Croacia superó a Dinamarca y a los bostezos de todo el mundo

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Por José Roggero
Actualizado el 1 de julio de 2018 - 8:24 pm

En Nizhny Novgorod hoy debió esperarse a la definición a penales 3-2 a favor de los balcánicos para vivir alguna emoción digna de una definición mundialista.

Hubo una vez que Croacia y Dinamarca fueron sinónimos de Robert Prosinecki y Michael Laudrup.

Lamentablemente sus actuales sucesores son antónimos que semejan renegados y no herederos de esos estupendos conductores de las mejores generaciones que ambos países han dado al fútbol mundial en los años 90 y 80, respectivamente.

SI muchos se encandilaron hace 10 días con la exhibición croata ante Argentina, lo mostrado hoy por los balcánicos ante los daneses en los octavos de final del Mundial obliga a los analistas a moderar las alabanzas al equipo liderado por Luca Modric y a no dar por segura su victoria sobre Rusia cuando la enfrente el sábado 7 de julio en cuartos de final.

La albiceleste carecía de lo que opuso Dinamarca: convicción, claridad y solidez colectiva. Por eso Modric y compañía lucieron tanto esa vez. Hoy, al contrario, el coherente armado nórdico los desdibujó a tal punto que solo pudieron pasar esta llave en definición a penales.

Ya a poco andar, y luego de los goles de Martin Jorgensen y Mario Mandzukic, a los minutos 1 y 4 de juego, quedó claro que a Croacia no le sería fácil deshacerse de su rival.

Dinamarca propuso un partido cauteloso -como lo hizo a lo largo de todo el torneo-, pero con una virtud: nunca se encerró en su área. Al revés, siempre intentó abortar la salida posterior croata, y si no lo lograba, retrocedía a sus delanteros y volantes hasta tres cuartos de cancha. No más atrás. Como Modric, Rakitic y el resto son muy buenos jugadores, pero no genios, los robustos y espigados escandinavos se las arreglaron lo más bien durante los 90 minutos normales y los 30 de alargue para casi no pasar zozobras. Salvo una triple ocasión de gol finalizando la primera parte, Croacia no creó mayor peligro. Los volantes externos Rebic y Perisic jamás pudieron pasar y el goleador Mandzukic quedó atrapado al medio porque Modric y Rakitic no estuvieron finos en la filtración de pases ni en el arresto individual.

El encuentro tuvo alguna variante en el alargue. Básicamente, porque en los primeros 15 minutos Dinamarca copó la cancha, obligó a Croacia al repliegue y pareció que podía llevarse el triunfo.

Pero globalmente los pacientes espectadores en el estadio y en el resto del mundo tuvieron que esperar 115 minutos para disfrutar de la primera emoción digna de un duelo a muerte. Fue cuando casi al finalizar la brega el potente croata Rebic superó en velocidad al moreno defensor danés Martin Jorgensen, quien lo derribó cuando había eludido a Schmeichel y se aprestaba a tocar el balón al fondo del arco.

Todo estaba listo para que Luca Modric le diera el triunfo a su país y se acercara un poco más al podio que ocupan Prosinecki, Zvonimir Boban y Davor Suker. Pero Schmeichel postergó por algunos minutos la celebración croata y hubo que ir a la definición de penales.

Ahí Schmeichel (¡este sí un digno sucesor de su padre, el legendario portero Peter Schmeichel!) volvió a lucir su categoría tapando dos tiros croatas. Lo malo fue que sus compañeros ejecutantes fallaron tres veces y permitieron que la frustración croata de minutos antes se convirtiera en éxtasis.

El tedioso duelo de hoy ratificó una de las claras tendencias de este mundial. El colectivismo carente de brillo también tiene oportunidades de celebrar. Un bocado para los estrategas, un plato sin enjundia para los aficionados.

Puede que este progreso de la táctica se deba al avance de la ciencia deportiva. Hoy los espectadores bien pudieron apelar a las bondades de la ciencia informática, conectarse a Youtube y disfrutar de las excelsas exhibiciones danesas en México 86 o la eclosión croata en Francia 98.

Es cierto, los resultados eran conocidos. Pero a veces es preferible regocijarse una y otra vez con la belleza del pasado y eludir la fealdad del presente. Al menos, durante 120 minutos, a la espera de la tanda de penales a la que estas pálidas Croacia y Dinamarca parecían estar condenadas de antemano.

PORMENORES
Mundial de Rusia 2018. Fase de octavos de final.
Estadio: Nizhny Novgorod.
Público: 40.811 espectadores.
Arbitro: Néstor Pitana, de Argentina.
CROACIA (1): Subasic; Strinic (81′ Pivaric), Vida, Lovren, Versaljko; Rakitic, Brozovic (71′ Kovacic), Modric, Rebic, Perisic (97′ Kramaric); Mandzukic (109′ Badelj).
DINAMARCA (1): Schmeicheli; Knudsen, Kjaer, M. Jorgensen, Dalsgaard; Christiansen (98′ Schöne), Delaney (98′ Krohn Dehli), Eriksen, Braithwaite (108′ Sisto), Cornelius (66′ N. Jorgensen), Poulsen.
GOLES: Para Croacia, Mandzukic, a los 4; para Dinamarca, M. Jorgensen, al minuto 1.
Tarjetas amarillas: 115′ M. Jorgensen.