“El Conde”, de Pablo Larraín, debuta en el Festival de Venecia

La tan esperada película que retrata a Pinochet como un vampiro, acaba de presentarse con una crítica favorable.
Por SEBASTIÁN GÓMEZ MATUS / Foto: AGENCIAS
Hace 13 años, el cineasta Pablo Larraín debutaba en el Festival de Venecia. Ahora regresa con su décimo largometraje y con una carrera consolidada a fuerza de festivales y películas del gusto de la masa acrítica, que ve sus películas con los ojos abiertos pero el cerebro apagado.
Era de esperar que para la llamada “conmemoración” de los 50 años del Golpe trabajara en una película ad hoc para aprovechar la marejada política del momento. El contexto potencia la recepción de su película; una buena decisión de marketing. Mientras muchas familias siguen esperando justicia, el cineasta retrata al dictador desde una lente satírica, donde establece el mal como una genealogía de vampiros.
Filmada en blanco y negro con un elenco casi calcado a todas sus películas, Jaime Vadell encarna a este vampiro proveniente de Francia, que durante años adoptó distintas identidades hasta alcanzar la definitiva en nuestro país: Pinochet.
Gloria Münchmeyer interpreta a Lucía Hiriart, el mal encarnado en una mujer, y el mayordomo es el archirrepetido Alfredo Castro, cada vez más cerca del cameo que de la actuación.
La actriz Paula Luchsinger interpreta a una monja que llega a hacer una especie de investigación familiar.
Los hijos del vampiro-dictador llegan hasta la casa en ruinas donde se encuentra recluido, cansado de ser inmortal, ansioso de conocer la muerte en persona. Tienen que repartir la herencia acumulada en dictadura, todos sedientos de dinero como de sangre.
El tono de la película, audaz para la gran mayoría de la crítica especializada, podría ser revisado desde otro lugar, sobre todo por la ridiculez de la gran mayoría de los personajes.
El mérito corporativo de la cinta es su gran respaldo del coloso de la pantalla: Netflix. Recordemos una declaración de hace algunos años de Reed Hastings, director de la compañía, quien señaló que su única competencia era el sueño de la población, que impedía que sigan viendo series (o películas) en ese loop infinito.
Llama la atención que a nadie sorprenda que este tipo de cine sea un negocio que poco tiene que ver con el arte y con una crítica real a la historia reciente, en este caso, la de nuestro país.
Es lo que dijo alguna vez el poeta italiano Eugenio Montale: “Lo peor del horror es su ridiculez”.
Vulture, que publicó una de las críticas más favorables de la cinta, la calificó de “fascinante y repulsiva”, regocijándose con la idea de que la cinta escrita por Larraín y Guillermo Calderón forme parte de la oferta en línea de Netflix en los próximos días. “Podría ser el proyecto más perverso que Netflix haya firmado jamás”, aseguró.
La película estará disponible a partir del 15 de septiembre en la plataforma en línea y desde el 7 de septiembre se podrá ver en los cines del país.