El cine está de duelo: falleció la actriz griega Irene Papas

- La legendaria intérprete, que padecía alzhéimer, murió a los 96 años en Chiliomodi, cerca de Corinto. Su actuación en películas como “Z”, “Electra”, “Los cañones de Navarone” y “Zorba, el griego” le dieron fama mundial.
Fotos: Diario El País y archivo
La legendaria actriz griega Irene Papas falleció a los 96 años en la localidad donde nació y creció, Chiliomodi, cerca de Corinto, una ciudad del Peloponeso, en Grecia. Su actuación en películas como “Z”, “Electra”, “Los cañones de Navarone” y “Zorba, el griego” le dieron fama internacional, pero su dilatada carrera incluye cerca de sesenta filmes y numerosas obras de teatro, donde encarnó a las grandes de la Grecia clásica: Medea, Electra, Clitemnestra, Helena, Penélope, Antígona, Anticlea, lo que la convirtió en un símbolo de la cultura helena.
Irene Llelekou, después Irene Papas por el apellido de su primer esposo, el actor Alkis Papas, nació el 3 de septiembre de 1926, de padre albanés y profesor de teatro clásico, y de madre maestra de escuela, estudió teatro en Atenas y participó en montajes de obras clásicas, muchas de las cuales fueron adaptadas años después a la gran pantalla por Michael Cacoyannis, entre ellas “Antígona” (1961), “Electra” (1962) o “Las troyanas” (1971).
El director estadounidense J. Lee Thompson la incluyó en el reparto de “Los cañones de Navarone” (1961), con Gregory Peck, David Niven, Anthony Quinn y Gia Scala. Después llegarían otras como “Zorba, el griego” (1964), de Cacoyannis, con el mismo Anthony Quinn; “Z” (1969), de Costa Gavras, o la más reciente “Una película hablada” (2003), de Manoel de Oliveira. Estuvo, también, en la adaptación cinematográfica de “Bodas de sangre”, dirigida en 1976 por Souheil Ben-Barka y en la de “Yerma de Pilar Távora”, en 1999.
En el verano de 1988 fue invitada al Festival de Teatro de Mérida, España, y presentó un recital de la nueva poesía griega en griego y en traducción al español, con perfecta pronunciación hispana y con el acompañamiento de un piano que secundaba la parte cantada. Crónicas de la época señalan que el público quedó extasiado, emocionado hasta las lágrimas. Un artículo del diario español El País, lo relata así:
“La noche fue de infarto para los organizadores y también para los espectadores. Se fue la luz y se desató una tormenta eléctrica. Empezó con ella vestida de negro, saliendo como una diosa por un lado del escenario, sujetando una antorcha. Se plantó en el centro del inmenso proscenio de Mérida y con una voz que no parecía humana empezó a soltar fragmentos de ‘Las troyanas’. Todo el público entendió el griego aquella noche. Mientras ella hacía comprender de dónde venía tanto dolor, el cielo se iluminó una y cien veces con rayos, seguidos de truenos que no acallaban su voz. Entre el público, (el poeta) Rafael Alberti lloraba. Al finalizar aquel milagro irrepetible, el público no sólo aplaudía, bramaba”.
La fama no la salvó del exilio. En 1967 comenzó en Grecia una dictadura militar que la actriz rechazaba, razón por la que se marchó primero a Italia y después a Nueva York junto a otros artistas. Fue en esos años cuando mantuvo una relación amorosa con el célebre actor Marlon Brando (1954) y, tras su muerte, la actriz confesó que fue el amor de su vida. Tras la caída de la junta militar en 1974, Irene Papas regresó a su país, donde mantuvo una gran amistad con Andreas Papandreu, quien fue primer ministro griego en varios períodos entre 1981 y 1996.