Columna de Sergio Gilbert: Segunda División Profesional o el “cachito” que dejó Sergio Jadue

La situación de la serie creada en 2011, a través de una maniobra que sólo tenía como objetivo evitar la pérdida patrimonial de los clubes que descendían de la Primera B a una categoría por entonces amateur, entró en una crisis que no tiene visos de arreglo.

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Por Sergio Gilbert
Actualizado el 12 de diciembre de 2024 - 11:25 am

La denuncia de Deportes Concepción contra Melipilla es otra arista de la crisis de la serie / Foto: ARCHIVO

Fue en 2011, en pleno momento de la “plata dulce” generada por la selección nacional, cuando en el Consejo de Presidentes de la ANFP, encabezada por el joven y ambicioso Sergio Jadue, se aprobó la transformación de la Tercera División en la llamada, a partir de ese momento, la Segunda División Profesional.

No se trataba sólo de un cambio de nombre. Había un trasfondo maquiavélico.

Y es que al otorgarle el sello de “profesional” a una división que hasta ese momento era “amateur” se evitaba que los clubes que descendían desde la Primera B perdieran los pases y derechos profesionales y federativos de sus jugadores. Es decir, se trataba de una maniobra ideada y aprobada por los dueños de los clubes profesionales, ciertamente avalada por Sergio Jadue, que sólo intentaba preservar privilegios económicos.

Así se puede entender que, tras la aprobación de este cambio, los dirigentes no le otorgaran a esta división un cambio de estatus.

Obligaciones sin derechos

De hecho, quedó plenamente acordado que los clubes de la Segunda División Profesional no serían parte del Consejo de Presidentes de la ANFP, por lo que no tendrían la posibilidad de tener voz y voto en cualquier resolución que afectara al fútbol chileno y que, obviamente, no formarían parte del universo de instituciones que recibirían el aporte por la venta de los derechos televisivos del balompié chileno ni de la selección nacional.

O sea, la Segunda División Profesional sólo serviría como contención a la fuga de capital de los clubes de Primera y de Primera B.

La norma que duró poco

Para que no fuera tan evidente la jugarreta dirigencial, se maquilló este cambio dándole un cariz de desarrollo deportivo: los clubes sólo podrían contar con jugadores sub 23 para que se provocara la “renovación” y el “recambio” de manera más rápida.

Por cierto que ni eso pasó, porque, a los pocos años, los propios clubes de la Segunda División Profesional hicieron una reforma para contar con jugadores mayores de 23 años. Tanto que, en el torneo de este año, por ejemplo, una de las figuras fue el argentino Matías Rodríguez, ex jugador de la U, quien incluso se había retirado del fútbol hace un par de años.

Una serie en crisis

Hoy, el invento de Jadue y sus amigotes del Consejo hizo crisis.

Como los clubes no reciben un peso de la ANFP y pese a que este año lograron cierto grado de promoción y aporte al ser transmitidos sus partidos por streaming (Liga 2D), siete instituciones anunciaron la idea de volver a poner como requisito que se juegue sólo con futbolistas sub 23. ¿El motivo? Derechamente se indica que hoy se realizan muchos pagos con “platas negras” (no autorizadas o por debajo), lo que atenta contra la mínima competividad.

Apareció el Sifup

Por cierto que esta idea hizo saltar al Sindicato de Futbolistas Profesionales (Sifup), diciendo que se provocará una cesantía enorme (se habla de 300 jugadores que dejarían de ser aptos para jugar en la Segunda División Profesional).

Aunque, hay que decirlo, en estos años nunca el organismo gremial se preocupó de presionar a la ANFP para otorgar mayores y mejores beneficios a esos posibles 300 cesantes y al resto de sus compañeros.

Y hay más, todavía

La situación es, en sí, dramática y amenaza con convertirse en una nueva crisis.

Ya empezó a vivirse con la denuncia de Deportes Concepción contra Melipilla (que le ganó la final y ascendió a la Primera B este año) para que le quiten el título por las deudas previsionales que tiene con varios de sus jugadores.

Al fin y al cabo, no es raro que eso pase. Desde el comienzo esto fue un “cacho” para los dirigentes. Lo malo es que su principal promotor e impulsor está ahora guata al sol en las playas de Miami y no está ni ahí con el escándalo que creó.