Crónicas de Sergio Ried: Un mini ATP

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Por Sergio Ried
Actualizado el 25 de junio de 2023 - 6:43 pm

Poco tiempo después de asumir como Tennis Pro en el recién creado Yatch & Tennis Club de Saint Petersburg Beach, y debido a la gran notoriedad y excelencia que el recinto había adquirido en la ciudad costera, me fue ofrecido por la USTA (United States Tennis Association), la organización de uno de sus torneos Satélites Penn (equivalentes a los F.uturos de hoy) que se realizaban en diferentes ciudades de Florida.

Por SERGIO RIED

Los requisitos incluían conseguir un sponsor que pusiera 10 mil dólares de premio, hacer la revista del torneo, conseguir los 32 jugadores que conformarían el Main Draw y disponer de las seis canchas de Har Tru (arcilla mineral verde) del club.

El dinero lo conseguí con mi alumno y amigo Nick Kapioltas, dueño de la cadena de restaurantes Brown Derby, la revista la hice con avisos de amigos y empresas de la zona y obviamente las canchas estaban listas para recibir a los tenistas.

NACE EL BROWN DERBY TENNIS CLASSIC

El 12 de febrero de 1975, fecha del inicio del torneo, no solo tenía a los 32 jugadores venidos de toda la Costa Este de USA (US $ 50 c/u), una qualy de otros 32 y hasta una «pre qualy» con tenistas amateurs, alumnos y jugadores locales.

Había nacido el Brown Derby Tennis Classic bajo los mejores auspicios.

Entre los inscritos estaban, Ramesh Krishnan de India, Andrés Gómez de Ecuador; Ramiro Benavides de Bolivia, Fernando Maynetto de Perú , los chilenos Juan Nuñez, Roberto Partarrieu, Andrés Dupré y Ricardo Acuña, más varios norteamericanos encabezados por Jimmy Arias, Van Winitsky, Gary Plock y Howard Schoenfeld, todos de exitosa trayectoria en el potente tenis universitario y algunos hasta con experiencia en circuitos profesionales.

Gary Plock.

El torneo empezó la tercera semana de enero con la pre qualy, que clasificaba a los dos finalistas para la qualy; luego ésta, que daba lugar a los cuatro semifinalistas en el Main Draw, que abría sus fuegos el lunes 12 de febrero.

El Arbitro General era Bryan Earle, que más tarde lo fue del US Open, Roland Garros y luego en las series de Copa Davis entre Chile y Japón, en Viña del Mar, y contra Eslovaquia, en Rancagua.

Un torneo realmente atractivo, que atrajo mucho público y tuvo espectadores de lujo como mis amigos y colegas Harry Hopman y Nick Bolletieri, y en la final nada menos que al mismísimo Donald Budge, a quien tuve el honor de conocer.

Las semifinales y la final tuvieron un marco impresionante, en un court central con 150 sillas que me facilito una funeraria de la ciudad y unas pequeñas tribunas desmontables provistas por el Club.

Cómo en los grandes torneos…

JUAN NÚÑEZ

La guinda de la torta la puso el chileno Juan Núñez, que a punta de saques, derechas y reveses mortales, ganó el campeonato sin perder un set, derrotando en la final al dos veces All American, Gary Plock, héroe de la Texas University en Austin.

El dueño del Yatch & Tennis, un arquitecto de Detroit y sus dos socios bajaron a Florida para ver los tramos finales del torneo y quedaron tan impresionados con Juan, que decidieron formar una sociedad que llamaron Internacional Tennis Inc. para auspiciar su carrera profesional. Sociedad de la cual yo era el cuarto socio, con la tarea de ser el coach.

Juan Núñez.

Después de varios torneos Penn y otros del circuito American Express, Juan alcanzó un ranking cercano al top 100 y fue llamado -gracias a mis gestiones con la Federación de Tenis de Chile, que presidía Juan Carlos Esguep-, que fuera designado para disputar el cuarto cupo del equipo de Copa Davis integrado por Jaime Fillol, Patricio Cornejo y Belus Prajoux. Viajamos a Chile para disputar dicho cupo, con Ricardo Acuña, Pedro Rebolledo y Heinz Gildemeister, en un cuadrangular para el olvido.

De regreso a Estados Unidos, el 1 de septiembre, en un partido que duró tres días debido a una gran tormenta que azotó a Nueva York, Juan tuvo sus 15 minutos de gloria, cuando en el US Open le ganó el primer set en tiebreak a John McEnroe, el número uno del mundo.

Pero esa es otra historia.