Columna de Rodrigo Cabrillana: Julio Sosa, el último canto del “Varón del Tango”

Este 26 de noviembre se cumplieron 60 años de la muerte del célebre cantante y compositor de tango Julio Sosa. Nacido en Uruguay, logró la fama en Argentina durante la década de los ’50 y principios de los ’60. Se le recuerda como uno de los más grandes exponentes del género musical proveniente del Río de la Plata.

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Por Rodrigo Cabrillana
Actualizado el 27 de noviembre de 2024 - 6:22 am

Julio Sosa tenía 38 años cuando falleció en un accidente automovilístico / Foto: ARCHIVO

El tango es una forma musical y una danza que proviene de los rioplatenses. Las ciudades que lo acogieron y donde se desarrolló con mayor alcance fueron Buenos Aires en Argentina y Montevideo en Uruguay.

Vertientes numerosas

Para algunos el tango tiene sus raíces en la cultura inmigrante del país trasandino, donde los gauchos, los españoles y los italianos tienen una buena influencia en todo lo que aconteciera como expresión al otro lado de los Andes.

También al tango se le asocian componentes afros y hasta indígenas de las provincias del Río de la Plata. Asimismo, se le considera uno de los géneros que tiene una gran presencia en el mundo entero, siendo reconocido como uno de los estilos que revolucionó la música popular.

La estructura musical

En su interpretación se utiliza mayormente la formación de orquesta, prevaleciendo el piano, el violín, el contrabajo y principalmente el bandoneón como los instrumentos más apropiados para reproducir su sonido. Está escrito en compases de 4/4.

Sus líricas suelen expresar un gran desconsuelo y en general todo tipo de amarguras relacionadas a las aflicciones que genera el amor en los habitantes de una nación. Se le considera también al tango, como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Y entre sus exponentes más destacados se encuentran Carlos Gardel, Astor Piazzolla y Rosita Quiroga.

Un mito familiar

De hecho, en mi familia recuerdo una vieja historia que siempre me contaba mi abuela cuando era niño. Y que tenía que ver con que ella habría asistido como espectadora a uno de los conciertos de Gardel, ¿posiblemente en Chile? Me relataba con entusiasmo sobre el privilegio de haber estado ahí, el impacto que le generaba la expresión del tango y que toda la gente del teatro le pedía a regañadientes y de forma efusiva al cantante argentino, que interpretara tal vez el “Uno”.

Y aunque el relato perfectamente podría tejerse como un mito, porque nunca profundicé en esa historia haciéndoles más preguntas a mi abuela, que falleció en 1995, el hecho de que el tango fuera tan divulgado y querido por las multitudes no solamente en Argentina, llevó sin duda a que también otros cantantes erigieran su carrera y fueran tan respetados y reverenciados como sucedió con Gardel.

Julio Sosa, ídolo del tango “yorugua”

En ese papel está Julio Sosa, quien se proyectó también como uno de los mayores íconos de la modalidad del tango. Hijo de una familia uruguaya de clase trabajadora, subsistió durante su niñez con una serie de empleos informales que le daban pequeñas ganancias con las que afrontaba el día a día.

Comenzó cantando en la ciudad uruguaya de La Paz, para luego trasladarse a Montevideo y seguir su carrera en el canto con diversas orquestas, con las que incluso llegó a grabar para Sondor a finales de los ’40, uno de los sellos más antiguos de Uruguay.

Arribó a Buenos Aires en 1949, donde construyó una sólida trayectoria y en los 15 años que permaneció en Argentina, hasta su muerte, trabajó con tres orquestas, dejando también un importante legado de canciones registradas con ellas para sellos como RCA Víctor y CBS Columbia.

Sosa, artista multidisciplinario

También Sosa participó de la película musical “Buenas Noches, Buenos Aires”, dirigido por Hugo del Carril y donde fue denominado por un periodista como “El Varón del Tango”. Nombre con el que también denominó su primer LP solista en 1961.

Por otro lado, Sosa llegó incluso a publicar un libro en 1960, de nombre “Dos horas antes del alba”, un texto de poesía que fue editado por el sello Logos y que contenía 24 poemas originales del uruguayo, escritos mayormente en prosa.

Una muerte terrible

Considerado ya al final de su carrera como uno de los tangueros más relevantes de la segunda mitad del siglo XX, Sosa falleció trágicamente en 1964, tras embestir su auto deportivo contra un semáforo de una de las tantas avenidas de Buenos Aires.

Fue velado en el estadio cubierto, Luna Park, y enterrado con una gran multitud que secundó su funeral, en el cementerio de la Chacharita en Capital Federal. Sin embargo, durante los años ’80 sus restos serían repatriados a la nación uruguaya.

Por cierto, la historia musical de Julio Sosa es extensa, pero estos apuntes ayudan a comprender que se trató de un artista muy vitoreado en el contexto de la popularidad que generó el tango como expresión musical en los años dorados de los espectáculos de teatros del gran Buenos Aires. Considerando sobre todo que se trataba también de un cantante foráneo, venido desde Uruguay.

Los bordes de la leyenda

La muerte de Sosa fue trágica, pero con ribetes a la vez de una leyenda. Antes de fallecer en el accidente, en una velada que participaba Julio, cantó varios tangos a sus amigos, entre ellos, “La gayola”, canción en la que hace mención a la desdeñosa muerte.

Y como todos los infortunios, esa referencia y evocación impensada terminó por cobrar su vida, engrandeciendo aún más el mito de su figura. Y como dice el tema, de seguro “no le faltaron flores cuando le tocó permanecer dentro del cajón”.

Bajo una torrencial lluvia, la céntrica Avenida Corrientes se repletó de sus seguidores que caminaron tras el cortejo para despedir a la popular voz proveniente de la ciudad de Las Piedras. El tango porteño había perdido a su hijo adoptivo y a uno de los más grandes, acrecentando el historial de los infortunios finales que muchos cantantes desdichados del género han experimentado con el trascurrir de la historia.

Si Gardel nos dejó producto de un vuelo terrible y desgraciado, la velocidad de la carretera privó tempranamente a los seguidores de Sosa de seguir deleitándose con sus canciones. El mito del tango se erige en lo más alto.

Escucha aquí a Julio Sosa cantando «Uno»: