Columna de Rodrigo Cabrillana: Lluvia Ácida y el folclore electrónico que viaja desde el frío austral
“Archipiélago Coloane”, la última producción del grupo puntarenense, es un disco que rinde homenaje al afamado escritor chilote.
Por RODRIGO CABRILLANA / Foto: LLUVIA ÁCIDA
Cada vez que volvemos a la música de Lluvia Ácida, la agrupación proveniente de Punta Arenas y compuesta por Rafael Cheuquelaf y Nego Polar (Héctor Aguilar), se nos entrecruza esa llamativa explicación que alguno de sus integrantes entrega siempre para describir la música compuesta por el dúo: “Una mezcla entre las sonoridades de Kraftwerk, la estética de Lovecraft y el imaginario de Francisco Coloane”.
Por esa razón, reseñar su más reciente obra, “Archipiélago Coloane” (Eolo – Pueblo Nuevo, 2021), es sin duda una alusión directa a tal vez uno de esos mentores fundamentales de la obra musical del conjunto patagónico. Porque si bien Coloane es citado constantemente en esas referencias directas que suele hacer Lluvia Ácida en la prensa, con este disco lo que se pretende es rendir un homenaje directamente al legado y la figura del prestigioso escritor chilote.
De hecho, la literatura de Coloane se proyecta como un referente directo de cómo se vive en la Patagonia, de manera similar al mensaje que nos deja la música de Lluvia Ácida, banda pionera de la electrónica magallánica. Es más, en “Archipiélago Coloane”, placa discográfica compuesta de ocho canciones, cada uno de los títulos hace referencia a un cuento o novela escrita por el autor nacido en Quemchi, en la isla grande de Chiloé. Y en ese sentido, el disco está repleto de imágenes de navegantes que deambulan por mares bravíos australes, de fantasmagorías extraviadas en lo gélido del territorio, de paisajes desolados en Tierra del Fuego y, por supuesto, de sonidos orgánicos provenientes de entornos naturales y registrados en distintos contextos, como, por ejemplo, el flagelo del viento y el canto de las gaviotas.
Asimismo, Nego Polar asume que “es el disco que siempre quisimos grabar”, surgido de la improvisación de los músicos en el estudio, y el que, además, fue terminado de mezclar y masterizar en España para su versión en vinilo, por Doc Diamond, productor y DJ del hip hop que proviene de la vieja Europa.
Y, por si fuera poco, “Archipiélago Coloane” fue prensado en Australia y cuenta con un prólogo apuntado por el escritor y también puntarenense Óscar Barrientos Bradasic, en el que hace énfasis de este registro como la postal sonora de una embarcación que circunda las aguas meridionales y los hielos milenarios que se aproximan a la Antártica.
En tanto, “Cabo de Hornos”, el tema que abre el disco es una composición que cita a la tonada chilota del acordeón y da un giro en los ecos musicales del hip hop. Con “acordes simples improvisados de un teclado Casio”, como cuenta Nego, surgió esta pieza que además inicia con un sampler de la voz de Coloane en que rememora la muerte de su padre, el que lo llama oníricamente a regresar al mar. Sin duda, una canción hecha con máquinas, “pero sin un tono robótico”, como termina de afirmar Rafael Cheuquelaf.
Asimismo, “Perros, caballos y hombres”, el segundo tema de “Archipiélago Coloane”, nace de una nueva improvisación de Nego, y al que “yo le agregué capas de sintetizadores”, dice Cheuquelaf. El que también proyecta un sentido de amplitud en su sonoridad y el que despierta a la vez, la imaginación en la figura prolongada del hombre de estancia que vaga ininterrumpidamente con sus animales, dirigiéndose hacia el confín de la Patagonia, hacia un horizonte que se pierde en las infinidades de las llanuras y el descampado magallánico.
Por otro lado, “Guanaco Blanco”, que hace referencia a una de las novelas de Coloane, es un tema que denuncia el genocidio del pueblo selk’nam. Una canción que recrea el sonido de la ausencia y la desaparición feroz de los habitantes originarios. En el fondo, “contar por medio de la música, cómo Tierra del Fuego fue convertido de un territorio ancestral a uno ganadero e industrial en menos de 50 años y de forma violenta”, añade Cheuquelaf.
Mientras que “Golfo de Penas”, cuarto track del álbum, era originalmente una pista que Lluvia Ácida tenía para sus actuaciones en vivo que fue transformada en una canción, que también trae a la memoria esa ruta mística y feroz del mar patagónico, que igualmente fue retratada por Francisco Coloane en uno de sus tantos cuentos.
De igual manera, “El témpano de Kanasaka” es una pieza que refiere a otra de las historias de Coloane, en que se da cuenta del semblante de un cazador nativo que habría caído en un glaciar y que viaja con este témpano en medio del océano patagónico como un espectro, aterrando a todos los marinos que llegan a visualizarlo en los diversos trayectos marítimos. La canción contiene sonidos recreados en los hielos australes y la voz fantasmal de la cantante Paula Barouh, que también colabora en este tema que está compuesto en clave “disco”, y que lo hace incluso bailable.
“Cinco marineros y un ataúd verde”, sexto tema de “Archipiélago Coloane”, refiere a un cuento clásico del escritor que transcurre en los bajos fondos de Punta Arenas. Está construido en base a una atmósfera musical surrealista que se entremezcla entre las sonoridades del stoner y el trip hop, y que tiene como fin evocar la imagen de un viejo y perturbado bar de la ciudad magallánica en que se encuentran estos lunáticos marinos que arrastran un cajón funerario. De hecho, esa pesadez del tema se materializa en el bajo instrumental que interpreta Rafael Cheuquelaf para la ocasión.
“El camino de la ballena” es una canción que tiene como objetivo homenajear una vez más en el disco a Chiloé, lugar que, según Rafael, “es la madre patria de Magallanes, la cosa fundacional que viene de allá”. Tema también que se define según Nego como una “tonada electrónica con tintes de space rock” y en el que, además, Cheuquelaf toca nuevamente un instrumento de cuerda, siendo esta vez la guitarra acústica. Fue escogido a la vez como el single que promociona el registro discográfico publicado en 2021 por el sello Pueblo Nuevo.
Por último, “Los conquistadores de la Antártica” es la canción que cierra el disco y también la preferida de Nego Polar. El tema igualmente salió de la improvisación de acordes en un teclado de estudio y pretende evocar en su sonoridad, el paisaje natural, helado, panorámico y virgen del fin del mundo. Una composición que aborda a la vez esa extensión magallánica que está “teñida de tragedias” según Cheuquelaf, y que conjunta tan bien con esa frontera casi indivisible de la electrónica y lo instrumental en la música de Lluvia Ácida.
“Archipiélago Coloane” se resume en un híbrido melódico que transita por este folclore electrónico con matices imaginarios de la no civilización y la navegación patagónica, y que pretende de por sí encumbrar en lo más alto la literatura de Francisco Coloane, desde el discurso emancipado musical que se ha propuesto desde sus inicios esta agrupación con base en Punta Arenas. Por algo obtuvieron el Premio Pulsar este 2022 a “Mejor Artista de Música Electrónica”, dado que el peso de los años y la experiencia de hacer música de forma constante se refleja espléndidamente en la alta creatividad de “Archipiélago Coloane” y en la maravilla sonora que nos presenta. Con este registro Rafael Cheuquelaf y Nego Polar alcanzaron la categoría de lo cósmico en lo musical. Los Jaivas no lo hubieran hecho mejor.
Rodrigo Cabrillana (Santiago, 1978), es profesor con un Magíster en Literatura (Usach) y escritor de crónica musical. Ha publicado diversos libros sobre música chilena y actualmente graba y produce, en conjunto con la radio del Centro Cultural de España en Santiago, el podcast “Noches de Rock & Roll”, basado en la cultura musical de Concepción.