Columna de Sebastián Gómez Matus: Propiedad popular
Tengo la antipática responsabilidad de ser sincero: no he visto ningún partido de la Copa América ni de la Eurocopa. Sé que el nivel del campeonato de los “antiguos” ha sido mejor, pero también sé que el fútbol europeo jamás hubiese alcanzado el nivel de hoy sin la neocolonización.
Por SEBASTIÁN GÓMEZ MATUS / Foto: ARCHIVO
Tan inteligente es Marcelo Bielsa que fue capaz de acuñar un oxímoron al voleo en la conferencia de prensa previa al partido con Brasil. Todo lo que le responde al periodista da cuenta del extractivismo europeo respecto de nuestro “pobre fútbol sudamericano”.
Si la pobreza es un común denominador económico y cultural para Sudamérica, el fútbol también se ha visto mermado en su potencia cultural y económica para el continente. De hecho, si para el rosarino el fútbol sudamericano está empobrecido, en una economía a ultranza como la nuestra el fútbol nacional está al borde de la indigencia. El fútbol se encuentra en una tremenda crisis ideológica. El fútbol es decir el mundo.
Las majaderas declaraciones sobre el nivel del fútbol sudamericano de Kylian Mbappé, jugador filocolonial por excelencia y velocísimo infortunio de la cultura (que, como toda la izquierda, parece de izquierda), han dado pábulo durante ambos campeonatos continentales y antes del último mundial a un debate cultural que proviene del deporte más hermoso del mundo. Por supuesto, Mbappé no se da cuenta de lo que dice: debe sentir que es blanco y francés, pero su origen es camerunés-argelino. ¿Recuerdan la guerra contra Argelia, la Repartición de África durante la I Guerra Mundial?
Tengo la antipática responsabilidad de ser sincero: no he visto ningún partido de la Copa América ni de la Eurocopa, apenas el resumen de uno que otro encuentro. Sé que el nivel del campeonato de los “antiguos” es mejor que el nuestro, como sus ligas, pero también sé que el fútbol europeo jamás tendría el nivel de hoy sin la neocolonización a través del fútbol.
Recuerdo una frase polémica de Eduardo Bonvallet respecto de los equipos “de color” y de los orientales. Los primeros jamás serían campeones del mundo por su indisciplina; los segundos, por su falta de indisciplina, amén de su disminución física. Parece un comentario frenológico, pero tiene una implicancia que el “Gurú” no pudo vislumbrar: Francia fue campeón del mundo con una oncena titular africana pasada por la libreta del colonialismo.
Argentina no brilla, pero gana. Brasil ya no es Brasil. Creo que Uruguay es el equipo más vistoso del campeonato: se nota la mano del pensamiento de Bielsa. El DT trasandino es un pensador del fútbol (y, por ende, de la cultura). Un filósofo del juego más popular en nuestro hermoso y pobre continente, al cual le ha sido arrebatado el pan de cada día: la pichanga, la emoción inigualable de correr con la pelota, no detrás, de tocarla (“lo rico es tocarla”), de hacer un gol en las vacaciones de invierno en alguna de las pocas multicanchas que van quedando en los barrios populares.
Una profecía: Uruguay va a salir campeón del mundo.
En la conferencia de prensa, Bielsa pone de ejemplo al Sao Pablo campeón dos veces consecutivas del torneo más hermoso del mundo: la Copa Libertadores. Una copa que celebra la independencia de los pueblos a la vez que su posible unidad sin prescindir de los rasgos culturales de cada nación demostrados casi de manera metonímica en los estilos de juego de cada equipo.
Ese Sao Pablo tenía en su alineación a Adílson, Iván, Zetti, Cafú, Ronaldao, Antonio Carlos, Miller, Pintado, Palhinha, Elivélton y Raí (hermano de Sócrates Brasileiro, O doutor, jugador de pensamiento claro y radical). Un equipazo, que al año siguiente venció a la Católica en la final. “Ese sí que era otro fútbol”, dice Bielsa, como diciendo “ese sí que era otro mundo”.
Por último, el diagnóstico cultural del técnico de la Celeste: “Si hay una cosa que se debería evitar, es que los medios de comunicación escuchen la voz amplificada que significamos los que circunstancialmente tenemos repercusión pública. ¿Me entiende? Me escuchan porque soy técnico de la selección uruguaya. Si no, ¿quién se va a interesar en lo que yo pudiera decir?”.
Y prosigue: “Pero usted, como representante de un gremio que se atribuye un poder -que lo tiene- un poder con lo que manipulan hasta el máximo. ¿Por qué no asumen, a través de la investigación, desenmascarar las mentiras? Porque cada vez que hay un episodio central, significativo, del fútbol del mundo, el poder difunde un montón de mentiras. Y después, los encargados de la difusión, en vez de investigar y desenmascarar la mentira, comprometen a los hombres públicos, Scaloni, Vinicius Jr., etc., los usan no para desenmascarar la verdad, sino para polemizar a través de ellos”.