El Ágora Libros: Vera Land y sus inicios en la literatura
Nacida en Buenos Aires en 1966, la cronista, periodista y escritora argentina, reconocida en Chile por su trabajo colaborativo con el también autor trasandino Enrique Symns, conversó con El Ágora y nos contó detalles inéditos de los inicios de su carrera escritural.

Desde hace un tiempo que Vera Land dejó de lado su seudónimo y comenzó a publicar sus trabajos bajo la firma de su nombre real: Andrea Álvarez Mujica. Sin embargo, en nuestro país es muy posible que aún la sigamos asociando con la figura del fallecido y polémico Enrique Symns y con uno de los textos con los que consiguió ingresar al mercado chileno, la biografía no autorizada “Los Tres, la última canción”.
Una carrera ascendente
Pero, la carrera de Vera Land es mucho más amplia, ya que tempranamente se inició en la poesía, para después convertirse en redactora y luego en jefa de redacción de la revista Cerdos & Peces. También integró los equipos de las revistas Fin de Siglo, La Maga y en Chile, The Clinic. Asimismo, publicó la novela “Tu maquillaje de fuga se evapora con la luz” y fue coautora de la biografía sobre Fito Páez, “Páez”.
Como Andrea Álvarez Mujica retomó la edición y autoría y desde 2009 en adelante publicó las novelas “Los novios muertos” y “La vida es extraña”, el libro de cuentos “Destructible”, la biografía de la agrupación de rock “Estelares, detrás de las canciones” y el libro de notas “Horas de rock”, una selección de notas publicadas en la revista Mavirock entre 2010 y 2016.

El encuentro con Enrique Symns
Ahora, si bien de adolescente Andrea comenzó redactando diversos poemas en una libreta de notas, su encuentro con Enrique Symns fue el acontecimiento trascendental que la encaminaría a la escritura más periodística y profesional. Cuenta Andrea: “Conocí a Enrique en una reunión para una revista que se iniciaba, esto en el año 1986. Yo tenía 20 años, y esto no está mal aclararlo, porque Symns siempre creaba personajes que tomaba de la vida real y contaba que me había conocido a mí a los 14 o 15 años. Y la verdad que no, pero para la ficción y esas historias que él escribía, le venía bastante bien ese juego. Y a mí, también me venía bien cuando él decía eso, por coquetería y porque me sacaba edad”.
Agrega que “en la reunión de esa revista había gente que después fueron compañeros, colegas en Cerdos & Peces, que en ese momento también eran gente de mi generación. Todo eso en un bar que se llamaba El Café de Agosto, que no existe más, en la calle Corrientes, al lado de un teatro antiguo, muy chiquitito y muy bonito. Un lugar muy especial, en donde se había cortado la luz, en un espacio rectangular y angostito, con una barra y donde también estaban todas las mesas con velas”.
Añade Álvarez que “toda la gente que estaba en el bar, estaba en la reunión de esa revista. Fue como entrar en esas cosas inolvidables, como entrar a un lugar muy mágico como de pronto, porque estaba todo copado por la convocatoria de Enrique para este proyecto”.
Los inicios como poeta aficionada
De igual manera, Andrea nos relata acerca de los motivos que la llevaron a asistir a esa primera convocatoria: “Yo era poeta en ese tiempo, llegué a esa reunión con una amiga mía, porque me interesaba la escritura, me interesaba la literatura, la poesía y la ficción. No era mi plan hacer periodismo, pero después se dio, fue algo que surgió. Yo me formé en las redacciones, pero ya grande, a partir de los 20 en adelante. Entonces fui, porque mi amiga decía que mis poemas eran muy buenos y que había una persona que tenía que leerlos. Que era una cosa que yo desconocía. Después entendía que esa persona, que era Symns, en realidad yo sí lo conocía, porque lo había visto como monologuista de Los Redondos, tiempo atrás en el boliche La Esquina del Sol una noche. Pero tampoco lo recordaba tanto, porque había mucha gente que lo tapaba esa vez, y no tenía tampoco su imagen”.
Una falsa primera impresión
Todavía más, Andrea no congenió en su primera impresión con Enrique Symns, no obstante, el conocerlo más en profundidad le permitió acercarse a él y de por sí abrirse paso en el periodismo bonaerense. Cuenta la autora:
“Lo había escuchado esa vez a Symns y no me había gustado, con un monólogo que era también muy agresivo. Yo había ido a ver a Los Redondos y me había encontrado con eso, que me terminó cayendo muy mal. Pero, llegué esa noche a la reunión del bar, con mi amiga, con Perla, ahí nos presentan, y yo me siento en una mesa al lado de él. Y en ese momento que me senté a su lado, lo sentí como si eso lo estuviera viendo desde el futuro. En un momento de la vida que me sentí súper cómoda, tranquila, bien. Así que nos quedamos hablando en la reunión, había muchísima gente, después con mi amiga nos fuimos al cine, y cuando salimos de allí, ella me dice: ‘volvamos al bar a buscar a Enrique’. Habían pasado tres horas, yo tenía amigos bohemios, pero en tres horas no sé si estaría en el bar. Entonces, llegamos y allí estaba, sentado en la barra, tomando una ginebra, tomándose un whiskey, y tenía esa cosa que podía estar seis horas sin moverse de un bar. Yo en esos años me movía todo el tiempo y no se me ocurría que alguien podía estar un montón de horas en el mismo lugar”.
De hecho, fue la plática en común lo que llevó a Andrea a establecer este vínculo con Symns. Relata la escritora: “Así que cuando regresamos se sorprendió, estuvimos hablando mucho tiempo, y cuando el bar cerraba, él propuso seguir charlando en la casa de Liliana Maresca, que es una artista plástica muy valorada y muy querida acá en Argentina. Entonces, seguimos conversando donde Liliana, nos sentamos con unos almohadones y en un living, y hablamos muchísimo hasta que se hicieron las 7 de la mañana y yo me fui a mi casa. Y esa fue la primera vez que estuve con Enrique, que fue como hablar todo el tiempo con mucho entusiasmo”.
Agrega que “después, esa revista fue un proyecto que no se concretó, como pasa muchas veces con las revistas. Pero, después cuando empezó a salir de nuevo Cerdos & Peces, ahí Enrique me invitó a colaborar. Ese es el inicio”.

La escritura de la inmediatez
Una vez ya integrada como redactora de Cerdos & Peces, uno de los primeros trabajos formales en el periodismo de Andrea, su experiencia en la escritura comenzó a asentarse y con ello se abrieron las posibilidades.
Narra la periodista bonaerense: “Yo empiezo a colaborar, primero tenía algunas cositas, era toda gente muy grande la que hacía la revista en comparación conmigo, gente muy experimentada y con mucha trayectoria en el periodismo. Aun así, yo tenía un lugar muy respetado y muy valorado, pero como era una jovencita que hacía unas columnas en general de lo que me pedían, empecé a entender cómo era el periodismo. La verdad, a mí me entusiasmó por la inmediatez, de sentir que escribes algo y que salga enseguida. Ya que en aquel momento creía que las cosas tenían otra dinámica. Y me gustó mucho eso de estar en una revista, eso de banda, de grupo, de tribu. Eso me interesó, y cuando después me vi que podía experimentar con los géneros, con el lenguaje, con cruzar cosas, textos híbridos que podían ser un poco periodísticos, un poco narrativos, y comencé a entender que era un camino que no se me había ocurrido a mí previamente. Pero una vez que estuve dentro de una revista, con las características de Cerdos & Peces, me di cuenta que había mil posibilidades de escritura distinta que se podían experimentar”.
Comenta que “hice la primera entrevista, la primera columna de opinión, la primera crónica de rock y fue como empezar a jugar con los subgéneros, que es apasionante. Después uno se acostumbra, pero cuando vos vienes escribiendo poesía que es como un formato de diarios, que escribía desde los 13 años, de pronto me encontré con un mundo inmenso, que son los fragmentos en el periodismo, donde podés jugar con muchas cosas, como las voces de nosotros. Empecé a grabar, a experimentar con las entrevistas, borrar las preguntas y armar monólogos. Una cosa que desarrollé un montón. Todo eso fue como muy estimulante”.
Finalmente agrega que “recuerdo que un día de 1986 o 1987, Enrique me dijo: ‘Vas a dejar de escribir poesía, porque eso nos pasa a todos cuando empezamos a hacer periodismo’. Además, que es una época en que las redacciones estaban llenas de escritores. Después comenzaron a permanecer periodistas con formación. Pero en mis años había escritores que estaba con sus novelas en desarrollo y por mientras hacían periodismo”.
«Páez», la biografía colaborativa sobre Fito
De igual manera, esta asociatividad con Symns le permitió a la escritora comenzar a adentrarse en la literatura de tipo musical. Y fue ahí cuando surge la posibilidad de poder trabajar en una biografía colaborativa sobre Fito Páez. Cuenta Andrea: “Cuando surge lo de Fito Páez yo ya llevaba seis años haciendo periodismo, que lo sentía como un montón, porque tenía como 26 o 27. Teníamos entonces un proyecto de tres libros con Fito. El primero era un compilado de notas, en el cual hice una selección yo de notas de Enrique, que después se la pasé a Fito, que hizo la selección final y escribió el prólogo. Que, además, fue el primer libro de Enrique, que se llamó ‘Invitación al abismo’, Antología de Cerdos & Peces, que salió por Escasa Calpe (1995) en una colección que dirigía el periodista Jorge Lanata. Luego, venía una biografía de Fito, y el tercero espero algún día acordarme, porque Enrique no está y no creo que Fito se acuerde. Así que el plan eran tres libros, y eran proyectos que no eran míos, eran más de ellos, y me invitaban a mí a estar y yo me entusiasmaba”.
Recuerda que “el primer libro salió y arrancamos con la biografía de Fito, charlando con un agente de Planeta en 1995. En el otoño de ese año comenzamos a trabajar, Enrique se va de gira con Fito, la gira de ‘Circo Beat’, un disco de 1994, con Páez girando por el interior, presentando el disco, que, además, tenía mucha producción y mucho despliegue de vestuario en una época muy esplendorosa, con una gran banda que también tenía Fito en ese momento”.

Una oficiosa investigación
Sobre la forma de trabajar en el proyecto de “Páez”, la periodista cuenta que “esa misma semana tuvimos una reunión con Enrique en un bar en la tarde, que eran rápidas, donde Symns trazó el plan temático, lo que me tocaba a mí y lo que le tocaba a él, yo me fui para Rosario a hacer la investigación de la infancia y la adolescencia de Fito, la partida en Rosario y el crimen. O sea, un montón que quería que investigara. Estuve en Villa Constitución, que queda cerquita de Rosario, en la casa de los tíos de Fito. Así que me fui a hacer esa investigación mientras él se fue de gira, después nos reunimos en Buenos Aires, hicimos más entrevistas allí a artistas, músicos, amigos y después nos fuimos al campo, a una estancia en Florencio Varela de la provincia bonaerense, a una casa muy sencilla pero rodeada de parques, de árboles, de campo, de vacas, de gansos, un lugar muy silencioso y tranquilo, un lugar que estuvimos trabajando 14 horas por día. Porque empezamos a hacer el libro en abril y salió en diciembre del mismo año, el 95. Nosotros entregamos el libro en septiembre y el resto fue trabajo de la editorial. Fue ultra intenso, pero en ese momento me parecía natural, porque estaba acostumbrada a los cierres, a las revistas, etc. De hecho, tuve ahí mi primera contractura, de tanto estar sentada con la máquina, una Macintosh Classic. Un día me levanté, empecé a abrir las ventanas de la casa y no podía girar el cuello”.
Finalmente culmina su relato sobre “Páez”, mencionando que “Jorge Lanata que era otro acelerado igual que nosotros, nos llamaba y nos decía: ‘Pero, ¿cuándo van a terminar el libro?’. Y yo que me dedico a los libros ahora de grande, y que hice la biografía del grupo Estelares, me demoré 4 años en hacerla. Además, que no me dediqué solamente a hacer la biografía al 100%, porque estaba escribiendo otra novela y editando también otros libros. En cambio, los libros que hice con Enrique los hicimos en 4 o 5 meses. A full, en esos meses que sólo nos dedicábamos a eso. Para mi experiencia a los 26 o 27 años, que resultó muy interesante”.