Doha 2019: un Mundial de Atletismo de dulce y de agraz
Terminó el domingo (6 de octubre) el Mundial de Atletismo de Doha 2019, uno de los más polémicos de la historia de estos campeonatos, si no el más. En paralelo a las destacadas actuaciones de los atletas, que siempre van a dar el cien por ciento, cuando un torneo de esta naturaleza brilla por sus críticas quiere decir que algo no estuvo bien. La Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF) sacó cuentas alegres, pero es seguro que cuando se hable de Doha lo primero que se recordará serán las extremas condiciones climáticas en las que tuvieron que participar especialmente los corredores de las pruebas de maratón y marcha y la poca asistencia de público al Khalifa Stadium.
En noviembre de 2014, la capital qatarí ganó la sede por sobre las ciudades de Eugene (EE.UU.) y Barcelona (España) y ya desde la partida se supo que este certamen no se desarrollaría en condiciones normales.
Generalmente, los Mundiales se realizan en agosto y los atletas preparan sus curvas de rendimiento para llegar con sus mejores marcas en ese período. Además, el calendario de campeonatos se ordena en esa línea. Por eso, el Mundial de Doha debió trasladarse hacia fines de septiembre y principios de octubre, con el objeto, además, de evitar lo más posible las altas temperaturas qataríes. Ello, por supuesto, supuso una alteración en la preparación de los deportistas, cambiando sus rutinas de entrenamiento y extendiendo su trabajo, cuando lo normal es que en estas fechas ya estén de vacaciones o preparando la temporada invernal.
Fue el caso de nuestros lanzadores de martillo, Gabriel Kehr y Humberto Mansilla, quienes lograron oro y plata en los Panamericanos de Lima en agosto, pero no pudieron mantener el mismo rendimiento en Doha, ubicándose en los puestos 17 y 25, respectivamente.
Otro dato: las dos finales de la Diamond League (una serie de 14 torneos de 32 pruebas en total en damas y varones) fueron el 29 de agosto en Zürich y el 6 de septiembre en Bruselas, lo cual obligó a los atletas a mantener su “peak” de rendimiento varias semanas más. El Mundial partió el viernes 27 de septiembre.
Esto dejaba poco margen si se quería trasladar el magno evento al pequeño y rico emirato. Porque las temperaturas pueden rozar los 40 grados en Doha, incluso en octubre.
La situación obligó a la IAAF a suspender la jornada matinal, pese a que el estadio se climatizó para garantizar unas temperaturas propicias para la alta competición.
Con el aire acondicionado dispuesto en el renovado Khalifa Stadium, los atletas que compitieron en las pruebas de pista y campo al interior del recinto no tuvieron mayores contratiempos. De hecho, hubo records del campeonato y hasta dos records del mundo (Dalilah Muhammad, EE.UU., en 400 m con vallas con 52,16 seg., y el relevo de 4×400 mixtos en el cual Estados Unidos impuso 3 min 09 seg y 34 dec).
Pero esta condición artificial no fue tan favorable para los lanzadores de disco, quienes solicitaron suspender el aire porque afectaba el vuelo del implemento.
Las pruebas más riesgosas, sin duda, fueron la maratón y marcha, femenina y masculina, en la zona costera de la ciudad. Se realizaron a la medianoche, esperando que la temperatura fuera más benigna a esa hora (cerca de los 30°), pero la humedad de casi 80% resultó altamente compleja. En la maratón femenina hubo 68 participantes, pero 28 corredoras se retiraron. Además, el tiempo de la ganadora -Ruth Chepngetich (Kenia)-, fue el más lento de la historia, con un tiempo de 2hr 32 min 43 seg. En el Mundial de Londres, en 2017, se ganó con una marca de 2:27.11.
La hora en que se realizaron estas pruebas también significó un desafío para los deportistas.
Además, no pasó inadvertida la poca presencia de público en el estadio. Cuando se corrió la final masculina de los 100 metros planos, una de las pruebas reina del atletismo, en la que se impuso el norteamericano Christian Coleman, con 9.76 seg, asistieron sólo 5.000 de 48.000 espectadores. Ni decir el nulo apoyo para las pruebas de calle. Recién el viernes 4, y fin de semana de cierre del Mundial, se apreciaron más espectadores y ambiente de campeonato.
Así y todo, el presidente de la IAAF, Sebastian Coe (campeón olímpico británico y recordman en pruebas de medio fondo), justificó la elección de Doha: “No recuerdo ningún campeonato del mundo donde haya visto una calidad tan alta en casi todas las disciplinas. No podemos seguir yendo a los mismos lugares todos los años”, dijo. También justificó el tema de la presencia de público en el coliseo señalando que el Mundial sería visto por millones de personas alrededor del mundo.
Y si de promover el deporte se trata, la corredora española de 1.500 metros planos, Marta Pérez, también lo puso en duda: “En este país yo no puedo inspirar a nadie, porque las mujeres que me están viendo no tienen la posibilidad, por la cultura imperante, de hacer lo que yo hago”.
Instalar el aire acondicionado en el Khalifa Stadium costó cerca de 89 millones de dólares, y las emisiones de su instalación se sumaron a todas las urbanas alimentadas por la electricidad producida por su gas natural, que hacen de Qatar uno de los cinco países del mundo con más emisiones de carbono por habitante.
Obviamente, para Qatar este Mundial de Atletismo fue la oportunidad para mostrar su capacidad en la organización de grandes eventos. De esta manera, quieren ganar crédito para el cuestionado Mundial de Fútbol de la FIFA de 2022, para el que ya están preparándose. Habrá 12 estadios con aire acondicionado. Incluso, según la prensa europea, en los últimos días anunciaron que habría venta de alcohol y que los homosexuales podrían visitar el país tranquilamente.
Según las estadísticas de la IAAF en el torneo se batieron seis récords de campeonato, 43 equipos han ganado medallas y atletas de 68 países han obtenido al menos un finalista (clasificados entre los 8 primeros).
¿Dan estas cifras para justificar una polémica decisión? ¿Habrían servido estos números de producirse alguna tragedia? ¿Hasta qué límites está permitido llegar en aras de promover el deporte?
Cedo la palabra.