¿Dónde está el sol…

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Por El Ágora
Actualizado el 1 de diciembre de 2016 - 12:49 am

¿Dónde está el sol avasallador que anunciaron para hoy los meteorólogos de la televisión?
Lo pregunto porque yo sólo veo nubes lúgubres a punto de explotar un llanto desconsolado
Tal vez sea el reflejo de mi aflicción que sin embargo no se traduce en lágrimas
Sino en palabras melosas que fluyen a borbotones en el amanecer más amargo del fútbol

¿Quién dijo que hoy está suspendida la final de la Sudamericana?
Simplemente se cambió el escenario
No se disputará en el Estadio Atanasio Girardot
Sino en la bendita cancha celestial

Allá, en el reino de los afortunados, corren los once héroes brasileros en el partido más importante de sus vidas
Mientras desde acá, desde este triste y miserable planeta Tierra, los alentamos miles de millones de hinchas que desde ayer en la madrugada vestimos sus camisetas verdes adheridas a la piel
Nos hemos sumado a esos 200.000 locos lindos de Chapecó
Y para conocer los pormenores de la final hemos enviado a 22 periodistas que nos estarán informando al instante

El partido comienza y los jugadores del Chapecoense se despliegan en la cancha con la motivación de quien está por conquistar el corazón de su primer amor
A los pocos minutos, el delantero Canela abre el marcador con una hermosa contorsión circense nunca vista en las canchas del mundo
Es un grito de gol que se escucha profundo desde el más allá, en el tangible minuto de silencio que se ha dispuesto en todos los estadios de este triste y miserable planeta Tierra
Ya en pleno segundo tiempo, cuando el rival busca desesperado el empate, el portero Danilo sorprende otra vez con una atajada memorable,

emulando esa tapada divina con los pies de la semana pasada que los ha llevado a disputar este divino compromiso
En Chapecó, su hijito, también vestido de amarillo, festeja abrazado a su madre con sus diminutos y tiernos guantes de arquero.

Ahora Chapecoense hilvana un contragolpe bendito y Thiaguinho anota el 2-0
El autor del gol se dirige a la cámara de uno de los enviados especiales de la prensa, para dedicárselo a su hijo que viene en camino
El singular árbitro de barba y larga cabellera rubia toca el último pito y en consecuencia el Chapecoense es el nuevo campeón de la Sudamericana.
El relator Deva Pascovicci desliza el relato más emotivo del que se tenga recuerdo y sus lágrimas inundando su micrófono interfieren el sonido que llega desde el más allá

El bienaventurado plantel da la vuelta olímpica y desde las tribunas los apóstoles les lanzan flores de un color tan hermoso que nunca veremos en este triste y miserable planeta Tierra.

El soñador Sandro Pallaoro, el presidente del Chapecoense, describe conmovido el fulgurante ascenso de este modesto club y se funde en un abrazo eterno con el alma de sus jugadores
Parados en la tarima de una nube, el plantel campeón se apresta a recibir la premiación
Van pasando uno a uno al lado de la virgen que les coloca una corona de flores
Luego los ángeles les depositan las medallas en sus cuellos de gladiadores
Y finalmente Dios le entrega el trofeo de campeón al capitán Cléber Santana, quien lo pasa de mano en mano entre sus benditos compañeros.

El festejo prosigue en las calles del paraíso que se inunda de papeles verdes
Incluso, a los héroes de Chapecó los acompaña un sinnúmero de palomas blancas que llevan una rama de olivo adosada al pico
Allá, en el reino de los afortunados, todo es alegría y bendición
Mientras acá, en este triste y miserable planeta Tierra, los apesadumbrados futboleros sólo esperamos que nos traigan la copa para recuperar las ganas de vivir…