Del “Apruebo” pasé a la categoría de los indecisos, para volver a cambiarme

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Por El Ágora
Actualizado el 12 de agosto de 2022 - 11:41 am

Es que nadie puede quedar indiferente cuando los del “Rechazo” te dicen que quieren una Constitución con harto amor, como la de Daniel López. Uno se enternece. Así como no puedes dejar de espantarte y que se te pongan los pelos de punta con lo que ofrece el proyecto de Nueva Constitución. El problema es que te asustan, pero nunca te aclaran en qué artículos concretos están escritas tales imbecilidades.

Por LAUTARO GUERRERO / Foto: AGENCIA UNO

Reconozco que, sin tener la más mínima duda, me aprestaba para votar Apruebo en el Plebiscito de Salida, fijado para el 4 de septiembre. Con la misma seguridad declaro ahora, sin embargo, que me encuentro en el medio de esa legión de amermelaos que se declaran “indecisos”.

Y es que la franja televisiva, y la propaganda que he podido ver de aquellos que adhieren a la opción Rechazo ha calado muy fuerte en mí.  Y creo que a todos esos chilenos que el pijerío define como “bien nacidos”, les está pasando lo mismo.

Veamos: la campaña por el Rechazo mantiene sus mentirillas habituales, pero pienso que esos son pelos de la cola cuando me entero de que ellos, rechazando el proyecto de Nueva Constitución, que al parecer fue escrito por una tropa de imbéciles y descriteriados, propugnan –ahora sí- una Constitución hecha “con amor”.

Y es que habría que tener el corazón más duro que una piedra para no enternecerse con tal elevado propósito. “El amor mueve al mundo”, dicen los seguidores de Corín Tellado, y debe ser cierto cuando recuerdo cómo lloraban mi mamá, algunas primas y vecinas, con la prolífica obra de esta española que engrupió a generaciones de lesas con historias más almibaradas que tarro de manjar y más falsas que charchazo de payaso.

¿Cómo no creerles, además, si los que ahora nos proponen una Constitución hecha con amor siempre estuvieron felices con la Carta Magna de 1980? Porque, más allá de tener ciertos rasgos dictatoriales, más allá de asegurarle a Daniel López  (alias Augusto Pinochet Ugarte), un paisito de borregos y donde sólo unos pocos iban a pasarlo chancho, Jaime Guzmán, Enrique Ortúzar y uno que otro caballero decente, nos entregaron una Constitución con todo ese amor de que eran capaces partidarios de un gobierno que tuvo que ponerse firme para que no nos transformáramos en la segunda Cuba de Latinoamérica.

Que durante todos esos años campearan el terror y la incultura sólo fueron detalles, muchachos. Es el costo que los pueblos deben pagar para ser libres. Verdaderamente libres. Asesinados, presos, torturados y desaparecidos, sólo corresponden a ese “daño colateral” de que hablan los gringos cuando –con generosidad y nobleza- nos liberan de esos yugos. De tiranías que, en determinados momentos de la historia, amenazaron regímenes modelos de orden, probidad y progreso, como los de Fulgencio Batista, Rafael Leonidas Trujillo y Anastasio Somoza, en el siglo pasado.

¿Cómo no creerles, entonces, cuando ahora rechazan este proyecto de Constitución porque quieren que la que reemplace a la de Daniel López mantenga todo ese amor que destilaba la que todavía sigue vigente? ¿Quién no va a quedar indeciso frente a una verdad tan evidente?

Para colmo, si ya estaba entrando en el terreno de los indecisos gracias a la franja televisiva, la publicidad por el Rechazo que recibí en el antejardín de mi casa, el domingo pasado, me metió mucho más profundamente entre aquellos que no son “ni fu ni fa”. Digamos que no me la pasaron por mano, golpeando la puerta y saludando, pero eran puros cabros jóvenes los que se desplegaban por el barrio, y a lo mejor ni tiempo tenían para buscar el diálogo ciudadano.

Los otros, en cambio, los de la opción Apruebo, se habían instalado en la feria más cercana para repartir sus volantes de mano en mano; pero al verlos tan desprovistos de amor no hicieron más que confirmarme que era yo el equivocado. Inmersos en una pega de seguro muy bien pagada por el gobierno de Boric, ninguno de ellos le llevó las bolsas con verduras y frutas a una viejita, ni le puso unos morlacos al vecino que, ajeno a la inflación galopante que tenemos, se quedó corto con su solitario billetito de 10 lucas.

Mal nacidos, pensé para mí mismo, bien calladito, claro. Los cabros eran tan poco amorosos que, de haberme escuchado, corría el riesgo de ganarme una buena zapatería.

Igual leí el volante que me dieron. En la portada, por así decirlo, sólo se enunciaba una pregunta: ¿Con la nueva Constitución tendremos una vida más segura? Y al otro lado ellos mismos, los muy frescos, se respondían: con mejores trabajos y donde los corruptos sean castigados. En el colmo de la impudicia, y acaso pensando que todos somos una manga de holgazanes y flojos al momento de leer, para cada una de las proposiciones se mencionaba el artículo atingente: el 46, el 172 y el 182 del proyecto de Nueva Constitución.

Lo comparé, entonces, con el que me dejaron de contrabando los muchachines del Rechazo. Y debo reconocer que las acusaciones que ellos hacían me pararon los pelos.

Bajo el título “¿Estás de acuerdo con estas locuras?”, se mencionaba cuatro que eran terribles.

La “plurinacionalidad”, según el volante, significa que Chile deje de ser una nación y existan 11 naciones adicionales dentro del mismo país. Respecto de “pensiones”, decía que mi familia no podrá heredar mis ahorros previsionales en el caso de parar yo las chalupas. En cuanto a “seguridad”, se señalaba que este proyecto de Nueva Constitución no sólo debilita a Carabineros, sino que ¡horror…!, los condenados por narcotráfico y terrorismo pueden votar y ser candidatos. Y finalmente, respecto de la “salud”, decía que se va a saturar el Fonasa y que aumentarán aún más las listas de espera.

Como igual soy un poco gil, pero nunca al punto de comer vidrio, el volante me dejó lleno de dudas.

Lo que se insinúa acerca de la “plurinacionalidad” tenía sus contras, pero también sus pro. Entre las primeras, que si un club se conseguía un crack como el “Matador” Salas, iba a copar una cuota de extranjero. Entre los pro, y siguiendo con el aspecto futbolero, siempre va a ser más entretenida una Copa América con 22 participantes a los pichiruches 10 que tenemos ahora.

Sobre los condenados por narcotráfico y terrorismo, pero que igual pueden ser candidatos, ¿significa que los Cara de Jarro o Los Risas, de ser elegidos, van a ejercer sus cargos desde la cárcel o van a tener para ello la salida dominical? Aclárenmelo, muchachos, porque además yo he sabido siempre que alguien que viste trajecito a rayas pierde de inmediato sus derechos ciudadanos.

Respecto de las listas de espera, creo, cabros, que ustedes en su entusiasmo se fueron al porcino. Porque yo tenía entendido que éstas las había terminado Mañalich de un sopetón en el gobierno de Piñera. Si hasta lo veo haciendo la faramalla y gritando “¡cumplido, cumplido!”. Que después se haya descubierto que a los pobres enfermos simplemente los eliminaban de las listas por un acto administrativo, es un detalle. Los envidiosos no se acabarán nunca.

Por último, respecto de mis ahorros previsionales, a los cuales –supongo- el Estado les va a dar el manotazo, debo decirles que la gente a lo mejor se va a ver complicada, pero no al punto de considerarlo una tragedia. Con las miserables pensiones que reciben (260 lucas promedio, según cabezones estudios), dudo que alguien se vaya a cortar las venas si el abusador Fisco llega a expropiarlo. Los “comunistas” de este país se las han arreglado para que esa gente floja, y enemiga del trabajo, siga recibiendo platita del Estado sin mover una pata. ¿Que durante toda su vida pagaron impuestos y hoy siguen pagándolos al comprar un kilo de azúcar o de pan? ¿Esperaban otra cosa, los flojonazos?

Pero el problema mayor que tuve con vuestro volante del Rechazo, muchachos, es que ustedes olvidaron u obviaron un dato clave:  ¿en qué artículos de la Nueva Constitución se dice lo que ustedes afirman con tanta convicción y tanto afán? Creo que no estoy pidiendo mucho. Apenas lo básico para que me convenzan y terminen de raíz con esta indecisión que de pronto me embarga.

Y es que tampoco los rostros visibles del Rechazo terminan por convencerme. Cuando los confrontan con lo que efectivamente dice el proyecto de Nueva Constitución, se dan más vueltas que micrero del Transantiago, o imitan a la perfección a ese genio del humor llamado Cantinflas.

Además, ¿qué méritos tienen los bacalaos que se manifiestan por el Rechazo? A Jorge Burgos, Mariana Aylwin, Soledad Alvear, los Walker y muchos más, que durante más de cuarenta años estuvieron felices con la Constitución actual, ¿en qué momento de la historia, cual Saulo iluminado por un rayo divino, vieron por fin la luz?

Ya, me cabrearon, tropa de frescos, acomodados y sinvergüenzas.

Volviendo a las analogías futboleras, me monto nomás en el macho e igual voy a votar Apruebo. Porque, como decía el recordado “Zorro” Alamos, “lo que es bueno para  ellos es malo para nosotros, y viceversa”.

Y considerando que por el Rechazo van los dueños de este país, más los arribistas y acomodados de siempre, creo que lo único sensato que me queda es no votar como ellos.