Columna de Rodrigo Cabrillana: Quincy Jones, de la pasión por el jazz a la magia de la producción

El trompetista, compositor, arreglista y productor estadounidense Quincy Jones falleció repentinamente a los 91 años en California. Deja un enorme legado musical tanto en discografía como en los diversos reconocimientos que recogió en vida.

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Por Rodrigo Cabrillana
Actualizado el 6 de noviembre de 2024 - 8:00 am

Quincy Jones produjo los tres mayores éxitos de Michael Jackson / ARCHIVO

La figura de Quincy Jones para cualquier fanático y amante de la buena música es simplemente colosal. Reconocido ampliamente por su contribución a la producción musical, también como intérprete en piano y trompeta, y por su trabajo en bandas sonoras para películas. Originario de Chicago, desde muy joven comenzó a incursionar en la práctica musical (ver nota aparte).

De hecho, fue cuando su familia se trasladó a vivir a Seattle, a los 14 años, que Jones comenzó a tocar la trompeta en diferentes clubes donde se escuchaba soul. Fue parte de la big band del vibrafonista Lionel Hampton y luego tocó con la banda de Berklee College of Music de la ciudad de Boston. La prestigiosa escuela de música más grande del mundo y en la que Pancho Molina fue a estudiar batería a principios de los 2000.

A inicios de los ’50 se trasladó a Nueva York donde se relacionó con diversas personalidades del jazz, y a mediados de esa década, giró por Sudamérica como trompetista de la orquesta de Dizzy Gillespie. Algunas de las ciudades de la región que Jones visitó en aquella gira, se encuentran Quito, Guayaquil, Buenos Aires, Montevideo, Río de Janeiro y Sao Paulo.

Alma de maestro:

Es más, en el texto “Grandes del jazz internacional en Argentina” (Claudio Parisi, Goumet Musical), se da a conocer que a Quincy le gustaba visitar el Rendez Vous, una particular boite bonaerense donde compartía con diversos músicos porteños, a los cuales incluso les daba algunos consejos de cómo tocar. Ahí los presentes ya se percataban que a Jones le era de más agrado dirigir que ser parte de una banda. Y que elementalmente había ingresado al grupo de Gillespie porque podía contribuir con arreglos a las distintas composiciones.

Con el tiempo Quincy viajó finalmente a Francia, donde estudió composición, entabló amistades con diversas figuras locales y trabajó como director musical de la compañía Barclay Records.

Durante los ’60 regresó a Estados Unidos y se transformó en uno de los personajes más fuertes de la industria discográfica de ese entonces. Fue así que obtuvo su primer Grammy, y luego de forma posterior se dedicó a grabar y componer música para diversos filmes y series de televisión.

Asimismo, siguió trabajando con la dirección de diversas big bands en el estudio, a la vez que también publicó sus primeros discos, los que siempre se mantuvieron cercanos al jazz, generando bastante expectativas en la escena de la música estadounidense.

El éxito con Michael Jackson:

De manera similar, se transformó en productor de tres de los discos más vitoreados en la historia de la música popular, ya que trabajó produciendo, a la par con Michael Jackson, “Off the Wall” (1979), “Thriller” (1982) y “Bad” (1987). Y fue con “Thriller” que Jones ganó prestigio como un elevado productor, al ser el álbum más vendido de todos los tiempos, con un éxito brutal y con una cantidad importante de sencillos sonando en todas las radios del mundo. Discos que también consagraron a Jackson como su época más elemental como artista. Probablemente Jones significó a Michael lo que George Martin fue para los Beatles en el estudio.

Asimismo, Quincy colaboró con artistas como Frank Sinatra y Ray Charles, produjo el súper hit “We Are The World” en 1985, con una treintena de artistas de fama mundial participando en la grabación, y llegó a trabajar con grandes del cine universal como Steven Spielberg, contribuyendo en la producción de la banda sonora de la película “El Color Púrpura”.

No hay palabras para enumerar los logros de Jones en sus 70 años de actividad musical, así como las numerosas distinciones que engalanan su carrera. Si tuviera que graficarlo, en unas pocas palabras, posiblemente diría que Quincy era un mago de la música. Porque para brillar y descollar de la forma en que lo hizo Q, sí que hay que ser un predilecto.