Columna de Sergio Gilbert: Zampedri es ahora chileno de corazón
Fernando Zampedri, máximo anotador en la historia de Universidad Católica (119 goles) y único pentagoleador del fútbol nacional (2020-21-22-23 y 24) recibió los documentos que lo acreditan como argentino nacionalizado chileno.
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Fernando Zampedri logró hacer el trámite como cualquier extranjero que aspira a la ciudadanía. No fue ni por gracia ni menos porque para el Presidente Boric sea un ídolo (que sí lo es).
Simplemente, el jugador nacido en Entre Ríos, luego de cinco años de residencia y con 37 años cumplidos recién (14 de febrero) se convirtió en chileno, con las mismas obligaciones y los mismos derechos de una persona que nació en Calama, en Victoria o en Puerto Natales.
Sus motivos tendrá
Las razones por las cuales el Toro tomó esta decisión, en verdad, no importan demasiado. Quizá lo hizo porque piensa radicarse en el país, porque su familia se siente cómoda o porque teniendo el carnet de identidad nacional liberaba un cupo de extranjero para su club.
En realidad, sea unas u otras las motivaciones, da lo mismo. Fernando Zampedri es nuestro compatriota y punto.
Como tal, y siendo un jugador destacadísimo, tiene todo el derecho y la ilusión de ser considerado, a partir de ahora, como una opción en la selección nacional. Más aún cuando Zampedri oferta goles, algo que no sobra en La Roja que aún aspira a llegar al próximo Mundial.
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La pelota la tiene Gareca
Si el técnico Ricardo Gareca decide nominarlo ya sea en marzo o en los siguientes partidos eliminatorios, Zampedri sabrá que tendrá sobre sus hombros la presión para hacer en el “equipo de todos” lo que tan bien ha hecho en el “equipo de los cruzados”. Y es ahí donde el Toro tendrá no sólo que cargar con expectativas desorbitantes. También con la historia.
Y es que en Chile no ha habido buenas experiencias con los nacionalizados.
Vamos con algunos ejemplos
El defensor trasandino Rodolfo Almeida vino desde Racing a la UC a para ganar el título de 1949 (el primero de los cruzados), lo que repitió en 1955 con los colores de Palestino.
Justamente ese año y tras nacionalizarse, Almeida debutó en la selección chilena en el Sudamericano jugado en Chile, donde fue titular en la primera victoria en torneos oficiales de una escuadra nacional ante Brasil (La Roja fue subcampeona de ese torneo).
Luego, en 1956 actuó por Chile en el Sudamericano de Uruguay y en los Panamericanos de Santiago, culminando su carrera en la selección en 1957 en el Sudamericano de Perú. En total, Almeida jugó 22 partidos por en la selección que se concentraron sólo en tres años. Nada muy relevante.
Con la pólvora mojada
Otro caso fue el del atacante, también argentino, Jorge Américo Spedaletti. El Flaco, nacido en Rosario, fue un goleador de fuste tanto en la U como en Unión Española y Everton en la década de los 70 del siglo pasado y a mitad de ella, se nacionalizó y se convirtió en esperanza de gol de Chile.
Pero no pasó nada.
En la Copa América de 1975 jugó cuatro partidos y no marcó goles y luego, tras haber participado en toda la etapa de preparación de cara a las eliminatorias para el Mundial de Argentina 1978, fue bajado por el DT Caupolicán Peña antes del inicio de estas, de acuerdo a versiones de la época, por “mala conducta”.
Igual Peña revirtió la situación en el partido decisivo de esas clasificatorias -con Perú, en Lima- y lo llamó y lo puso de titular. No pasó nada bueno. Spedaletti no marcó y Chile perdió y quedó fuera de la Copa del Mundo.
Una dupla que no funcionó
El último caso es el de Óscar Fabbiani, quien en la década de los 70 era un goleador de esos que ya no hay, y que en Palestino campeón de 1978 fue un verdadero espectáculo.
El DT Luis Santibáñez, al asumir la banca de la Roja en 1979, dijo de inmediato que esperaba la nacionalización de Fabbiani para llamarlo a la selección y formar así una dupla de oro junto a Carlos Caszely.
Fabbiani obtuvo su carta el 21 de septiembre de ese año, justo para jugar los tres partidos de la final de la Copa ante Paraguay.
No hizo ningún gol y años después diría que jugó lesionado los tres encuentros de esa final (en Asunción, Santiago y Buenos Aires).
Nunca más fue llamado por Santibáñez.