Columna de Sergio Gilbert: Selecciones nacionales, es momento de los cambios
Nunca es el mejor momento para dar saltos de distancia. El temor de caer es constante, pero hay que hacerlo para no seguir postulando a ser el último carro del tren.
Por SERGIO GILBERT J. / Foto: PHOTOSPORT
Si el fin de año 2022 fue decepcionante en términos del trabajo de las selecciones nacionales -la adulta tuvo un pobre desempeño en los primeros amistosos bajo la conducción de Eduardo Berizzo y las menores sólo esporádicamente tuvieron actividad más o menos competitiva- el inicio de 2023 ha sido aún peor.
Primero, por cierto, está lo que acontece en estos momentos con la Sub 20 que juega en el Sudamericano de Colombia.
El equipo dirigido por Patricio Ormazábal no ha estado a la altura de las mínimas expectativas planteadas antes de inicio de torneo, dada la calidad individual de la escuadra y el aparente favorable grupo que le tocaba enfrentar.
Y es que más allá de que Chile obtenga su paso a la fase del hexagonal final, es un hecho que ha resultado decepcionante ver cómo se han desaprovechado un par de años de trabajo en cuanto a la estructuración del equipo.
Ormazábal, más que presentar y defender una propuesta -cualquiera que ella sea- lo que ha revelado es una falta de convicciones que no sólo han dejado muy abajo el nivel de seguridad del equipo sino que, derechamente, ha provocado confusión en sus dirigidos.
Lo del DT nacional en todos los partidos jugados hasta ahora han sido apuestas. Como si estuviera jugando amistosos irrelevantes, Ormazábal cambia, transforma, restructura en un mismo partido o de uno a otro de manera brutal y desordenada, generando un espacio donde todo termina apostándose a un destello individual que pocas veces ha llegado.
Tampoco 2023 ha empezado bien para la selección adulta.
Aunque aún no ha tenido acción como tal, se suponía que estos meses estivales servirían para que Eduardo Berizzo pudiese rastrear y probar en el ámbito local para así sumar nuevas alternativas a la Roja que este año deberá empezar a jugar las eliminatorias para el Mundial 2026.
No ha sido así. Berizzo sólo se ha centrado en la conjunción de un equipo mayoritariamente sub 23 (es válido preguntarse cuántos de esos jugadores estarán realmente en los desafíos eliminatorios este año) y, para peor, no ha aprovechado de realizar encuentros amistosos más o menos formales, salvo el jugado este semana ante Santiago Wanderers en el estadio Elías Figueroa y en donde el equipo de Berizzo fue goleado 5-0.
Lamentable.
Pareciera que conforme están pasando los años, peor se está trabajando en todos los niveles de las selecciones. No hay convicciones, ideas ni propuestas. Ni siquiera un poco de orgullo para no hacer papelones.
¿Hay que cambiar? Por supuesto. No queda otra. Pero no se trata de cortar algunas cabezas y seguir para adelante.
Debe haber transformaciones profundas en quienes toman las decisiones estructurales. Tener metas, objetivos y trazar planes serios e irreductibles para cumplirlos. Invertir más y mejor en la contratación de profesionales calificados y ser capaces de hacer evaluaciones constantes para mantener o enderezar los caminos.
Nunca es el mejor momento para dar saltos de distancia. El temor de caer es constante. Pero vaya, hay que hacerlo para no seguir siendo grandes postulantes a ser el último carro del tren.