual jamás fue elegido por los socios- a integrante de la mesa de Blanco y Negro sin ningún tipo de transiciones.
Acostumbrado a negociar consigo mismo, integró la Comisión Organizadora de la Copa América en Chile y, al mismo tiempo, cobró más de mil millones de pesos luego de que su empresa, ChileFilms, transmitiera los partidos del evento. “¿Te parece, Cristián, que si para los partidos de la competencia casera se cobran 10 millones de pesos, la suma suba a 25 millones cuando se trate de encuentros por la Copa América? Me parece del todo adecuado, Cristián”. Eso sin contar con los millones de pesos que cada año engrosan su cuenta corriente aportando los equipos que el CDF precisa para transmitir el fútbol chileno en directo, mientras técnicos, reporteros, periodistas y comentaristas laboran sin contrato y por migajas.
Que ahora Varela marque distancia con Jadue no puede llamarle la atención a nadie. Como buen caradura, es capaz de negar que fue uno de los 77 payasos que, portando antorchas, le fueron a rendir pleitesía al dictador en el Cerro Chacarillas. Tal como en su momento negó su visita al famoso barrio rojo de Amsterdam, en Holanda, con motivo de un desplazamiento de la Selección, a pesar de que las fotos lo mostraban vitrineando con un interés similar al de un niño frente a una confitería. Lo concreto es que fue su amigo del alma quien primero lo ubicó como integrante de la Comisión de Finanzas de la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol), otro antro de mafiosos, y luego en la Comisión de Disciplina de la FIFA. No sólo eso: cuando Cristiancito le contó a Jadue que estaba corto de efectivo, a pesar de ser uno de los dueños de ChileFilms y socio de Alejandro Burzaco, otro pájaro de cuentas, su jefecito no dudó ni un segundo en llamar a Juan Angel Napout, el paraguayo presidente de la Conmebol de la época, para pedirle un adelanto de 800 mil dólares a cuenta de la Copa América.
Demás está decir que el dinero llegó a la cuenta de Varela en menos de lo que canta un gallo.
De triangulaciones y trampas
¿Más? Por cierto: a nadie parece haberle llamado la atención que, durante la Copa América, los cines de la cadena Hoyts, otro de los negocios de Varela, pudieran transmitir los partidos de la Roja sin pagar un peso por los derechos. Y les aseguro que quienes concurrieron a las distintas salas de exhibición de la cadena en ningún caso entraron gratis…
Lo increíble es que, al igual que Varela, muchos otros estén pasando olímpicamente colados, como Ricardo Abumohor. Y es que el presidente de O´Higgins en todos estos años ha logrado que desde el Instituto Nacional de Deportes (IND) le sean aprobados proyectos financiados mediante donaciones sujetas luego a franquicias tributarias. Es decir, más de un ladrillo, mueble o calefactor del complejo deportivo “Monasterio celeste” han sido financiados a través del aporte generoso de empresas, que luego han descontado impuestos por el 60% de lo que realmente debieron tributar.
Como viene perdiendo el Fisco, además, con el hecho de que O´Higgins ha sido utilizado para triangular jugadores en sociedad con la empresa AIM, conformada por Jorge Leria, Arturo Jiménez y Alejandro Santiesteban. Sin haber vestido nunca la celeste, Waldo Ponce partió al Cruz Azul mexicano y Enzo Roco al Elche del fútbol español, supuestamente como jugadores de O´Higgins de Rancagua, logrando, de esa forma, eludir tributaciones.
Con matices, O´Higgins ha hecho lo mismo para lo cual se han utilizado, mucho más desembozadamente, Sociedades Anónimas Deportivas como San Felipe o Rangers.
Salah, en el banquillo
El mismo Salah está cuestionado quizás si por primera vez en su vida. De partida, porque sigue operando bajo el manto de disposiciones legadas por un delincuente como Jadue y conduciendo un Consejo de Presidentes cómplice, por acción o por omisión. Pero no sólo por eso: de partida, entrevistado tiempo atrás en la CNN por Tomás Mosciatti, negó en forma tajante que recibiera un sueldo como presidente de la ANFP, pero nunca aclaró que, como presidente de Federación integrante de la Conmebol, recauda una “dieta” de 10 mil dólares al mes del organismo, cifra que se duplicó tras ser designado hace algunas semanas en una de las vicepresidencias del organismo.
Puede que sea legal. “Reglamentario”, en lenguaje del fútbol, pero no suena bien que un presidente del fútbol de un país, que en más de una oportunidad tendrá que ser contraparte, reciba dineros del organismo que finalmente toma las decisiones. Salah renueva, pues, la vieja discusión entre lo legal y lo ético. La esclavitud fue legal durante siglos, ¿pero alguien con mediano criterio podría calificarla como ética? ¿Por qué, además, los presidentes del fútbol sudamericano deben tener un sueldo disfrazado de dieta, cuando desde sus orígenes la FIFA predicó el total amateurismo de quienes decidieran transformarse en directivos?
Tampoco se tocó en la auditoría el claro sobreprecio que la ANFP pagó supuestamente a Colo Colo por el arriendo del Monumental para partidos de la Roja ni que los arreglos que allí se hicieron para dos partidos de la Copa América, disputados en el recinto albo, fueron claramente inflados. Menos acerca de la Comisión Técnica que Salah integró para la Copa América junto a Héctor Pinto y Carlos Pedemonte, que supuestamente iba a analizar las novedades técnicas y estratégicas que pudieran exhibir las doce selecciones que participaron en el evento y que iban a quedar plasmadas en un libro.
A un año del término de aquella histórica Copa América, nada se ha sabido del informe. Del libro, mucho menos. El problema es que tanto Salah como Pinto y Pedemonte recibieron por ese trabajo una compensación económica que hasta ahora no ha tenido justificación ni retorno.
Lo más curioso respecto del ahora timonel de la ANFP y ex presidente de Blanco y Negro lo reveló hace algunos días El Mercurio. Según el medio, Salah, en el tiempo que estuvo a la cabeza de la concesionaria alba, recibió de ésta 40 millones de pesos por cuenta de “asesorías”. Hayan o no hayan existido dichas asesorías, es como si el ministro de Minería cobrara por asesorar a Codelco o el de Agricultura al INDAP o al INIA.
Frente a la sorpresa que fingieron los presidentes de clubes tras darse a conocer los resultados de la auditoría forense no queda otra que contener la risa. Ninguno de ellos se enteró nunca de que la plata se la estaban robando en camiones. A nadie le llamó la atención que un gañán como Jadue adquiriera vehículos y costosas propiedades sin tener profesión ni oficio conocido. Que, para negociar probables “sponsors” para la Roja con la ANFP, tuviera que utilizarse a la empresa Full Play como intermediaria, cuando lo más sano y conveniente desde el punto de vista económico es siempre el trato directo.
Una curiosa asesoría para el “marketing” de la ANFP
Tampoco, que el ahora integrante de la mesa de Salah, Gaspar Goycolea, haya presidido la comisión de marketing del organismo en la pasada administración y que esta comisión contara con una asesoría de C y C Ltda, empresa cuyo giro es la industria del acero y el hierro. Mucho menos que este mismo personero, dirigente de San Luis, llevara a su club, como asesor del Fútbol Joven, a Pablo Tallarico, uno de los culpables de la hecatombe de Deportes Concepción y quien tuvo la feliz idea de construir un restaurante de su propiedad en los terrenos del centro deportivo que el club lila posee en los campos de Nonguén.
Cuando se le consultó a Goycolea por este evidente contrasentido, se limitó a responder que “desde que asumí en el directorio de la ANFP dejé de ser dirigente de San Luis”. Ergo: a él no lo inquieta para nada dejar al lobo (Tallarico) al cuidado de las ovejas.
Nadie, tampoco, se preguntó nunca cuánto le había costado al fútbol el arriendo del avión Piper matrícula CC-PZB, de Transportes Australis, que durante dos semanas transportó a Jadue y su comitiva por las diversas ciudades brasileñas donde a la Roja le correspondió jugar durante el Mundial 2014, a razón de US$ 4.500 la hora de vuelo. Menos el por qué ese avión tuvo que ir a buscar a Nibaldo Jaque al balneario de Cabo Frío para llevarlo como solitario pasajero a Sao Paulo a un costo de US$ 13.500.
Total: 138 millones de pesos. Y así como es imposible que, siendo ocupado por un total de 12 personas en sus varios desplazamientos, nadie se hubiera jamás enterado de ese oneroso arriendo, menos creíble resulta que nadie jamás se haya preguntado o preocupado por un gasto de tal envergadura, que significó multiplicar por 40 el costo que habría significado para el organismo del fútbol la compra de pasajes en líneas aéreas comerciales. Después de todo, el sorteo y las sedes donde la Selección debía sostener sus partidos se conocieron con meses de anticipación…
En otras palabras, a todos los dirigentes de clubes les pasó por delante de su nariz un avión sin que ninguno de ellos se diera cuenta.
Jadue, el impoluto
Alberto Eguiguren, abogado, hombre de confianza de Nicolás Ibañez, socio de Supermercados Líder y uno de los regentes de Wanderers, tiene vínculos con Transportes Australis; sin embargo, negó haber realizado alguna gestión para que la ANFP contratara los servicios del Piper. Más que dudoso, puesto que fue uno de los primeros dirigentes en salir en defensa de Sergio Jadue cuando estalló el escándalo de la FIFA, salpicando con sus esquirlas a toda la plana mayor de la Conmebol y a los presidentes de las diez federaciones sudamericanas. Al Mercurio le declaró, cuando la Comisión Sobornos liderada por Jaime Estévez se quemaba las pestañas en su acuciosa investigación, que “la comisión le va a dar la razón a Sergio y la tranquilidad para seguir libre de comentarios de personas malintencionadas que lo único que buscan es su salida y dañar su imagen. Son personas que sólo buscan el poder, que tienen ambición y que quieren la figuración que les da este tipo de cargos”.
Lo ocurrido permite sospechar que Eguiguren, y la inmensa mayoría de los dirigentes, sabían de antemano que la investigación de Estévez era sólo un show picante y que nunca se propuso llegar a ninguna parte, como no fuera limpiarle la imagen a Jadue y dejarlo libre de polvo y paja ¿Para qué hacer olitas cuando la plata entraba al fútbol a raudales y, tras quedarse Jadue con lo que él en justicia creía le correspondía, les repartía dineros a las Sociedades Anónimas como si el mundo se fuera a acabar en cualquier momento?
Ello quedó meridianamente claro cuando Estévez, consultado por los avances de la investigación en curso, señaló con todo desparpajo que “está todo correcto. Nada hay que vincule a Sergio Jadue con irregularidades o conductas poco éticas”. Tal cual. Un dirigente, participante de esa comisión, confidenció que “cuando Estévez dijo eso, todavía no habíamos visto ni un miserable papel, ni el más mínimo documento”.
Estévez sigue siendo, a pesar de su burdo rol de alcahuete, dirigente connotado de la Sociedad Anónima “Cruzados Caballeros,”, que regenta a Universidad Católica.
Tal como va, el fútbol no se sostiene. Cambiaron los rostros y los nombres, pero ni el engranaje más mínimo de la maquinaria para defraudar, robar, hacer trampas y cometer delitos, ha sido desmontado. Peor aún: no se advierte la más mínima intención de hacerlo. Se comete al abuso incalificable de desafiliar un club al cual regentes pillastres le pusieron ruedas, se le cobra una cantidad exorbitante a Deportes Valdivia y, como si todo ello fuera poco, se pretende la desafiliación de Deportes Ovalle, por atrasarse un mes en los sueldos, aunque luego se puso al día.
Lo curioso es que Deportes Ovalle, por pertenecer a la Segunda División, no recibe ni un miserable peso del botín que se reparten los 32 clubes que conforman Primera A y Primera B con los dineros del Canal del Fútbol y otros millonarios ingresos, como “sponsors” y venta de derechos de televisión para los partidos de la Roja.
Seguimos sin saber nada de la Federación
No hay, hasta el momento al menos, la más mínima intención de que la Federación Chilena de Fútbol vuelva realmente a funcionar, asunto que no deja de ser menor ni gratuito: la Federación es la que tiene los vínculos internacionales con los organismos superiores del fútbol, como la FIFA y la Conmebol, entre otros, y por lo tanto quien debiera hacer percibido los ingentes recursos que la Confederación Sudamericana hizo llegar al fútbol chileno para la organización de la pasada Copa América. No fue así: contra todos los reglamentos y disposiciones estatutarias, la plata fue recibida por la ANFP y repartida entre las Sociedades Anónimas que acoge. Es decir, la poca que quedó después que se la robaron.
¿Qué tiene que decir la ANFA (Asociación Nacional de Fútbol Aficionado) e integrante, junto con la ANFP, de la Federación Chilena de Fútbol? Porque aparte de haber sido ignorada, dejada absolutamente de lado y ninguneada hasta el hartazgo, tampoco se ha sabido que la mafia, en algún momento, los haya hecho partícipes del reparto de recursos y ganancias. ¿Desde cuándo no se tienen noticias de alguna reunión del máximo organismo del fútbol chileno?
¿Qué han hecho a este respecto, además, los organismos del Estado? ¿Cómo el Ministerio de Justicia o el Ministerio del Deporte permiten que la Federación no tenga, en los hechos, una existencia práctica y real? ¿No les llama la atención eso?
Las cosas siguen pasando ante la absoluta desidia, ineficiencia e ineptitud de los organismos del Estado. Invitado por la Comisión de Deportes de la Cámara de Diputados, Arturo Salah no concurrió a la sesión en que se le iba a consultar por la desafiliación de Deportes Concepción, la amenaza de tomar igual medida con Deportes Ovalle o el porqué del abusivo cobro a Deportes Valdivia para poder integrar el club de “los grandes”. Ninguno de los desairados honorables emitió un juicio de valor acerca de esa inexplicable actitud con un insoportable tufillo a indiferencia ¿O se trataba de otro show rasca al que el mundo político nacional nos tiene acostumbrados?
Lo peor es que, a estas alturas, estamos frente a una asociación ilícita. No cabe otra calificación para un organismo que, como la ANFP, recibe en un Consejo de Presidentes a un alto personero del Servicio de Impuestos Internos (SII) quien asiste no para señalar la mejor forma de pagar los impuestos que corresponden, sino que a todo lo contrario. Dicho personero, ante la voraz atención de la audiencia, les dijo que para evadir impuestos los dineros que ingresaran a las Sociedades Anónimas Deportivas, o al menos las cantidades más fuertes, debían ser canalizadas hacia el “Fútbol Joven”.
Evadir impuestos, se sabe, no es una falta. Es un delito. ¿Qué ha hecho a este respecto el Servicio de Impuestos Internos, tan implacable cuando se trata de los ciudadanos de a pie?
¿Alguien de Gobierno se ha preocupado alguna vez de fiscalizar que realmente esos recursos hayan ido a parar efectivamente hacia las series cadetes de los clubes? Nunca. Porque de haberlo hecho habrían podido apreciar que con suerte a los chicos les compraron pelotas y camisetas nuevas. Habrían sacado como inevitable conclusión que los dineros fueron a parar a los ávidos bolsillos de los accionistas de los clubes. Que, una vez más, el Fisco había perdido por goleada.
Una Roja en extinción
Porque esa es otra falencia del sistema implantado. Las series menores, salvo honrosas excepciones, han sido absolutamente abandonadas, simplemente porque los accionistas consideran un cacho poner dinero en muchachos que son apenas una apuesta a futuro -altamente improbable, además, de tener éxito-, y desde su óptica de empresarios consideran eso un gasto más que una inversión. Pero con esa astucia que trajeron desde la cuna, desde temprano encontraron la fórmula para que otros pusieran la plata por ellos. Primero a través del Estado, consiguiendo que el IND les aprobara proyectos deportivos sujetos a franquicias tributarias que significaron una merma en los recursos que el Fisco obtiene por impuestos; segundo, metiéndoles el dedo en la boca a los municipios, convenciéndolos de que ayudar a financiar a los chicos de las series menores era una labor social más de las muchas que deben desarrollar.
El problema es que el día que alguna Sociedad Anónima llegue a transferir al exterior a uno de esos jugadores provenientes de sus series menores, el dinero en dólares va a ir a entero beneficio de los accionistas. Ni el Estado ni los cándidos municipios -entre los cuales el más colaborativo ha sido el de Viña del Mar, dirigido por la “Tía Cote” Virginia Reginato, la misma generosa ayudista de CEMA Chile- iban a recibir jamás un peso de retorno.
Esta triste realidad que vive nuestro fútbol aconseja desde ya ir acostumbrándose a un regreso de la Roja a la mediocridad más absoluta. El plantel campeón de América, conformado por jugadores fruto de un sistema de Corporaciones de Derecho Privado sin fines de lucro, no tiene recambio visible. Está claro que las Sociedades Anónimas ni de casualidad han vuelto a producir a un Vidal, a un Sánchez, a un Valdivia, a un Bravo o a un Medel. La consecuencia lógica es que esta generación brillante, en vías de extinción, no tiene el adecuado relevo.
No se ve, pues, que tras la huida de Jadue a Miami y la llegada del nuevo directorio a comienzos de año, el fútbol chileno vaya a mostrar una rehabilitación ética y legal. No cuando, en un escenario distinto, siguen actuando los mismos protagonistas que lo condujeron a la debacle.
Una sola conclusión se saca de todo esto: el Sistema de Sociedades Anónimas Deportivas, así como está concebido, no da para más, por tramposo, marrullero y corrupto. Urge que los poderes del Estado, el Ejecutivo y el Legislativo, de una u otra manera intervengan para detener este sainete envilecido y de mal gusto que estamos viviendo desde que señores como Sebastián Piñera, Gabriel Ruiz Tagle y José Yuraszek, entre otros, se propusieron intervenir para que el presidente de la ANFP fuera Jorge Segovia, quien, tras no poder asumir por insalvables obstáculos reglamentarios, le pavimentó el camino a Jadue y a su vergonzosa gestión delincuencial.