Columna de Sergio Gilbert: Sí, el campeonato estaba arreglado…
No hubo robo en este torneo. Lo que hubo fueron dos buenos equipos disputando el campeonato a gran nivel y definido no por fuerzas ocultas o la intervención de la mafia organizada.
Marcelo Díaz, volante y emblema de Universidad de Chile, salió a decir, tras el empate de su equipo ante Everton -que privó a los azules de jugar una definición por el título contra Colo Colo- que “no quisieron que jugáramos un partido definitorio, nos privaron de un triunfo…”.
El volante, por cierto, no identificó quiénes eran los que no querían que se jugara ese encuentro definitorio. ¿La ANFP? ¿Los árbitros? ¿Los marcianos?
Da lo mismo. Lo cierto es que Díaz se mandó más declaraciones altisonantes. Señaló, de hecho, que “hoy lo que sucedió en el Nacional, simplemente, a vista de todo el mundo, fue un robo”, con lo que obviamente puso en duda la honorabilidad no sólo del título conseguido por Colo Colo, sino que todo el campeonato.
Marcelo Díaz, un par de horas después y por expresa instrucción de los abogados de Azul Azul -que saben que el jugador puede ser duramente castigado por sus dichos-, quiso retractarse de sus declaraciones “en caliente” a través de sus redes sociales, aunque quedó claro que sigue pensando lo mismo.
Para él, fue un despojo lo acontecido en la última fecha del torneo.
Todo arreglado
Y en realidad, tiene razón. Porque el campeonato estaba arreglado. Pero para que la U fuera campeón con varios cuerpos de ventaja porque, al menos durante toda la primera rueda, el equipo de Gustavo Álvarez, más allá de que no era una fuerza avallasadora, ni llegaba a estándares brillantes, era la más sólida de las escuadras.
No sólo eso. Tenía para así una doble “ayuda”.
Sus tradicionales rivales –Colo Colo y Universidad Católica– en ese momento, no aparecían como grandes adversarios. Los albos estaban disputando la Copa Libertadores y habían perdido partidos por poner un equipo mixto y otros por simple desidia o incapacidad, y los cruzados estaban confundidos, sin patrón alguno de juego y con rendimientos individuales y colectivos bajísimos.
Camino abierto
La U, en verdad, en ese momento, tenía el camino despejado, más aún después de que su gran rival en la primera parte del torneo -Coquimbo Unido- vendió a su mejor figura (Luciano Cabral).
Sí, el campeonato estaba listo, arreglado para que Universidad de Chile fuera el campeón del torneo. Y con merecimientos. Era coser y cantar.
Pero no lo fue. ¿Por qué? ¿Por los arbitrajes? ¿Por las manos negras de la ANFP? ¿Por maldiciones de brujos?
Nada de eso.
Verdades verdaderas
Hay otra razón de mayor peso. Y es que a pesar de que la U siguió teniendo un alto rendimiento, que seguramente le habría permitido ganar tranquilamente el título en cualquier año, no le alcanzó para igualar lo que hizo Colo Colo en la segunda rueda y que fue impresionante en términos numéricos: 13 victorias y dos empates en 15 encuentros, lo que representa un 91 por ciento de rendimiento.
Los azules, claro, pueden aducir que los albos, en esos partidos, fueron favorecidos por algún cobro arbitral (que lo fue) o perdonados en otros (también). Pero a la U le pasó lo mismo porque, por ejemplo, Charles Aránguiz pudo (y tal vez, debió) haber sido expulsado en el partido ante Coquimbo Unido en el norte y no lo fue (la U terminó ganando 1-0) o bien pudo no haber derrotado a Huachipato en el Nacional, porque el penal que cobraron contra a los acereros (Castillo sobre Palacios) simplemente fue un invento.
¿Invalidan estos errores arbitrales la gran campaña de la U?
Por cierto que no. Son parte de la dinámica de un torneo.
Ni lo uno ni lo otro
Por lo mismo, tampoco invalida el título logrado con justicia por Colo Colo los fallos referiles que hubo en algunos de sus partidos.
No hubo robo en este torneo.
Lo que hubo fueron dos buenos equipos disputando el campeonato a gran nivel y definido no por fuerzas ocultas o la intervención de la mafia organizada.
Claro, la U lo lamenta porque el campeonato parecía que estaba dado para ganarlo. Pero no lo hizo.
Por eso se entiende que le duela y su emblema diga tonterías.