Columna de Sergio Gilbert: Colo Colo y la excepción a la regla
Es evidente que a los albos, a diferencia de la mayoría de los equipos nacionales, sí les interesa ganar cierta gloria deportiva, además -y no sólo- de obtener réditos económicos participando en un torneo internacional.
Por SERGIO GILBERT J. / Foto: AGENCIAS
La clasificación de Colo Colo a los cuartos de final de la Copa Libertadores -tras dejar en el camino a Junior de Colombia- no debe ser considerada como el inicio de un eventual alza en el nivel del fútbol chileno a nivel internacional.
Es, más bien, una excepción. Una pequeña luz que no alcanza a disimular el oscuro pasar actual del balompié nacional.
No es una apreciación antojadiza. Hay evidencia.
En esta misma semana de celebración de los albos, los dos equipos nacionales presentes aún en la Copa Sudamericana -uno de ellos, el campeón vigente del torneo chileno- quedaron eliminados tras sendas goleadas en los octavos de final del torneo.
Primero fue Huachipato, que fue apabullado por 6-1 por Racing de Argentina, y luego le tocó el turno a Palestino, que cayó por 4-0 ante Independiente de Medellín.
Claro, ambas escuadras habían sido incapaces de ganar sus partidos como locales y llegaron a la instancia definitoria como visitantes casi entregados (los acereros, de hecho, presentaron una dupla de zagueros centrales inventada para la ocasión: Antonio Castillo-Claudio Sepúlveda).
Pero la forma en que se fueron del segundo torneo más importante del subcontinente no deja de ser vergonzosa, pero además en línea con lo que han mostrado los equipos y selecciones nacionales de todas las categorías en los últimos años.
El fútbol chileno hoy está a años luz de albergar ilusiones de grandeza y eso queda en evidencia a cada momento.
Pero si es así, ¿cómo es que Colo Colo sí está hoy en posición competitiva en la Copa Libertadores?
Hay varios factores diferenciadores que pueden explicarlo.
Primero, el conjunto albo lleva ya un par de años participando en forma constante en la escena internacional. Y aunque en las ultimas temporadas fue incapaz de conseguir algún objetivo competitivo mínimo, sí ha logrado un cierto bagaje como plantel (aunque ha habido cambios).
Luego está el hecho evidente que a Colo Colo, a diferencia de la mayoría de los equipos nacionales, le interesa ganar cierta gloria deportiva, además -y no sólo- de obtener réditos económicos participando en un torneo internacional.
Por eso es que invirtió en la contratación de un entrenador con experiencia en lides coperas como Jorge Almirón y reforzó su plantel mirando justamente la instancia internacional con figuras de la talla de Arturo Vidal, Mauricio Isla y Javier Correa. Ningún otro de los equipos nacionales que este año participó en las copas hizo siquiera el esfuerzo de hacer alguna inversión. Ninguno.
Por último, hay que señalar que Colo Colo ha sabido jugar el torneo bajo los códigos de éste, ha tenido rivales accesibles dentro de todo y, aunque ha habido críticas, el DT ha cuidado el plantel para jugar en esta instancia aún a costa de asumir riesgos (calculados) en la competencia local.
Lo de Colo Colo, sin duda, es meritorio y ahora que tiene a River Plate en la mira en los cuartos de final, tiene conciencia de que llegó a una instancia donde efectivamente la competencia es dura, pero que si llegó ahí es por sus propios méritos.
Pero no es una consecuencia lógica del ambiente en que compite todo el año ni menos es un signo de un revivir del fútbol chileno.
Es sólo una isla en el océano. Un puntito perdido en el mundo. Una estrella fugaz.
Lo normal, lo que refleja lo que somos hoy lo vimos esta semana no en la Copa Libertadores, sino que en la Sudamericana.
No nos ceguemos.