Crónicas de Sergio Ried: Pancho Segura, de pelotero a número uno del mundo
Nacido en Ecuador, en Estados Unidos hizo historia y se convirtió en el número uno del planeta en 1950 y 1952.
Por SERGIO RIED / Fotos: ARCHIVO
Hijo del canchero del Guayaquil Tenis Club, el pequeño y debilitado por sus hernias, malaria y raquitismo, Olegario Segura Cano, fue mundialmente conocido como Pancho Segura, o simplemente como Segura en Estados Unidos, el país donde vivió desde los 19 años, cuando ya era un destacado tenista aficionado.
En el país del norte hizo historia convirtiéndose en el número uno del mundo, en 1950 y 1952, compartiendo coronas nada menos que con Jack Kramer y su homónimo Pancho González.
La USTA (United States Tennis Association) lo registró siempre como jugador extranjero, pese a haber estudiado, gracias a una beca, en la Universidad de Miami y haber sido campeón interuniversitario de Estados Unidos los años 1943, 44 y 45 y
haberse casado con la canadiense-estadounidense Beverly Moylan y haber sido padre de Spencer, también de esa nacionalidad.
Todo porque el porfiado Pancho sólo tomó la nacionalidad estadounidense a los 71 años de edad.
MI AMIGO PANCHO
Todo comenzó en el Stade Francais en un torneo en el que yo, con 15 años, fui juez de línea en varios de sus partidos. Me admiraban su movilidad, pese a sus piernas torcidas debido a un raquitismo infantil y a su juego a dos manos de derecha y revés (a lo Hans Gildemeister).
Lo seguía por los vestuarios, el casino y en los entrenamientos, porque era el único tenista que había visto con ese juego tan extraño, sin siquiera imaginarme que años más tarde iba a conocerlo y gozar de su amistad.
Fue el año 1997 con motivo de un encuentro de Copa Davis entre Chile y Ecuador, que Pancho vino acompañando a su equipo, cuando realmente nos hicimos amigos.
Pese a que ya nos conocíamos de antes, en el US Open, en Key Biscayne y en Roland Garros, cuando él dirigía a Jimmy Connors, está vez fue diferente.
Pancho, ya semi retirado, vino a Santiago acompañando al equipo ecuatoriano que se enfrentaba al de Chile por Copa Davis y se alojó con la delegación ecuatoriana en el Hotel Sheraton, donde yo era sports director y tennis pro.
Lo invité a almorzar y pudimos tener una larga y distendida conversación-entrevista, sin apremios ni prisas.
Entre docenas de anécdotas de su glamorosa vida de celebridad, me contó que había salido con Shirley Temple y con Ava Gardner, que había estado en un capítulo de la exitosa serie de televisión “Mi Bella Genio”, con Barbara Eden y Larry Hagman. «Mi escena duraba 20 segundos -me dijo-, pero creo que lo hice bien».
El almuerzo, que comenzó sin otros comensales, ya a las 5 de la tarde tenía más de 10, entre curiosos, aficionados y periodistas.
Las vivencias, los chascarros y recuerdos podrían haber seguido por horas, pero tenía que ir al entrenamiento de «sus muchachos».
Pero antes de despedirnos, Pancho dejó una anécdota que siempre recuerdo. «Con Anthony Quinn somos grandes amigos -contaba-, pero él me había advertido que cuando estuviéramos solos o con amigos latinos le podía hablar en español y decirle Antonio, pero si estábamos entre «gringos» le hablara en inglés y le dijera Anthony».
Con ello terminaba una de mis entrevistas favoritas y sellaba mi cariño y admiración por el gran Pancho Segura, que falleció años después, a los 96, en Carlsbad, California, rodeado de familiares y tenistas de todas las épocas.